Hace poco más de dos años, Victoria Martín y Carolina Iglesias lanzaron ‘Estirando el chicle’, un podcast que las ha llevado en este tiempo incluso a llenar el WiZink Center para cerrar su cuarta temporada, donde aseguran que se sintieron como “Dua Lipa”. Tras ello, las dos humoristas volverán con su quinta edición el próximo 6 de enero.
Lejos de descansar, la cómica madrileña ha lanzado ‘Malas personas’, un podcast en solitario, y acaba de publicar ‘Se tiene que morir mucha gente‘, su primera novela. Para hablar de ella y de todos sus proyectos, Victoria Martín visita Mundo Deportivo.
Pregunta: Acabas de publicar el libro ‘Se tiene que morir mucha gente’. Cuéntanos cómo nace este libro y cómo es escribir un libro que empezaste hace dos años.
Respuesta: En estos dos años he tenido tiempo para poder desarrollarlo. Pero sí nació porque yo quería hacer una serie que se llamaba ‘Los Nuevos 20’, que tenía un piloto escrito, una Biblia y quería vender. Pero bueno, como guionista frustrada, que es lo que soy y lo que es mi personaje protagonista, no lo conseguí. Entonces, cuando me llamó Cris Lomba, de Penguin Random House de Plaza Janés, y me propuso hacer una novela, tuve claro la historia que quería hacer y que quería adaptarla. Entonces fue como adaptar una idea de guion a formato novela y luego me gustaría que fuera serie y volver a como a su estado original, pero bueno, fue por eso realmente de ahí partido la idea.
P: ¿Crees que hubiera cambiado si lo hubieras escrito todo en un mes o en unos meses, en un periodo más corto?
R: Hombre, es que si lo escribo en un mes sería un genio, cosa que no soy en absoluto… Bueno, un genio o un influencer. Podía ser esas dos cosas, pero no. No sé cómo se puede escribir una novela en un mes, pero la verdad que me encantaría porque la sacaría como churros.
P: Me refería a que tú has cambiado en este tiempo, si ello ha influido en la novela.
R: Sí, de hecho reformuló de nuevo y cuando se acabó el manuscrito como que se vio como toda la foto del libro y como era. Y al final sí que había cosas que faltaban por definir, se rellenaron los huecos que hacían falta para que la historia tuviera un sentido narrativo… Como es un libro, además, que tiene mucho ensayo, era complicado porque está dentro de la novela. Entonces hubo que hacer como varias cosas, pero yo creo que ha quedado ha quedado bien.
Evidentemente claro que cambias, porque ahora estoy mucho peor que hace dos años, entonces claro, estoy mucho peor a nivel emocional. Entonces es como que yo creo que ha acabado siendo un poco más autodestructiva de lo que yo lo planteé, porque yo quería que tuviera un final más bonito que no ha tenido, porque no tenía sentido que lo tuviera.
“Claro que cambias en dos años, ahora estoy mucho peor que entonces”
P: ¿Cómo ha cambiado tu persona en este tiempo? Teniendo en cuenta todas las cosas que te han pasado, todo lo que has conseguido en estos años.
R: Claro, es que ha pasado muchas cosas. Pero bueno, es como que no soy consciente y creo que el día que sea consciente no voy a volver a hacer nada nunca más. Da como mucho vértigo porque realmente ha pasado todo de forma muy orgánica, no ha sido nada buscado, que yo creo que cuando las cosas son buscadas pasan de forma distinta, pero nosotras, por ejemplo, con el podcast eran dos amigas hablando que de repente te dan un premio Ondas y dices madre mía, que no me extraña que todo el mundo me odie porque estoy hablado de coños y de culos y me dan un premio Ondas. Pues yo entiendo que muchos periodistas de renombre digan pero estas dos señoras… Pero ojo, el gustito que da es increíble. Es que hablando de ojetes nos han dado dos premios Ondas.
P: Haciendo un podcast con una amiga, ¿te esperabas conseguir todo lo que habéis conseguido?
R: Pero sí, cuando nos lo dieron a nosotras nos miramos en plan es que yo de hecho es como que no supe reaccionar cuando cuando todo es verdad que decías vale por visualizaciones, por lo grande que se estaba haciendo. Así que nos lo llevamos a plantear porque claro, tú te presentas a los premios, pero se presentan no sé cuánta gente, cientos de podcast, cuánta gente se presentó a los premios cuando si no vales 880. Claro que son muchos podcast, es bueno. Entre todos esos a lo mejor no, no nos esperábamos para nada, para nada. Y entonces cuando nos lo dieron fue como madre mía.
P: Leía en una entrevista donde explicabas que lo del WiZink te “consumió emocionalmente” y que no lo volverías a repetirlo.
R: Repetir para nada. Que lo haga Aitana (ríe).
P: ¿Cómo se vive ese momento en el que empiezas un podcast con una amiga y acabas llenando el WiZink?
R: Es muy raro, porque no lo hemos analizado, simplemente lo fuimos haciendo. En el WiZink dijimos ‘qué hacemos. ¿Bailarines? Chelo García Cortés vestida de ninja…’. Es como que simplemente fuimos poco a poco. Y evidentemente era un texto que se mantuvo, los chistes se mantuvieron a lo largo del show y luego hicimos uno mucho más grande. Teníamos más dinero para poder hacer el show con cuerpo de baile, serpentinas, fuegos artificiales, o sea, fue como sentirte un poco Dua Lipa. Ya cuando llegamos ahí, sí que hubo un momento cuando estaba Rigoberta Bandini, que era como ‘qué hace teloneando a estas dos ratas’. Era como una cosa muy rara y ya ahí como que sí, que me emocioné mucho. Ahí empecé a llorar antes de salir.
P: Ahora habéis parado ‘Estirando el chicle’ hasta enero, pero tú has lanzado otro podcast. ¿Cómo llegas a todo?
R: No sé, porque me apetecía hacerlo. Apetecía hacer más personas. Fue una idea que surgió en febrero desde hace mucho tiempo. Entonces era un podcast que podía hacer como más chiquitito, escribiéndolo yo, con un monólogo y una entrevista corta… Me apetecía como hacer algo que me permitiera escribir más, porque ‘Estirando el chicle’ es más improvisación. Que si que nos lo preparamos, tenemos una estructura, pero es más entrevistas, más hablar entre un grupo de amigas y me apetecía hacer algo como de escribir un poco más profundo de algunas cosas, que me apetecía hablar y ya está. Entonces de ahí surgió.
P: Tanto en este podcast que ahora lanzas tú sola, como el que compartes con Carolina Iglesias, habéis entrevistado muchísima gente. ¿Con quién te quedas de toda esta gente que has conocido?
R: Yo me quedo con Chelo, creo que es mi favorita. O sea, fue como un antes y un después entrevistar a Chelo en ‘Estirando el Chicle’, porque nos dimos cuenta de que las generaciones se difuminaba mucho. Lo de Chelo fue como que de repente niñas de 20 años decían ‘Chelo es un referente LGTBIQ+ de este país‘. Entonces era como difuminar barreras entre mujeres y entre diferentes generaciones y fue muy guay esa entrevista. Nosotras nos dimos cuenta de que estamos haciendo algo muy bonito.
P: También habéis vivido algunas polémicas, ¿cómo os afecta eso a la hora de volver a hacer humor?
R: El humor es muy complicado, es que te puede pasar y es lógico. Porque al final a veces tocas teclas que pueden ser sensibles para muchas personas, entonces es difícil. Pero creo que al final tu trabajo si te gusta, es seguir evolucionando. El humor además es una cosa que envejece fatal. O sea, tú ves películas de humor de hace cinco años o stand ups de cómicos o cómicas y se quedan obsoletos. Entonces yo creo que lo bueno que tiene ese trabajo es que te permite aprender muchísimo, escuchar, con algunas cosas te quedas con otras no, y avanzar, porque al final lo que tú quieres ser es mejor cómico. El objetivo es ser mejor y hacer mejores chistes. Entonces también aprender y tener más conocimiento siempre te ayuda para hacer mejores chistes. Son una putada, a veces, pero otras veces también es una forma de aprendizaje.
“El humor es muy complicado, a veces tocas teclas que pueden ser sensibles”
P: Y volviendo al libro, has plasmado tu humor en él. ¿A quién va dirigido ‘Se tiene que morir mucha gente’?
R: A todo el mundo. A todo el mundo que odie. No, realmente es un poco que lo escribí porque me apetecía y era un poco como tres personajes que forman parte de mi vida y que son como el puzle de muchas mujeres que conozco y a las que admiro… o no. Entonces, de esos tres personajes se unen en una amalgama de victorias, de amigas mías… Y me apetecía contar esa historia. Me apetecía contar una historia que hablara también de la culpa, de la culpa que arrastramos las mujeres, que al final es que la culpa es como lo peor que te puede pasar siendo mujer, porque si no tuviéramos la culpa ya habría presidentas en este país. La culpa es una putada y si nos liberamos de eso sería ideal.