Corea del Norte celebró el domingo elecciones para su Asamblea Popular Suprema, considerado principal órgano legislativo del país, en un ambiente marcado por la fracasada cumbre de Hanói y la posibilidad de que el país pueda realizar próximamente un nuevo ensayo de armas.
Además del fiasco de la cumbre con Estados Unidos, sobre los comicios planea el momento de incertidumbre en torno a la continuidad del diálogo entre el régimen y la Casa Blanca después de que distintas imágenes por satélite hayan detectado actividad reciente en instalaciones de misiles norcoreanas.
Estos indicios apuntan a la posibilidad de que Pionyang realice pronto el lanzamiento de un satélite a bordo de un cohete espacial, acción que ha realizado en varias ocasiones, la última en 2016, y que la ONU siempre ha castigado por considerarla una prueba de misiles intercontinentales encubierta.
Un gesto semejante podría acabar dinamitando el acercamiento que comenzó a labrarse hace más de un año entre ambos países, que técnicamente se mantienen en guerra desde hace casi 70 años.
En este contexto tuvieron lugar los comicios del domingo, cuyo objetivo es renovar la composición de la Asamblea Popular Suprema, presidida por el veterano Kim Yong Nam, de 91 años y considerado el presidente ceremonial del país.
El hemiciclo, cuyo papel es en realidad el de refrendar automáticamente las decisiones adoptadas por el líder supremo y el comité central del Partido de los Trabajadores de Corea, comprende 687 escaños, uno por cada circunscripción electoral del país.
En cada demarcación se presenta un único candidato y la votación es una mera formalidad, puesto que estos candidatos son elegidos por mayorías abrumadoras (las anteriores legislativas de 2014 tuvieron una participación del 99.97 % y cada diputado fue elegido con el 100 % de los sufragios, según los medios del régimen).
Los nuevos diputados sustituyen a aquellos elegidos en las anteriores legislativas, las cuales se celebran cada cinco años.
La inmensa mayoría de los diputados pertenecen al Partido de los Trabajadores (en la legislatura que está a punto de concluir, 607 de los 687 escaños son de este bloque) y el resto corresponde a partidos menores que a su vez son afines a la ideología de la formación mayoritaria.
Se desconoce cuando se publicarán los resultados de estos comicios ya que, en 2014, por ejemplo, el resultado tardó en hacerse público dos días después de la votación.
Algunos analistas creen que el régimen puede usar estos comicios para enviar un mensaje de cohesión nacional a los ciudadanos tras la fracasada cumbre entre el líder supremo norcoreano, Kim Jong Un, y el presidente de EEUU, Donald Trump, celebrada a finales del pasado mes en la capital de Vietnam.
La agencia de noticias estatal KCNA informó de hecho que el propio Kim acudió a votar en la Universidad Tecnológica Kim Chaek de Pionyang.
El sábado, el principal diario del régimen, el Rodong Sinmun, destacó que las elecciones “subrayarán esta vez la inquebrantable convicción de la gente a la hora de confiar y apoyar con firmeza al líder supremo (Kim Jong Un) en todo momento”.
“Cada voto es una expresión de la determinación para cimentar el poder del pueblo y avanzar en la construcción de un país socialista poderoso”, añadió el editorial del rotativo.
A su vez, el pasado viernes, la propaganda norcoreana, que hasta ahora había obviado la falta de acuerdo en la cumbre, también habló por primera vez del resultado negativo de la cita y culpó a Washington de la falta de acuerdo.
Aunque Estados Unidos y Corea del Norte dan versiones diferentes de lo acaecido en la mesa de negociación, el desacuerdo giró en torno al número de activos del programa nuclear norcoreano a desmantelar y el volumen de sanciones internacionales sobre Pionyang a aliviar como contrapartida.
Pese a la diferencias mostradas en el encuentro ambas partes concluyeron de manera amistosa la cita, una tónica que podría cambiar si Pionyang lleva ahora a cabo un nuevo ensayo de armas.
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