Hace cuatro años que Donald Trump juró su cargo como presidente de Estados Unidos. Pocos tomaron en serio al magnate que terminó gestionando un país en lucha contra el cambio climático, en conflicto diplomático con China o en la última gran crisis económica y sanitaria del país. Durante su mandato, Trump, un showman habituado a las cámaras y la televisión, ha dejado un reguero de momentos incómodos con otros líderes mundiales, con su propia familia o durante la gestión de la pandemia.
En las reuniones internacional, el republicano escandalizó por retirar un apretón de manos a la canciller alemana Angela Merkel, por besar al presidente francés Emmanuel Macron o por empujar, para salir él en primera fila de cámaras, al primer ministro de Montenegro, Dusko Markovic. Además, Trump fue objeto de múltiples burlas por mirar un eclipse sin las gafas necesarias o por servir decenas de hamburguesas del McDonald’s a los campeones de fútbol americano intercolegial. El mandatario también ha recibido muchas críticas por su misteriosa relación con su esposa, Melania Trump, a quien se le ha visto no cederle el sitio, no dejar espacio debajo de un paraguas o no esperar durante las presentaciones.
Pero, especialmente, Trump ha acumulado momentos comprometidos en este último año de lucha contra la covid-19. Escandalizó a los científicos al proponer en una conferencia inyectarse desinfectante porque “funciona al minuto” o al realizar una comparecencia pública sin mascarilla, unos días después de haber sido diagnosticado de coronavirus. El líder republicano terminó su show este año con las declaraciones que propiciaron el asalto al Capitolio de Estados Unidos, que le han valido convertirse en el primer presidente que afronta un segundo impeachment.
Suscríbase aquí a la newsletter sobre las elecciones en Estados Unidos
Source link