Serhii Lahovskyi volvió a Bucha después de que las tropas rusas se retiraran de la ciudad de Ucrania que llevaban semanas ocupando. Allí se encontró muerto a Igor Litvinenko, su mejor amigo de la infancia, pocos días antes del que hubiera sido su 30º cumpleaños. Estaba tendido en el hueco de una escalera junto a otro cadáver, con la cara cubierta de marcas y un disparo en la cabeza. “¿Por qué estos animales le dispararon así?”, decía Lahovskyi con los ojos rojos y gesticulando con ímpetu, como puede ver en el vídeo que acompaña a esta noticia. “Esto no es Rusia, esto es un monstruo”, espetó el ucranio. Él, junto a otros vecinos y amigos del fallecido, cavaron entre lágrimas una zanja en una zona arbolada de la calle como tumba improvisada junto a un bloque de viviendas. Los vecinos de Bucha tuvieron que envolver los restos de Litvinenko en alfombras antes de enterrarlo. Su amigo de la infancia era incapaz de levantarse para llevar el cuerpo: “¡Era mi hermano!”, decía llorando. Otra persona colocó dos cigarrillos en la tierra como ofrenda a su amigo.
Las autoridades ucranias aseguran haber encontrado más de 300 muertos en Bucha hasta el momento. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha calificado la matanza de Bucha “genocidio”, y ha pedido una investigación a la Corte Penal Internacional. El Kremlin, por su parte, ha rechazado las acusaciones y ha señalado a Ucrania por considerar que han escenificado las escenas de la matanza para “socavar a Moscú”, entre otros argumentos que EL PAÍS ha desmentido con ocho pruebas en vídeo.
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