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Volver a las raíces para crecer en la élite

En una de esas oportunidades de redención que casi siempre se presentan en el fútbol, el RCD Espanyol de Barcelona ha pasado del que fue su primer descenso en tres décadas a un esperanzador regreso a la élite en tan solo 304 días. Un viaje del abatimiento a la alegría encarnado por Raúl de Tomás, convertido en máximo artillero de la categoría de plata tras las molestias que le hicieron perderse duelos decisivos de la pasada campaña, o Diego López, aspirante al trofeo Zamora después de ser el tercer meta más goleado el curso anterior. Ellos son algunas de las estrellas de una metamorfosis a la que ha contribuido, fuera de los focos, otro equipo empeñado en encontrar la fórmula para regresar entre los mejores y ya no marcharse jamás. Aquí descubren su particular laboratorio donde, gracias a una nueva metodología basada en el big data y a nueva forma de trabajar el talento, han destilado una suerte de ADN espanyolista que al ser inoculado en cualquier futbolista le garantice su éxito con la camiseta blanquiazul.

Todo empezó el pasado junio, a las puertas del ingreso en LaLiga SmartBank, con una propuesta inédita. Rufete, el director deportivo perico, descolgó el teléfono para ofrecer a Hugo Blanco, entonces responsable de Proyectos Deportivos de LaLiga, un cargo inédito en el balompié español: el de director de identidad deportiva. En ese momento de cambio urgía volver a las raíces, pensó Rufete. Definir cómo querían jugar y qué valores deseaban proyectar dentro y fuera del campo. Precisar, en definitiva, un modelo alineado con la historia deportiva del club y que identificara a los más de 400 jugadores de la institución, desde la primera plantilla hasta los benjamines, pensando en “el futuro más allá de los objetivos a corto plazo”.

Hugo Blanco, a la derecha de la imagen, junto a Rufete en la ciudad deportiva Dani Jarque.

Ese fue el reto que asumió Blanco como nexo entre los técnicos y los responsables deportivos. Venía bien preparado, ya que se había pasado los últimos seis años conociendo al detalle las estructuras de los principales clubes españoles con la misión de empaparse de sus métodos y aplicarlos en los centenares de academias que LaLiga tiene repartidas por el mundo. Ajeno al sol veraniego, se puso manos a la obra bajo la tenue luz de una oficina donde estudiaba encuentros y registraba información.

También se rodeó de otros técnicos de los equipos inferiores y del mismo Rufete, con los que tras horas y horas de trabajo alumbró un libro de estilo que recogía lo mejor del Espanyol y de las decenas de equipos que había analizado: un extenso documento que establece punto por punto los rasgos fundamentales del juego colectivo del conjunto perico e, incluso, marca para cada posición, desde el defensa central al punta, qué funciones debe cumplir y qué indicadores serán tenidos en cuenta en su análisis y trabajo de desarrollo en el club.

Lecciones de un lateral que lo dio todo por el escudo

Javi Chica en su etapa como futbolista del primer equipo perico.

Hay pocos candidatos mejores que Javi Chica para explicar y ejemplificar lo que significa sentir el RCD Espanyol de Barcelona. Nacido hace 35 años en la capital catalana, el lateral pasó por todas las categorías inferiores del club hasta llegar a la primera plantilla, donde disputó más de 100 partidos y vivió momentos memorables como la final de la Copa de la UEFA de 2007. Una experiencia y significación como símbolo perico, prestigio ganado con su intachable sacrificio y entrega, por los que el club le hizo una oferta para incorporarse al fútbol base tras su retirada profesional.

El ahora entrenador del Cadete A intenta transmitir esa filosofía que desde la llegada del director de identidad se ha tratado de estimular. “Los chavales te ven como un referente. Saben que has jugado arriba y que no les mientes cuando les dices que el tren solo pasa una vez y que solo se consigue con esfuerzo. Los valores que aquí defendemos son la humildad, el sacrificio, la autosuperación”, enumera el exfutbolista, quien comparte opinión con otro antiguo jugador perico, Luis Blanco, que lleva las riendas del Espanyol B. “Conocer la casa nos da una ventaja para transmitir su esencia”, asegura. “Nos importa poco la edad, sino las aptitudes y actitud de cada jugador”, añade.

Chica es consciente de la transformación que vive una cantera a la que se incorporó antes de la construcción de la ciudad deportiva Dani Jarque, en Sant Adrià del Besós, donde el club está en plena reforma y digitalización de las instalaciones. A él le tocó foguearse en campos de tierra, combinar entrenamientos en campos situados en extremos opuestos de la ciudad y sufrir alguna de esas duchas frías que tan poco apetecen en invierno. Poco que ver con la tecnología, como los dispositivos GPS, con la que hoy miden el talento de las futuras estrellas.

Este evangelio futbolístico que no olvida los valores y la actitud dentro y fuera del verde se convirtió en la piedra angular del nuevo proyecto deportivo. No para condicionar el método del míster del primer equipo, Vicente Moreno, incorporado poco después de Blanco, y que confiesa “contar mucho con el fútbol base por la calidad de los jugadores y por la propia cultura del club”. Más bien con el objetivo de reforzar un “sentimiento de pertenencia” entre los recién aterrizados y sobre todo para facilitar y acelerar el salto a la máxima categoría de los jóvenes, indican los responsables del área deportiva. Moldeados en una serie de principios básicos, los que lleguen de abajo sabrán qué se espera de ellos y conocerán al dedillo el estilo independientemente de quién vengan las instrucciones en el vestuario.

El técnico Vicente Moreno durante un encuentro de esta temporada.

Esa es la principal estrategia del equipo para afianzarse en la élite. Tras realizar la mayor inversión de la historia en incorporaciones, cuando aterrizaron RDT, Cabrera y Embarba por cerca de 40 millones de euros en enero de 2020, Blanco y Rufete ponen el foco en “una de las canteras con mayor capacidad y tradición para formar profesionales”. Una opinión respaldada por la historia del segundo equipo que más veces ha ganado la Copa del Rey juvenil desde el 2000 y que logró su último gran trofeo en categoría profesional, la Copa del Rey de 2006, con la participación en la final de seis ases de la casa.

Luis Vicente Mateo, responsable de la academia blanquizul aterrizado en Barcelona tras una experiencia en el fútbol israelí, reflexiona: “Nuestra prioridad es formar jugadores para la élite, acelerar los pasos en su desarrollo y exponerles a situaciones similares a las que se encontrarán cuando alcancen el primer equipo. Esta temporada estamos siendo muy valientes con un filial de poco más de 19 años de media en el que entrenan y juegan habitualmente varios juveniles”.

Big data para acelerar el salto de nuevas promesas

En la presente temporada, cuatro canteranos (Darder, David López, Pedrosa y Puado) estaban entre los diez futbolistas con más minutos hasta la jornada 38, según datos de Transfermarkt, y tres promesas (Max Svensson, Omar El Hilali, y Jofre Carreras) han hecho su debut liguero. Además, la perla de 22 años Javi Puado se ha destapado como una de las principales bazas del equipo con 12 tantos y ocho asistencias.

Con el objetivo de hallar nuevos talentos, Blanco ha implantado una revolución metodológica basada en el big data creando una plataforma en la que todas las áreas —servicios médicos, psicólogos, técnicos— vierten registros de los juveniles y los jugadores del filial y la primera plantilla masculina y femenina. La herramienta llega a un nivel de detalle sorprendente, incorporando valoraciones de la fortaleza mental del equipo y de cada uno de los futbolistas en los partidos. “Antes, como en muchos clubes, todas las áreas trabajaban por separado y lo que hemos hecho es unificarlas para tener una visión de 360 grados. El objetivo es que de aquí a unos años conozcamos al detalle cada caso para saber cuándo podemos acelerar etapas de desarrollo teniendo en cuenta una gran cantidad de datos cuantitativos más la valoración cualitativa de los técnicos”, cuenta Blanco.

Muestra de la herramienta del club blanquiazul que permite seguir el rendimiento del equipo y cada jugador a nivel psicológico en competición.
Muestra de la herramienta del club blanquiazul que permite seguir el rendimiento del equipo y cada jugador a nivel psicológico en competición.

El trabajo con análisis de datos es también fundamental para el cuerpo técnico del Espanyol, argumenta el técnico Vicente Moreno: “Hay una cantidad brutal de datos que son monitorizados y que nos ofrecen oportunidades a la hora de tomar decisiones reduciendo el margen de error”.

Superado el sufrimiento de la campaña del descenso, en la que asumió la responsabilidad de dirigir al equipo en las últimas jornadas, Rufete cree que en estos meses se han sentado las bases para que los blanquiazules afiancen su estatus de equipo histórico del fútbol español. “Creo que dimos un doloroso paso atrás pero nos hemos levantado y volvemos habiendo dado dos hacia adelante. El paso del tiempo dirá si se ha marcado el camino correcto, pero yo creo que ahora el club va en una buena dirección”, zanja el director deportivo.

Rufete, a la derecha de la imagen, celebra el ascenso junto al futbolista Adrián Embarba.
La plantilla del RCD Espanyol de Barcelona celebra el ascenso a LaLiga Santander en el césped de La Romareda.

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