Coge la copa, mira el interior, la mueve, espera un poco y, por fin, bebe. “¿Qué os parece?”, pregunta esperanzada. En las bodegas Sierra Cantabria, Xandra Falcó da a probar su nuevo vino, en realidad el primero, ya que supone su debut lejos de las bodegas familiares del marqués de Griñón. Pero es algo más, representa el renacer tras un año fatídico en el que perdió primero a su padre, Carlos Falcó; luego a su tío Fernando, marqués de Cubas, y a su marido, Jaime Carvajal, cuyo recuerdo está vinculado a la historia y elaboración de este vino, que lleva sus iniciales, XF. “Íbamos a llamarlo Marquesa de Mirabel, pero pensamos que se podía confundir con los viñedos de Angelina Jolie, esos que acaba de vender, y que se llaman Miraval. Así que optamos por mis iniciales”, cuenta.
Ha viajado a Laguardia (Álava) para estar presente en la fase final de la vendimia. Un grupo de trabajadores portugueses se encarga de todas las tareas, pero ella no pierde detalle. A las ocho de la mañana, aún de noche, llega al viñedo. “Cuando dejé las bodegas de mi padre, sentí la necesidad de hacer algo por mi cuenta. Elaborar un vino rosado siempre estuvo en mi cabeza. Quería algo diferente, algo fresco, joven…”, recuerda en este ya otoñal escenario vitivinícola. “Fue mi tío Fernando quien me presentó a los Eguren”. Ellos son ahora sus socios en esta aventura que se cultiva en una zona privilegiada de la Rioja Alavesa.
“El año pasado produjimos 19.000 botellas del vino de Xandra, este año serán 30.000″, anuncia Miguel Eguren. Su hermano Marcos, destacado enólogo, fue quien creó XF siguiendo las indicaciones precisas de Falcó. “Al principio intenté convencerla de que no fuera un vino rosado, pero ella lo tenía claro”, relata mientras ella sonríe a su lado.
Xandra Falcó reunía todos los requisitos para ejercer de niña bien. Hija de Carlos Falcó y Jeannine Girod, miembros de dos familias adineradas y aristocráticas, podía haberse dedicado a vivir de su apellido y patrimonio. “Sí, pero mis padres eran dos personas muy modernas. Estudié en el extranjero, conocí otras culturas y me inculcaron los principios de compromiso y responsabilidad”, dice ella. Hoy es presidenta de la Real Fundación de Toledo, una institución cultural privada para la conservación y revitalización de la parte histórica de la ciudad, y, a su muerte, sucedió a su padre en la presidencia del Círculo Fortuny, una asociación que agrupa a 61 grandes firmas del lujo español. A sus 54 años, Xandra Falcó mantiene toda su fuerza. Se parece físicamente a su padre, sobre todo cuando sonríe y se pone un sombrero. En su carácter se adivina también la determinación de su madre, que durante más de 20 años fue la pareja del presidente del Real Madrid Ramón Mendoza. De su abuela paterna heredó el marquesado de Mirabel, un título nobiliario creado en 1535 por Carlos I. “Ser noble supone compromiso y la obligación de corresponder con lo que he recibido”, dice la empresaria.
De la misma manera que Xandra Falcó interpreta ser aristócrata en el siglo XXI como un compromiso con los demás, trabaja para que el mundo del lujo no se vea como el espacio de unos pocos. Fue Carlos Falcó quien impulsó el Círculo Fortuny y su hija mayor pronto comenzó a colaborar con él. “El lujo es excelencia, el trabajo bien hecho, y eso tiene que ver con la artesanía. España tiene unos profesionales excepcionales y debemos poner en valor este potencial como han hecho otros países europeos, por ejemplo, Francia e Italia”, insiste.
Ahora está ilusionada en promover la cerámica de Talavera a través de la Real Fundación de Toledo. Esas piezas son para ella un claro ejemplo de lo que es su idea del lujo. “Conseguimos que la RAE modificara la definición de lujo, que era algo peyorativa porque el lujo es también el trabajo de los artesanos, que son la excelencia”, concluye.
Evelio Acevedo, director gerente del Museo Thyssen, trabajaba con Carlos Falcó y ahora con Xandra: “No tuvimos duda de que ella era la persona que mejor podía hacerse cargo de la presidencia del Círculo Fortuny tras la muerte de su padre. Además de continuidad ha aportado una visión nueva. Además de la artesanía, en el Fortuny se está impulsando la comisión de nuevos talentos para rescatar la riqueza patrimonial española”. Y añade: “Es muy seria y honesta, dos de las cualidades que tenía su padre. También posee una gran energía para innovar desde la excelencia. Una de las cosas que nos une es nuestro interés por la sostenibilidad, entendida como el respeto por todo aquello que te rodea. Es una filosofía que compartimos”.
El trabajo artesanal, Xandra Falcó lo aprendió en contacto con el campo. “Conocí a Xandra en 1996 cuando era director de marketing de Marqués de Griñón”, explica Enrique Valero, que ahora es director general del hotel y la bodega Abadía Retuerta Le Domaine. “Estuve 10 años con su padre. Ella ha mamado el campo desde que nació y se nota en la manera en que trata el producto. Por otro lado, ha estudiado fuera y eso le da una visión muy amplia. Tiene una gran capacidad para movilizar a la gente. Es una líder que sabe poner de acuerdo a gente de sectores tan diferentes como podemos ser los del mundo del vino y los de la perfumería. Se parece mucho a su padre, pero se nota que es de otra generación sobre todo en lo que concierne al mundo de la digitalización”, añade.
Le gusta rodearse de mujeres —”en el Círculo Fortuny todas lo somos en el equipo de gestión”, insiste la propia Falcó— y critica los equilibrios que a veces se hacen para ocultar gestos machistas, como cuando la llaman para que en una foto haya alguna mujer. “Xandra se maneja muy bien en un mundo de hombres, tal vez porque desde siempre le ha tocado vivir en él. Quizá eso lo que te obliga es a poner algo más de energía y a tener que demostrar algo más que un hombre”, relata Rosa Tous Oriol. “Es tremendamente activa y muy positiva”, dice la empresaria de joyería. “Tiene la capacidad de escuchar todas las voces, aunque ella tiene las ideas muy claras y lucha por defender sus argumentos. Su proyecto, nuestro proyecto, es con la excelencia. Poner en valor las empresas españolas y no solo las grandes: hay muchos artesanos, por ejemplo, que hacen cosas increíbles”, añade Tous.
Rosa y Xandra provienen de empresas familiares y por eso tienen cosas en común. “Cuando me preguntan cómo es trabajar en una firma así, respondo que nunca he estado en una que no lo fuera. A mí me ha ido muy bien. He crecido y evolucionado en ella. Nosotras, eso sí, somos de otra generación y más transparentes. Sabemos que tenemos que defender nuestros proyectos y para eso tenemos que estar, hacernos visibles. Xandra es tímida pero sabe que tiene un trabajo que hacer”, explica Rosa Tous.
Xandra Falcó educa a tres hijas adolescentes. “Estaba con la mayor en el Teatro Real cuando me llamaron de la bodega para preguntarme si seguíamos adelante con el proyecto del vino en el que estábamos trabajando, era el momento de la vendimia. Mi marido había fallecido un mes antes y no estaba pensando en eso. Fue mi hija quien me animó: ‘Papá te apoyaba en esto, tienes que seguir”, recuerda. En un alto en los trabajos de la vendimia, recuerda el día en que ella y sus hijas descorcharon la primera botella. “En ese momento noté que tenía la compañía de los que ya no estaban. Este vino significa el renacer tras un año tremendo”, añade. En su dedo luce dos alianzas de boda: la suya y la de su esposo.
—Y para usted, ¿cuál es su mayor lujo?
—Estar con mis hijas.
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