Durante los primeros meses de la pandemia adelgazó cinco kilos. El mes del colapso estaba a punto de cerrar una ronda de financiación de 17 millones de euros y el pánico al virus paralizó la ampliación en la última fase. Esa en la que los trabajadores tenían que acceder a casas ajenas para montar muebles, cocinas o armarios. Yaiza Canosa (A Coruña, 1993) es la fundadora y CEO de GOI, operador logístico enfocado en el transporte y montaje e instalación de mercancías formado por una plantilla de 100 personas y 400 puestos de trabajo indirectos. Su compañía podía seguir operando porque su actividad estaba catalogada como esencial, pero el pánico siempre es paralizante. “No estaba preocupada desde el punto de vista operativo, sino de seguridad; quería averiguar cómo convertir una empresa logística en una firma en la que todos los trabajadores se sintiesen protegidos”, comenta. Con todo, consiguió cerrar la ronda de financiación, reconstruir la compañía para seguir operando con cierta normalidad y llegar a una conclusión que ya intuía: la empresa es el equipo. “La gran revelación de esa crisis fue confirmar que, si tienes un equipo comprometido y estás rodeado de buena gente, es imposible fallar. He fichado a gente con muchísimo talento y cero empatía que han sido un desastre”.
GOI, que tiene un volumen de negocio de 20 millones anuales, es algo así como SEUR, pero centrado en artículos voluminosos y con un equipo de personas que entran literalmente hasta la cocina de tu casa y no se van hasta colocar la última alcayata de la campaña extractora. Ahora mismo la compañía flirtea con la salida a Bolsa, pero sin olvidar que sus orígenes están relacionados con la morriña. En 2012, año en que Yaiza se mudó a Barcelona, no existía ninguna compañía capaz de enviar chorizos, patatas o huevos desde Galicia de forma rápida y ágil, así que pensó una solución, buscó financiación y montó una empresa capaz de transportar productos en tiempo récord. “No soy creativa, soy resolutiva. Más que ideas ingeniosas, he tenido problemas y he pensado en cómo solucionarlos”.
Su cabeza es como una especie de software ultrarrápido que dispara ideas sin trazas de arrogancia. Es consciente de su ambición, sus habilidades para los negocios y también de que no está en deuda con nadie, porque todo ha salido de su cabeza y de su empeño en convertir conceptos en cosas reales. A los 16 años pintó un powerpoint en el que explicaba cómo el data —esa palabra, hace 10 años, era una rareza— podría hacer más competitivo el sector audiovisual a través de un algoritmo que recogiese los intereses del público y sirviese para afinar propuestas artísticas. Buscó cinco productoras en Galicia. Le respondieron dos y una desarrolló su idea.
Es consciente de su talento, pero de forma tranquila: “Se me da bien pensar ideas y ejecutarlas. Soy malísima con las manualidades, por ejemplo. La clave es descubrir en qué eres bueno e intentar hacerlo. Ya sea dirigir una empresa o vender perritos calientes”. Le da alergia el buenismo y cree que el mantra “Persigue tus sueños” ha dañado ya a varias generaciones. “Estamos rodeados de pésimos abogados que estudiaron Derecho porque alguien les dijo a los 18 años que el éxito era tener una licenciatura. Y eso es extrapolable a todos los ámbitos. Es culpa de una sociedad que exige triunfar y un sistema educativo que no tiene tiempo para explorar las capacidades individuales”.
El 40% de la plantilla de GOI está en la empresa desde el primer día. Es un porcentaje excepcional para el sector IT, donde existe una rotación muy alta. No cree en los departamentos de recursos humanos, pero sí en la intuición, la motivación y el trabajo bien remunerado. “Busca a los mejores y asegúrate de que estén motivados”, resalta. Se ha equivocado fichando, pero cada vez menos. “Doy por hecho que, si alguien se presenta a un puesto, tiene las capacidades. Me interesa cómo se comporta, quién es esa persona, qué relación tiene con su familia… Ese tipo de información me aporta mucho más que si has estado 10 años en la mejor start-up de San Francisco. Porque a lo mejor es un gilipollas”, dice.
Está obsesionada con la creación de proyectos que tengan impacto social. Actualmente está manteniendo reuniones con inversores e instituciones internacionales para dar forma a un proyecto que aspira a darle un aire nuevo a la educación y la forma de liderar empresas en España en las próximas décadas. “Creo que hay otra forma de liderazgo para conseguir mejores profesionales, con más valores y que impacten en el tejido empresarial de este país”. No se puede contar más. Pero si pensando en cómo trasladar huevos de Galicia a Barcelona ha levantado una empresa que prevé terminar 2021 con una facturación de 20 millones de euros, que tiemble Montessori.
Source link