Encerrado en su casa de La Habana, bloqueado por agentes de la Seguridad del Estado, apartado de las cámaras por la bandera cubana que tapa su edificio, Yunior García se ha erigido los últimos días en el estandarte de las las ansias de cambio en la isla caribeña. Aunque no pudo marchar el domingo en solitario como se había propuesto, el dramaturgo de 39 años le ha dado un duro golpe al régimen. El Gobierno de Miguel Díaz Canel ha respondido a la convocatoria de ciudadanos que pretendían salir a marchar pacíficamente plagando las calles de La Habana de agentes de policía y sitiando y deteniendo a las voces críticas del castrismo.
García es hijo de esa revolución. Si bien formó parte del aparato cultural muy sometido por el régimen, sus inquietudes lo llevaron a cuestionar un sistema, que se abalanza contra la disidencia y cualquier voz crítica, aunque ésta se produzca en un poema, una canción o un tuit. Al salir a las calles en las protestas espontáneas del pasado 11 de julio, los jóvenes dijeron que apelar al romanticismo revolucionario no es ya una opción para ellos.
García ha explicado que el objetivo de la marcha convocada para este lunes es “sacudir a su país”. “Hacer que la gente tome conciencia, generar un debate que provoque cambios. Una buena parte de la población fingía no interesarse en asuntos políticos y evitaba buscarse problemas. Ahora la gente cree que puede lograr cambios y está decidiendo participar, sobre todo los más jóvenes, cuya única esperanza era marcharse del país. Quienes no pueden irse o han decidido quedarse saben que deben tomar las riendas de su destino, participar en la realidad y provocar cambios en su beneficio. Queremos que eso ocurra de la manera más pacífica y cívica posible”, ha explicado el dramaturgo a la agencia EFE. Después que publicaran la entrevista, el Gobierno retiró sus credenciales de prensa a sus corresponsales el sábado, aunque después se las devolvió a dos de ellos. Además, las casas de varios periodistas amanecieron sitiadas por agentes de la Seguridad del Estado.
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Yunior García nació en Holguín, una ciudad localizada al este de Cuba, cuyos pobladores tienen fama de aguerridos, primero por enfrentarse a la Corona española y luego por el rechazo contra la dictadura de Fulgencio Batista. García se ha dedicado desde muy pequeño a la actuación, con grupos locales que creados con sus amigos. A los 17 años ingresó a la prestigiosa Escuela Nacional de Arte (ENA) a estudiar actuación. Ha sido precisamente su inconformidad con un teatro, muy ligado al discurso oficial, lo que le llevó a indagar en unas formas de creación y con ello a cuestionar no solo la cultura, sino también al sistema, hasta convertirse en una figura prominente de la generación joven que exige cambios.
Ha sido García el principal impulsor de la llamada Marcha Cívica por el Cambio. Él también ha creado la plataforma Archipiélago tras la protesta de 300 jóvenes artistas a las puertas del Ministerio de Cultura el 27 de noviembre de 2020, producida tras la detención de varios integrantes del disidente Movimiento San Isidro. Archipiélago reúne a un grupo de artistas que desde las redes sociales exigen apertura y un cambio político en Cuba. “Constituye un espacio plural en el cual es importante la existencia de ideas diversas, donde aprendamos a sacar los consensos, por lo menos lo que nos une dentro de esa diversidad, pero respetando la diferencia, la posibilidad de que el otro tenga su parte de verdad y que podamos sacar una verdad colectiva, digamos, sin anular esa diferencia que nos caracteriza”, ha explicado García.
La marcha impulsada para este lunes, y promovida desde las redes, pronto generó la atención de la prensa y mucha expectativa internacional, por lo que el régimen la declaró ilegal y la consideró una “provocación desestabilizadora”. Frente a la posible movilización de todo el aparato de seguridad para impedir la manifestación, García avisó de que marcharía en solitario el domingo “en representación de todos los ciudadanos a los que el régimen ha privado de su derecho a manifestarse”. Iría vestido de blanco y con una rosa también blanca en las manos, como la rosa blanca del poema de Martí, cultivada tanto para el amigo sincero como para el pérfido que se encierra en la crueldad.
“Estoy listo”, afirmó el domingo, pero pronto fue aislado y repudiado. La prensa internacional acreditada en La Habana, que se trasladó hasta su barrio, no pudo acceder ese día al edificio, porque las fuerzas de seguridad crearon un perímetro de 200 metros. “Según Miguel Díaz-Canel, los que apoyan al régimen han pasado de ser “inmensa mayoría” a ser “suficientes”. “Ya nunca más podrán hablar de grupúsculos. Los que pedimos un cambio somos una parte considerable de este pueblo. Necesitamos urnas, no órdenes de combate”, escribió García en Twitter a finales de octubre. Su voz ha tenido una resonancia internacional y son varios gobiernos los que han exigido respeto a su integridad. Como escribió el domingo la escritora nicaragüense Gioconda Belli, “el miedo tiene miedo a un hombre que camina con una rosa blanca”.