“Allá arriba, es Dios. Aquí abajo, es Kaunda”, cantaban los escolares del pueblo.
“No me gustaba eso cuando era niño”, dijo.
Ha ido tras la corrupción, endémica en el gobierno anterior. Transparency International estimó que en dos años se robaron 100 millones de kwacha, unos 6,4 millones de dólares, del Ministerio de Hacienda. Muchos ex funcionarios, incluidos seis ministros, han sido investigados por corrupción, y la ex primera dama Esther Lungu está siendo investigada, con algunas de sus propiedades incautadas.
Como para recalcar su punto, Hichilema dijo que cuando los líderes juveniles de su partido, el Partido Unido para el Desarrollo Nacional, intentaron apoderarse de una mina privada en febrero, él no se interpuso en el camino de la policía. Los miembros del partido fueron encerrados.
“Pensaron que ahora que están en el cargo, pueden hacer lo que estaban haciendo los demás”, dijo, refiriéndose a las prácticas corruptas de su predecesor. “No pueden”.
Emmanuel Mwamba, miembro del comité central del anterior partido gobernante, el Frente Patriótico, no negó que hubo corrupción bajo la administración anterior y describió la lucha inicial de Hichilema contra ella como “noble”. Pero dijo que la campaña había “degenerado en una lucha política contra sus oponentes”.
En Zambia, una de las sociedades más desiguales del mundo, el 60 por ciento de las personas vive en la pobreza.
Es a los pobres a quienes el Sr. Hichilema habla con más pasión acerca de servir. Pero también son los pobres los que se verán más afectados por el acuerdo que logró con el fondo monetario, dijo Chelwa, el economista. Lo atribuyó a la expansión de un impuesto al valor agregado, la eliminación de los subsidios a los combustibles y la reducción de los subsidios agrícolas, y el aumento de las tarifas de electricidad, todo mientras los impuestos a las ganancias corporativas se mantienen “increíblemente bajos”.
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