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Zidane: “Disfruto en los partidos, pero mucho más en los entrenamientos”


El Espanyol despidió a Abelardo. Con el equipo en la última posición de la tabla, a ocho puntos de la salvación, y tras dos derrotas consecutivas, frente al Levante (1-3) y ante el Betis (1-0), la cúpula blanquiazul optó (de nuevo) por un cambio en el banquillo. La decisión fue liderada por el director general, José María Durán, el director deportivo, Rufete, y supervisada por el presidente Chen Yansheng. Las negociaciones, entre los directivos del club catalán y el representante de Abelardo, se produjeron en la madrugada del sábado y se le comunicó al técnico asturiano durante la mañana. Será Rufete, que asumió en su nuevo cargo el pasado 9 de junio, el que se hará cargo del Espanyol hasta el final de temporada. “El club ha tomado esta decisión fruto del rendimiento deportivo del primer equipo y con la clara voluntad de salvar la categoría del conjunto blanquiazul en Liga”, informó el Espanyol.

Rufete dirigió su primer entrenamiento el sábado por la tarde y este domingo se estrenará en el banquillo ante el líder de LaLiga, el Madrid (22:00 horas, Movistar Partidazo). No es un buen momento, mucho menos un buen rival: el conjunto blanquiazul ha sumado cuatro de los últimos 30 puntos ante el Real. “Sé que es un momento difícil. Nadie se lo esperaba. Pero mientras haya esperanza, lo tenemos que intentar. Creo que era algo que debía hacer. Estoy para dar la cara, siempre. Cuando tienes la sensación de que puedes cambiar cosas, hay que estar. Mi reto es que nuestros jugadores salgan al campo pensando en que no son inferiores al Madrid. Tenemos que disfrutar. Tenemos que hacer nuestro partido y no mirar más allá”, dijo Rufete, que será el cuarto entrenador del Espanyol en la temporada. La campaña la comenzó David Gallego: cinco puntos en las primeras ocho jornadas. Su reemplazante, Pablo Machín, no corrigió el rumbo. El exentrenador del Girona y del Sevilla estuvo solo 10 partidos en el banquillo de Cornellà y también consiguió cinco puntos. En diciembre, en plena disputa de poder entre Óscar Perarnau, exdirector de fútbol (se marchó en mayo después de ser relegado) y, Rufete, por entonces secretario técnico, se volvió a cambiar de entrenador. Rufete coqueteó con tomar él las riendas, pero prefirió la experiencia de Abelardo, que ya había salvado del descenso al Alavés en el curso 2017-2018.

No le funcionó la misma receta al asturiano. En sus 17 partidos en Cornellà, consiguió 14 puntos. “El Espanyol agradece a Abelardo y a su cuerpo técnico su implicación durante estos meses de trabajo y les desea todos los éxitos personales y profesionales”, expresó la entidad blanquiazul. “El cuerpo me pide deciros que me he sentido querido, apoyado y valorado. Desde el primer día me habéis transmitido que este club era mi casa y vosotros mi nueva familia, lo cual no era fácil teniendo en cuenta mi pasado [como jugador del Barcelona]. Sois muy grandes, os merecéis lo mejor”, contestó Abelardo.

Tras el regreso de LaLiga, el Espanyol de Abelardo había amagado con despegar del fondo de la tabla. Triunfo ante el Alavés (2-0) y empate frente al Getafe (0-0). Pero frente al Levante algo se rompió con el vestuario. “Hay que dejarse la piel, y hubo jugadores que no me transmitieron eso”, se quejó el preparador asturiano. “Lo fácil es señalar a los futbolistas. No nos daba ninguna solución”, replicaban, en privado, desde el vestuario. Tensión con el grupo, también con los directivos. “No queda otra que seguir luchando”, sostuvo Abelardo, sin derrochar optimismo, después de perder frente al Betis el pasado jueves. A Chen Yansheng no le gustó nada la actitud de Abelardo, mucho menos después de su desesperada apuesta en fichajes en el mercado de invierno.

Mala planificación

“El problema es la mala planificación deportiva. Es una plantilla que no está bien estructurada. Faltan jugadores en determinadas posiciones y es un grupo sin líderes”, se quejaban desde el cuerpo técnico de Pablo Machín. El Espanyol invirtió 59,5 millones de euros durante la campaña 2019-2020, 40 la última ventana para intentar revertir los errores del verano. El Espanyol le pagó la cláusula de Cabrera, un central duro, al Getafe (nueve millones). Misma fórmula para fichar a un extremo como Embarba (10) al Rayo y pagó lo nunca visto en su historia por los goles de Raúl de Tomás (20,5), que no encontraba su lugar en el Benfica. El madrileño ilusionó con su acierto (cuatro dianas en sus primeros cuatro partidos), pero se atrapó con las lesiones. Primero un problema en los aductores y después una tendinitis en la rodilla que lo trae dolores de cabeza desde marzo. Jugó media hora ante el Alavés, se perdió los duelos ante el Getafe y Levante y regresó ante el Betis. Ahora lo espera el equipo en el que se formó: el Madrid. Un camino minado para el Espanyol, que en el calendario tiene a la Real Sociedad, al Leganés, al Barcelona, al Eibar, al Valencia y cierra LaLiga ante el Celta de Vigo. “Jugadores mercenarios”, “Jugar con nuestra pasión acarrea consecuencias”, fueron algunas de las pintadas que aparecieron el sábado por la mañana en la Ciudad Deportiva y en el estadio de Cornellà. “Muchas veces, desde fuera, las cosas se ven desde otra perspectiva. Tengo una parte de responsabilidad, pero nuestros jugadores son muy buenos. Lo primero que le dije a los jugadores es que para jugar al fútbol hay dos cosas muy importantes: querer y respetar a tu profesión. Cuando eso pasa, las cosas cambian”, explicó Rufete.

En el siglo XXI, solo cinco equipos han jugado todas las temporadas en Primera: el Madrid, el Barça, el Athletic, el Valencia y el Espanyol. Parece difícil que el conjunto blanquiazul conserve su estatus, hundido en LaLiga, hace tiempo perdido en los despachos: en los cuatro años y medio de Yansheng como presidente y máximo accionista del Espanyol han pasado por el club tres directores generales, cuatro responsables deportivos y, ahora, con Rufete, ya se cuentan siete entrenadores.


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