Europa ya es historia para una Real Sociedad que ni siquiera marcó un gol que le hiciera creer en el milagro. El 2-0 de la ida fue una losa demasiado pesada para la escuadra txuri urdin, que tuvo su momento a falta de 20 minutos, con un balón al larguero de Oyarzabal y un cabezazo corajudo de Zubeldia que salió lamiendo el travesaño. Al equipo de Mourinho no le hizo falta atacar para someter a una Real plana en muchos momentos, pero que también tuvo arreones de entrañas y fútbol, especialmente al final del encuentro con los cambios. La Europa League en este caso muere una estación más lejos que habitualmente, en octavos de final. Y, aunque la escuadra txuri urdin estuvo fuera de la eliminatoria desde el inicio del primer duelo, por lo menos dejó su sello de calidad. Pero sin goles no hay paraíso en Europa.
La ola de Mourinho pasó por encima de una Real que no está concebida para aplicar descargas eléctricas a un partido plano que el rival dedica exclusivamente a aplatanar, a matar, con todo tipo de marrullerías y sublimando al arte del antifútbol. Era difícil tratar de no ahogarse con dos goles en contra. Pero por lo menos la Real tuvo el coraje de percutir hasta el final, para morir en la orilla. Ya sólo queda la Liga, en la que hay que espabilar. 35.000 almas txuri urdin trataron de ayudar a su equipo, pero la noche no fue mágica, ni será inolvidable. Ésas están por llegar.
Oyarzabal arriba
Imanol se decantó en el ‘once’ inicial por el corazón de Oyarzabal, que está todavía lejos del capitán que deslumbraba, en lugar de la chispa desbordante de un Kubo que estaba siendo el mejor durante la crisis de juego. Atrás, el ‘rombo mágico’ y los de siempre.
Antifútbol de Mou
Y el primer varapalo fue comprobar que la Real no es que no atosigara a su oponente desde el primer suspiro, como se había proclamado los días anteriores, es que no olió el cuero en cinco minutos. Para acosar, primero hay que tener el cuero y la Roma lo escondió y comenzó a desarrollar ese estudiado plan de ir erosionando al rival en base a una presión asfixiante y constantes interrupciones de juego, consistentes en faltas y jugadores en el suelo. Cada infracción era un minuto perdido. En esos términos de pérdidas de tiempo y simulaciones de lesiones, fue mucho peor que el Cádiz dos semanas antes. Antifútbol favorecido por un colegiado a favor de obra italiana que lo pitaba todo. Mourinho, el perro del banquillo, logró el primer objetivo de poner cloroformo en pleno rostro de una Real, que, para cuando levantó la cabeza, ya era el minuto 15 y no había sabido aprovechar esa primera ola emocional emanada del brutal recibimiento del respetable con el Txuri Urdin.
Susto en el 15′
Es más, el plan casi le sale fetén a Mourinho ya desde el inicio tras otra acción en la que Spinazzola desbordó a un horrible y superado Gorosabel. Zubeldia tuvo que derribarle con una falta que provocó su amarilla y un chut de Dybala envenenado por Sorloth que estuvo a milímetros de colarse cerca del palo, con Remiro a tres metros del balón.
El susto agitó a la Real, que comenzó por fin a asomar por el campo enemigo, pero con enormes dificultades para conectar con los dos de arriba. Merino, Silva y Brais encontraron la fórmula por lo menos de acercarse al área con combinaciones eléctricas al primer toque, pero la jugada siempre moría al llegar a zona de peligro. Lo intentaron Brais, asistido por Oyarzabal, y Merino, genialmente habilitado por un chisporroteante Silva, pero sus disparos fueron demasiado centrados, inocuos para Rui Patricio.
Gol anulado a Smalling
Faltaban estímulos desde el verde para que el ambiente reventara y en Anoeta se hizo el silencio cuando la Roma marcó de otro córner espantosamente defendido por la Real, con Remiro dentro de su propia portería. Marcó Smalling a placer, pero con la mano.
Al descanso parecía que Mou, que mandaba a un sicario a protestar al cuarto árbitro, tenía el partido justo donde quería. Sí, una Real, bonita, combinativa, pero con menos filo que una cuchara.
La actitud tras el descanso fue otra. Seguro que los gritos de Imanol causaron su efecto. La Real salió más agresiva, con los ojos inyectados en sangre y generó su primera oportunidad de verdad. Tras una buena secuencia de pases, Brais ‘baloneó’ la cabeza de un Sorloth que estaba solo en el corazón del área, pero al que le falló el giro de cuello.
Oyarzabal, al larguero
La Real no salía de espesor, ni cuando la Roma renunció del todo a atacar. Y aún así tuvo su momento, la ocasión de reanimar una eliminatoria muerta. Y ahí le golpeó con el mazo la Diosa Fortuna. Oyarzabal voleó como pudo el córner de Brais y rechazó Rui Patricio, que vio cómo el segundo golpeo a la remanguillé del ’10’ lo escupió el larguero antes de botar llorando más allá de la línea.
Esa ola sí la cogió la Real, que de nuevo acarició el 1-0 con un espectacular cabezazo de Zubeldia, tras otro regalo de Brais, que se fue lamiendo el larguero.
Los cambios dieron un punto más de electricidad, sobre todo con la salida de Kubo (tardó demasiado en saltar) y de Cho. Pero ya no hubo ni ocasiones y comenzó a reinar el silencio. Quedan 15 partidos, todos de Liga, para tratar de conseguir un puesto en la Champions.
Una lección más. Una opción de título menos.
Real Sociedad: Remiro; Gorosabel (Sola, min.70), Zubeldia, Le Normand, Rico; Zubimendi, Brais (Cho, min.78), Merino; Oyarzabal (Kubo, min.70), Sorloth (Carlos Fernández, min.62).
Roma: Rui Patricio; Karsdorp (Zalewski, min.41), Mancini, Smalling, Ibañez, Spinazzola; Matic, Wijnaldum; Pellegrini (Bové, min.85), Dybala (El Shaarawy, min.75), Bellotti (Abraham, min.75).
Goles: No hubo
Árbitro: István Kovács (Rumanía). Amonestó a Karsdorp (min.6), Zubeldia (min.12), Mancini (min.16)., Rico (min.38), Smalling (min.98), Carlos Fernández (min.90 y 98). Expulsó a Carlos Fernández en el 98′.
Espectadores: 35.054 en Anoeta
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