Era lo que Argentina y Messi necesitaban. Una producción sin ningún “pero” en un partido híper caliente como lo es cada clásico con Uruguay. Esta vez no hubo distracciones ni errores insólitos que arruinaran sus buenos momentos y dilapidaran sus merecimientos. Fue un triunfo irrefutable, de principio a fin, con una colección de interpretaciones individuales convincentes y con el genio, Leo obvio, conectado al extremo con la historia en cuestión.
Aunque la clasificación no estaba en duda porque cuatro de las cinco selecciones pasarán a cuartos, era clave para Argentina ganar pensando en terminar el grupo primero o segundo y así cruzarse con Brasil (el máximo candidato) solamente en la final. Lo mejor era hacerlo así, con modos que tranquilizan, que potencian la confianza de todos, como para seguir avanzando convencida en este proceso de renovación. Borró a Suárez, Cavani y compañía.
Sorprendió Scaloni con la formación inicial porque hizo varios cambios, todos del medio hacia atrás. Aparte del regreso de Cristian
Romero (clave en el corazón de la defensa), el técnico modificó los dos laterales (Nahuel Molina y Marcos Acuña por Montiel y Tagliafico) y el volante central (Guido Rodríguez por Paredes, además con una molestia en la zona costal). Todo persiguiendo mayor solidez, todo para escaparle a las fragilidades que había exhibido Argentina en tramos de sus últimos dos partidos, contra Colombia por las Eliminatorias y ante Chile en el debut en esta aventura brasileña.
De nuevo, como en esos dos empates anteriores, Argentina marcó tendencia en el primer tiempo imponiendo superioridad en el juego y sacando ventaja en el resultado. Sin arrasarlo, logró transformar a Uruguay en una sombra.
Los cuatro futbolistas que eligió Scaloni para marcar el tablero vaya sin rindieron. Cuti Romero neutralizó a Suárez y a Cavani cada vez que se cruzaron. Molina, por la banda derecha, se desplazó sin complejos. Acuña, por la izquierda, armó una buena sociedad con Nicolás González. Y en la zona medular, Guido Rodríguez, mucho más “5” clásico que Paredes, equilibró, manejó los tiempos y hasta impuso presencia en el juego aéreo, liberando además a De Paul y a Lo Celso.
Al cabo, Argentina le regaló a Messi un contexto saludable. Entre Lo
Celso y Nico González arrimaban la pelota para que Leo no debiera retroceder tanto. Así el 10 lastimaba. Primero el fenómeno enganchó hacia adentro y sacó un zurdazo que desvió Muslera y que Lautaro, solo pero incómodo, no pudo empujar. Después, el genio, a la salida de un córner, metió un centro exacto que Guido Rodríguez convirtió en todavía más bueno con el cabezazo cruzado del 1-0. Y también fue Messi el que dibujó una corrida electrizante imantando defensores que en vano querían sacársela y liberándole el callejón a Molina, quien surgió vacío, recibió el pase de Leo y provocó otra atajada salvadora de Muslera.
Lo mejor Argentina lo construyó en los primeros 25 minutos. Ahí estableció una superioridad clara. Luego, en el resto de ese primer tiempo, controló el desarrollo y anuló a Uruguay. Perdía Cavani. Suárez casi no entraba en juego. No pesaba el mediocampo conformado por Valverde, Torreira, Bentancur y De la Cruz. La selección de Oscar Tabárez no generó ninguna chance de gol nítida. Sólo se acercó con un rechazo imperfecto de Otamendi que por poco no terminó adentro del arco del más que seguro Emiliano Martínez. Eso sí, Uruguay tiene derecho a una queja: pareció penal el toque leve de Guido Rodríguez a Cavani, pero el VAR opinó lo contrario.
La incógnita era cómo resolvería Argentina el segundo tiempo. ¿Caería en los mismos errores de partidos anteriores o lograría consistencia? ¿Encontraría mayor eficacia para definirlo y no sufrir?
Los entrenadores movieron piezas en el tramo final. Scaloni sacó en los primeros minutos a Lo Celso (golpeado) y a Lautaro (impreciso, sin conectarse con el equipo) para poner a Palacios y a Joaquín Correa (¿por qué no al Kun?). Tabárez trató de darle una vuelta al inexpresivo Uruguay. En el descanso, Nandez por Bentancur. Al ratito, Vecino y Brian Ocampo por Torreira y De la Cruz. Más tarde, uno incluyó a Di María por Nico González (de muy buenos 45 iniciales) y el otro a Facundo Torres por Giovanni González.
Uruguay exhibió apenas un poco más de intensidad, pero siguió vacío de ideas. Apenas asustó con un centro de Viña que atravesó el área sin que pudieran impactarlo Cavani y Suárez. Mientras tanto, Argentina administraba el desarrollo sin meterse atrás, como siempre se aconseja. Y con el “Plus Messi”. Es que Leo por momentos inventó varias respuestas eléctricas apilando rivales con facilidad total y en otros lapsos escondió la pelota provocando infracciones.
Esta vez no hubo espacio para la pesadilla celeste y blanca. Esta vez todo fue redondo. Era lo que Argentina y Messi necesitaban.
Ficha técnica
Argentina: Emiliano Martínez; Molina, Romero, Otamendi, Acuña; De Paul (Pezzella, 92’), Guido Rodríguez, Lo Celso (Palacios, 51’); Messi, Nico Domínguez (Di María, 69’) y Lautaro Martínez (Joaquín Correa, 51’).
Uruguay: Muslera; Giovanni (Facundo Torres, 69’), Giménez, Godín, Matías Viña; Valverde (Gorriarán, 85’), Bentancur (Nández, 46’), Torreira (Vecino, 64’), De la Cruz (Ocampo, 64’); Suárez y Cavani.
Gol: 1-0, Guido Rodríguez (13’)
Árbitro: Wilton Sampaio (BRA). Amonestó a Lo Celso, Emiliano Martínez, Joaquín Correa, Torreira y Ocampo.
Incidencias: Encuentro de la segunda fecha del Grupo A de la Copa América disputado en el Estadio Mané Garrincha de Brasilia, disputado sin público por las restricciones de la pandemia del coronavirus.
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