El trabajo infantil es una consecuencia inevitable de la pobreza, pero no podemos resignarnos a que exista, dijo este lunes 16 de mayo el director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Guy Ryder, en la jornada de apertura de la 5a Conferencia Mundial sobre la Erradicación del Trabajo Infantil en Durban, Sudáfrica, que se realiza esta semana.
En el mundo alrededor de 160 millones de niños trabajan, es decir, uno de cada diez de la población total infantil, de acuerdo con los datos de la OIT.
La OIT reportó que en los últimos cuatro años, 8.4 millones de niños se sumaron a los menores que trabajan y advierte que millones más están en riesgo de seguirlos como consecuencia de la crisis generada por el Covid-19.
La ONU resalta que el número va en aumento por la pandemia de Covid-19, que exacerbó la desigualdad y las carencias, sobre todo de las familias pobres. “Esta tendencia amenaza con revertir años de progreso”, añade la Organización.
El mayor aumento ocurrió entre los niños de cinco a once años, que por el momento constituyen más de la mitad de todos los casos de trabajo infantil, declara la ONU.
Respecto a los niños de cinco a 17 años que realizan trabajos peligrosos, la cantidad total sumó a 6.5 millones, para llegar a 79 millones.
El sector agrícola es donde más trabajan los niños pues representa el 70% de los trabajadores infantiles (112 millones), seguido por el rubro de los servicios con un 20% (31.4 millones) y la industria con un 10% (16.5 millones).
Por otro lado, casi 28% de los niños de cinco a once años y el 35% de los 12 a 14 años en situación de trabajo infantil no van a la escuela.
El trabajo infantil es más frecuente entre los niños que entre las niñas, independientemente de la edad. Si se tienen en cuenta las tareas domésticas realizadas por 21 horas o más a la semana, la brecha de género se reduce.
Asimismo, los niños en situación de trabajo infantil corren el riesgo de padecer daños físicos y mentales. El trabajo infantil merma su educación, restringe sus derechos, limita sus oportunidades en el futuro y da lugar a círculos viciosos intergeneracionales de pobreza y más trabajo infantil.
Guy Ryder insiste en que el trabajo infantil no se debe aceptar en ninguna circunstancia. “No debemos hacerlo. Lo esencial es abordar las causas profundas, como la pobreza de los hogares”, subrayó.
Los participantes de la Conferencia destacan que es necesario recuperar los avances que se habían conseguido en muchas regiones, antes de la emergencia sanitaria, porque la meta acordada es erradicar el trabajo infantil en 2025.
Para evitar que el trabajo infantil siga ganando terreno, la OIT y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) recomiendan fomentar una protección social adecuada para todos, educación gratuita y de calidad, trabajo decente para los adultos y un sistema de protección de la infancia.
“El trabajo infantil en todas sus facetas es un enemigo. Es un enemigo del desarrollo de nuestros niños y un enemigo del progreso. Ninguna civilización, ningún país y ninguna economía puede considerarse a la vanguardia del progreso si su éxito y su riqueza se han construido sobre las espaldas de los niños”, afirma Cyril Rhamaphosa, presidente sudafricano.
La agenda de la Conferencia se pude consultar en el página 5thchildlabourconf.org y en las redes sociales de la Organización.
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