Cascadas, montañas, desfiladeros, paisajes inabarcables, árboles centenarios, animales salvajes, costas abruptas… Andalucía es de lo más variopinta y gran parte de su territorio está protegido, aunque eso no impide que esté abierto al disfrute público. Recomendamos 14 espacios naturales que por distintos motivos merecen ser explorados en cualquier época del año. No solo en verano.
1. Ciudades de piedra y caminos de vértigo
El Torcal de Antequera (Málaga)
El Torcal es una ciudad de piedra surgida cuando se retiró el océano en el Jurásico, en plena era mesozoica (hace 145 millones de años), un impresionante macizo kárstico de rocas calizas que la erosión ha ido esculpiendo con formas caprichosas. El Torcal es solo una de las maravillas naturales de Antequera, ciudad malagueña cuyas contrucciones de ladrillo con un toque mudéjar, su plateresco y su barroco —además de la porra antequera, una variante del salmorejo cordobés— merecen por si sola una vista. Lo ideal es pasar al menos dos noches para que también de tiempo a visitar sus alrededores, en los que destacan el conjunto arqueológico Dólmenes de Antequera, un monumento funerario de la Edad de Cobre que consta de tres monumentos prehistóricos (El Romeral, Viera y Menga, patrimonio mundial desde 2016) y el paraje natural del Torcal, a 16 kilómetros de la ciudad. Este último comprende una zona de sierra de 12 kilómetros salpicada de extrañas formaciones rocosas de piedra caliza, modeladas por los agentes atmosféricos, a las que se le han dado los nombres más fantasiosos, como el Burladero, la Esfinge, las Catedrales o el Púlpito. Declarado también patrimonio mundial por la Unesco, el conjunto ofrece varias rutas señalizadas, como la Ruta Verde, de dificultad baja y que se recorre en unos 45 minutos; o la Ruta Amarilla, que discurre por terreno pedregoso y requiere al menos dos horas para completarla.
Otra excursión interesante para amantes de la naturaleza es la que nos lleva hasta la Laguna de Fuente de Piedra, a 30 minutos en coche al norte de Antequera. Se trata del mayor humedal de Andalucía, de 6,5 kilómetros de largo, en el que, entre los meses de marzo y julio, se dan cita miles de parejas de flamencos para reproducirse. Además es un área de invernada y de paso de muchas otras aves. Para sacarle el jugo a la visita es imprescindible contar con unos buenos prismáticos.
La última visita recomendable está 35 kilómetros al oeste de Antequera. El Caminito del Rey es un escalofriante sendero que pasa por las paredes del desfiladero de los Gaitanes, un cañón excavado para desviar las aguas del río Guadalhorce hasta una central hidroeléctrica. Tres de sus ocho kilómetros transcurren por una vertiginosa pasarela de madera (rehabilitada por completo en 2015) a 105 metros de altura sobre el agua. Las entradas solo se adquieren por Internet para fechas y franjas horarias muy específicas, así que es necesario comprarlas con, al menos, un mes de antelación.
2. El parque nacional más joven de España
Sierra de las Nieves (Málaga)
Uno de los paseos más recomendables por la sierra es la ascensión al pico más alto de Andalucía occidental, el Torrecilla, entre Ronda y San Pedro de Alcántara.
3. Ríos, pinsapos, embalses… y mucha lluvia
Sierra de Grazalema (Cádiz y Málaga)
En Grazalema encontraremos bosques de pinsapos, cuevas, embalses, ríos, vestigios arqueológicos y una nutrida flora y fauna endémicas. Las localidades más interesantes del parque se pueden conocer a través de una extensa red de 20 senderos, algunos de los cuales llegan a lugares de acceso restringido. Por ejemplo, el de la Garganta Verde (2,5 kilómetros; 1 hora), hasta la homónima caída de agua; el del El Torreón (3 kilómetros; 2 horas y media), el pico más alto de la provincia gaditana; el del Pinsapar (12 kilómetros; 7 horas), por el bosque de pinsapos, o el sendero de Llanos del Rabel (6,2 kilómetros; 2 horas).
Para recorrerlos, así como obtener información y planos de las rutas, es necesario reservar en el centro de visitantes de El Bosque. El acceso es gratuito, pero si se tiene pensado acudir en temporada alta (verano y primavera) es aconsejable llamar o enviar un correo electrónico a esta dirección cvelbosque@reservatuvisita.es al menos con un mes de antelación.
Grazalema es también un escenario donde se puede hacer puenting, parapente, barranquismo, espeleología, escalada o, simplemente, pasear y disfrutar de la naturaleza. Por ejemplo, en el pantano de Zahara de la Sierra-El Gastor, con la sierra del Pinar como telón de fondo, perfecto para dar un paseo en canoa.
4. Excursiones entre alcornoques y quejigos
Los Alcornocales (Cádiz)
Una inmensa masa de alcornoques —que ha sobrevivido gracias a la extracción del corcho—, quejigos y robles conforman un enorme bosque de 170.000 hectáreas surcado por ríos y arroyos, a caballo entre las provincias de Cádiz y Málaga, entre el estrecho de Gibraltar y la sierra de Grazalema. El parque natural de los Alcornocales que protege este paraje es un verdadero paraíso para los amantes del excursionismo. Sus 1.677 kilómetros cuadrados, en los que viven decenas de especies animales, esconden ríos, lagunas, cumbres de roca caliza, cuevas cubiertas de pinturas prehistóricas (como la del Tajo de las Figuras) y decenas de umbríos senderos, ideales para romper la rutina playera.
Al parque se puede ir a pescar, subir a El Picacho o recorrer la ruta de los molinos a la que se accede desde la localidad gaditana de Alcalá de los Gazules. Uno de los recorridos más populares y con mejores vistas es el que sube desde este pueblo hasta El Picacho (3,3 kilómetros), que con sus 882 metros de altura es el segundo punto más elevado del parque. Desde la cumbre, el panorama del bosque es inolvidable. Para acometer esta caminata es imprescindible solicitar un permiso en el centro de visitantes, en Alcalá de los Gazules.
5. El desierto desde el mar
Cabo de Gata (Almería)
Lejos del turismo masivo de otras zonas de Andalucía, aunque cada vez más demandado, el Cabo de Gata se ha convertido en uno de los últimos rincones en los que disfrutar con relativa calma de los contrastes de los paisajes andaluces. A 35 kilómetros al este de Almería, el cabo de Gata es un promontorio rocoso asomado al Mediterráneo y coronado por un faro, pero también da nombre a un amplio parque natural cuyo área protegida, que incluye también un tramo de mar, abarca numerosos pueblos y algo más de 340 kilómetros de costa, irregular y escarpada que cobijan decenas de recónditas calas, muchas de ellas de difícil acceso.
Un perfecto punto de partida para explorarlas, preludio de lo que se puede encontrar más al oeste, es Carboneras, el municipio más oriental del parque, frente al cual se halla la isla de San Andrés —en realidad son dos islotes; isla Grande e isla Chica—, declarada monumento natural en 2003 y destino de los amantes del buceo por la riqueza de sus fondos marinos. Las playas más famosas y concurridas, generalmente largas y con fondos arenosos, están alrededor de San José; en cambio, las espectaculares calitas solitarias que han hecho famosa a la zona, y a las cuales se accede a través de caminos polvorientos con diferentes grados de dificultad, están casi por cualquier parte. La deliciosa cala de los Toros, a la que se llega pasando por un estrecho valle cubierto de pinos y palmeras, es un buen ejemplo, cerca de La Isleta del Moro, una de las aldeas más auténticas de la zona, con varios restaurantes de pescado y un bonito mirador muy frecuentado cuando se pone el sol.
El puerto de San José es también uno de los puntos de partida para las excursiones en barco que permiten admirar desde el mar la belleza y la diversidad de la costa del parque natural Cabo de Gata-Níjar. Además de contemplar los acantilados y el resultado de los distintos aluviones volcánicos, con algunas travesías se disfruta de chapuzones en las calas o de la puesta de sol.
6. La meca del ‘spaghetti western’
Desierto de Tabernas (Almería)
Al norte de la ciudad de Almería, este paraje desértico de cerros pardos con escasos matojos se asemeja al desierto de Mojave (EE UU). En los años 60, famosos actores como Clint Eastwood o Claudia Cardinale se pasearon por estos paisajes donde se rodaron numerosos spaghetti western. Esos antiguos decorados de la época dorada de las películas del Oeste se han convertido en parques temáticos donde pasar una jornada divertida en familia. Y algunos siguen siendo platós de cine,
Pero hay más en este desierto de 280 kilómetros cuadrados, el único declarado como tal en suelo europeo, y uno de los paisajes más singulares de España. El campamento base para explorar la zona es el desolado pueblo de Tabernas, principal localidad de la zona. Pese a que en el pueblo se hallan interesantes iglesias y ermitas, y los restos del castillo árabe, casi todos los viajeros pasan por aquí para visitar algunos de los viejos decorados cinematográficos, transformados actualmente en parques temáticos (como Fort Bravo y Oasys MiniHollywood) que organizan espectáculos de baile de cancán, tiroteos y rutas a caballo. Para descubrir las maravillas geológicas y medioambientales del desierto es mejor contratar una ruta en todoterreno con alguna agencia local.
Uno de sus parajes más singulares son las cuevas de Sorbas, que forman parte de una amplia red de cavidades y galerías subterráneas excavadas en los yesos. Cristales brillantes de yeso, apacibles estanques, estalactitas, estalagmitas y oscuros túneles fantasmales forman parte de un circuito de una hora y media.
7. Un vergel de flora y fauna
Parque nacional de Sierra Nevada (Granada)
Con el pico más alto de la península Ibérica, el Mulhacén (3.479 metros), y la estación de esquí más meridional, la de Pradollano, el macizo de Sierra Nevada no necesita presentaciones. Sus 75 kilómetros de longitud, que se extienden de oeste a este por las provincias de Granada y Almería, y alberga hasta 61 municipios, atraen cada año a miles de viajeros de todo el mundo. El parque nacional de Sierra Nevada, con una extensión de 862 kilómetros cuadrados, es el mayor parque nacional de España, con más de 2.000 plantas catalogadas de las cerca de 8.000 que existen en la Península, entre ellas muchas endémicas. También presume de tener la mayor población de íbices (cabras salvajes) de Andalucía, que retozan por encima de los 2.800 metros.
Sierra Nevada fue declarada parque nacional en 1998 por tratarse de un hábitat de una impresionante variedad de flora y fauna, y con hasta 14 cumbres que superan los 3.000 metros de altitud. Ofrece todo tipo de atractivos durante todo el año, como excursiones y rutas organizadas, pero también se puede ir por libre a la Hoya de la Mora, desde donde sale el autobús que llega a las cabeceras de las sendas que suben al Veleta (4 kilómetros) y al Mulhacén (14 kilómetros).
En el pequeño poblado de Pradollano (integrado prácticamente por hoteles, restaurantes y otros establecimientos hosteleros) se halla la estación de esquí de Sierra Nevada, que cuenta con 111 kilómetros de pistas y 21 remontes, y que en verano permite explorar las montañas en bicicleta.
8. De Sierra Nevada a las Alpujarras
Los Cahorros del río Monachil (Granada)
El río Monachil ha ido excavando un desfiladero que, en algunos puntos, alcanza 30 metros de altura y que puede disfrutarse a lo largo de una ruta de unos nueve kilómetros que parte del pueblo del mismo nombre y está abierta todo el año. Se trata de una excursión espectacular, dentro del parque natural de Sierra Nevada, que atraviesa por un puente colgante de 63 metros. Las paredes del cañón son un destino popular para la práctica de la escalada.
Monachil está a menos de media hora de Granada y es puerta de entrada para disfrutar del espectacular panorama alpino que se desvela en el horizonte granadino: tanto las cumbres de Sierra Nevada, entre las que despunta el techo de la España peninsular, como las cotas más bajas que se extienden por las Alpujarras, salpicadas de pintorescos pueblecitos.
El paisaje de las Alpujarras es completamente diferente, incluso extraño respecto a todos: una serie de valles que se extienden por el flanco sur de Sierra Nevada, con pueblos como Pampaneira o Capileira, que se llenan de visitantes en busca de paz espiritual. Pero hasta los más visitados resultan atractivos, con sus casas de estilo bereber y techos planos, y callejones que se abren entre ellas a diversos niveles por las laderas, entre conducciones de agua de tiempos de la invasión árabe. Hay senderos que conectan estas localidades y que pueden recorrerse sin problemas para explorar la comarca a pie.
9. Cerezos, adelfas y cascadas en Sierra Mágina (Jaén)
Sierra Mágina es parque natural desde 1989. Por estas tierras cruzaba la Ruta de los Nazaríes, que unía las Navas de Tolosa con el reino de Granada, escenario de muchas batallas, por lo que la región está llega de fortificaciones y castillos.
10. Donde nace el Guadalquivir
Cazorla, Segura y las Villas (Jaén)
Este es el enclave protegido de mayor tamaño de España, con altas cumbres, tupidos bosques y pequeños pueblos apiñados bajo inexpugnables castillos. En su conjunto se trata de uno de los lugares naturales más emblemáticos de Andalucía. Las joyas de la ruta son Cazorla, Hornos y Segura de la Sierra, tres localidades donde historia, naturaleza y cultura se fusionan regalando postales de ensueño.
Con más de 2.100 kilómetros cuadrados de territorio protegido, el parque reúne ecosistemas muy diversos, desde olivares hasta altas montañas que llegan a cotas de 2.107 metros. Entre medias hay densos bosques regados por ríos y riachuelos, valles, terrenos kársticos e impresionantes cascadas. No es de extrañar que sea un destino privilegiado para excursionistas, que pueden elegir entre decenas de senderos que se adentran en él. Muchos de ellos salen de Cazorla, como la ruta de los Cortados del Chorro (20 kilómetros; 5 horas), la del Gilillo (18 kilómetros; 5 horas) o la del Río Borosa (15 kilómetros; 4 horas), una de las más transitadas. Para saber cuál elegir es recomendable acercarse al centro de interpretación del Chorro, entre La Iruela y Hornos, rodeado por un jardín botánico y con una exposición sobre naturaleza, botánica y fauna.
Entre los rincones más interesantes de esta serranía andaluza destacan el nacimiento del Guadalquivir, al que se llega por una pista sin asfaltar o la cerrada de Elías en el Río Borosa. Para los muy andarines: el sendero circular GR 247 da la vuelta a todo el parque, pasando por la mayor parte de los sitios de interés y los más atractivos. Son 21 etapas, con refugios de urgencia allí donde no hay ningún otro alojamiento. Además, casi todo el sendero puede recorrerse en bicicleta.
11. Rincones naturales cruzando Despeñaperros
Cascada de La Cimbarra (Jaén)
Al norte de la provincia de Jaén el río Guarrizas esconde muchas sorpresas: grandes rocas de cuarcita, en las que se conservan restos fósiles, y una sucesión de impresionantes cascadas. La más espectacular es la de La Cimbarra, con 40 metros de caída, que forma una laguna en la que muchos no resisten la tentación de darse un chapuzón en verano (aunque el baño no está permitido). Tanto en la cascada de Cimbarra como en cuevas del entorno hay importantes ejemplos de pinturas rupestres neolíticas, prueba del valor estratégico que esta zona de Despeñaperros ha tenido históricamente como lugar de paso obligado entre la Meseta y Andalucía.
12. El reino de las aves de paso
Marismas de Doñana (Huelva)
Las aves son las grandes protagonistas del espacio natural de Doñana, una de las principales reservas ecológicas de Europa, que ocupa más de 100.000 hectáreas entre las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz. Patrimonio mundial de la Unesco, Doñana es también uno de los rincones naturales más originales de la península, un extensísimo humedal en la desembocadura del Guadalquivir en el que corretean grandes rebaños de ciervos y piaras de jabalís, el lince ibérico trata de sobrevivir y, por aquí y por allá, podremos ver miles de aves acuáticas del norte que pasan aquí el invierno, entre ellas, cerca del 80% de los ánades reales.
Partir del centro de visitantes El Acebuche es una de las muchas formas de acercarse a este territorio en el que las marismas tienen un protagonismo especial. En el arroyo de la Rocina, accesible desde El Rocío, se pueden ver multitud de aves acuáticas, especialmente en el crepúsculo, cuando se acercan en bandadas para dormir. Por el sendero de las lagunas del Acebuche (1,5 y 3,5 kilómetros de ida y vuelta) llegaremos a observatorios ornitológicos que dominan las cercanas lagunas, y si seguimos la ruta de la Raya Real, una de las más importantes para la peregrinación del Rocío, entraremos en el Coto del Rey, una amplia zona boscosa donde pueden verse ciervos y jabalíes con facilidad.
La única forma de visitar el parque nacional de Doñana es mediante circuitos guiados en todoterrerno con alguna de las empresas autorizadas.
13. Por carreteras secundarias en la Siberia sevillana
Cerro del Hierro, Sierra Norte (Sevilla)
Al paisaje de rocas calizas del Cerro del Hierro, una aldea de la localidad de San Nicolás del Puerto, le llaman la Siberia sevillana. Sus minas, explotadas desde los romanos hasta finales del siglo XX, han moldeado el aspecto del paraje que forma parte del parque natural Sierra Norte de Sevilla. Un sendero de unos dos kilómetros con varios miradores permite disfrutar del paisaje.
Este es uno de los muchos rincones de este parque natural que abarca una amplia zona en el norte de la provincia de Sevilla, con un paisaje muy cambiante de verdes valles y suaves colinas, bosques, ríos y viejos pueblos de estrechas calles blancas o castillos de época musulmana. Es sencillo pasar varios días por estas tranquilas carreteras secundarias disfrutando de las numerosas rutas de senderismo y bicicleta: hay 19 rutas marcadas en diversas zonas, entre ellas la vía verde de la Sierra Norte, una de las mejores: 18 kilómetros que discurren por el valle del Huéznar hasta las minas del Cerro de Hierro, siguiendo una antigua vía férrea en desuso.
14. Paraísos naturales de Sierra Morena
Sierra de Hornachuelos (Córdoba)
Con una extensión de más de 60.000 hectáreas, cubiertos en gran parte por bosque mediterráneo y regado por varios ríos, el parque de la Sierra de Hornachuelos, en Sierra Morena, es uno de los paraísos naturales del occidente andaluz. Es perfecto para conocer en todo su esplendor el bosque mediterráneo y de ribera de Sierra Morena. Por sus seis senderos señalizados es posible ver algunas de las especies que lo habitan: ciervos, jabalíes, lobos ibéricos, buitres negros, águilas imperiales o cigüeñas negras.
Para conocer sus parajes más destacados, lo mejor es acercarse a Hornachuelos, capital de la reserva, donde está el centro de visitantes Huerta del Rey con una pequeña exposición sobre el medioambiente de la zona e información para realizar rutas a caballo o en burro.
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