15.000 mesas y 40.000 sillas: así se han multiplicado las terrazas en Madrid

Las dos fotografías siguientes muestran el mismo tramo de la calle Ponzano, en el distrito de Chamberí de Madrid, con dos años de diferencia. Ejemplifican cómo la pandemia ha cambiado la forma de ir a bares y restaurantes: en toda la ciudad han proliferado las terrazas al aire libre. Pero en muchos sitios han pasado de representar una solución temporal para evitar contagios y mantener abierta la hostelería a provocar conflictos vecinales.

Imágenes de Google Street View

Antes de la pandemia la calle Ponzano ya era un epicentro de bares y locales nocturnos. Pero en esta calle estrecha, de un solo carril y con aceras de menos de tres metros de ancho apenas había cuatro terrazas. En tramos como el de la foto, se centraban media docena de locales pero ningún espacio al aire libre.

1 La Malcriada; 2 Marabú; 3 La Máquina;

4 El DeCano; 5 Candeli; 6 El Escudo

Durante el confinamiento de primavera de 2020 los seis bares de este tramo de calle cesaron su actividad, como los del resto de la ciudad: miles de empleados en hostelería perdieron su trabajo o acabaron en un ERTE.

1 La Malcriada; 2 Marabú; 3 La Máquina;

4 El DeCano; 5 Candeli; 6 El Escudo

Con la ‘nueva normalidad’, a finales de primavera de 2020, el Ayuntamiento autorizó una serie de medidas extraordinarias para que los locales pudiesen ampliar sus terrazas o instalarlas en las plazas de aparcamiento, sin apenas pagar impuestos por ello. Como en decenas de ciudades en todo el mundo, las terrazas covid se convirtieron en un salvavidas para los clientes, que podían volver a salir a la calle e ir a un bar reduciendo al mínimo las probabilidades de contagio, y para los locales que volvieron a abrir.

Instalación de terrazas sobre plazas de aparcamiento

1 La Malcriada; 2 Marabú; 3 La Máquina;

4 El DeCano; 5 Candeli; 6 El Escudo

La medida fue un éxito. En este tramo de la calle Ponzano, todos esos restaurantes tienen hoy terraza en la calzada o en la acera. En toda la calle las terrazas se han multiplicado por 10: han pasado de 4 a 47.

Terrazas previas

al confinamiento

Imágenes de Google Street View

Antes de la pandemia la calle Ponzano ya era un epicentro de bares y locales nocturnos. Pero en esta calle estrecha, de un solo carril y con aceras de menos de 3 metros de ancho apenas había cuatro terrazas. En tramos como el de la foto, se centraban media docena de locales pero ningún espacio al aire libre.

Durante el confinamiento de primavera de 2020 los seis bares de este tramo de calle cesaron su actividad, como los del resto de la ciudad: miles de empleados en hostelería perdieron su trabajo o acabaron en un ERTE.

Con la ‘nueva normalidad’, a finales de primavera de 2020, el Ayuntamiento autorizó una serie de medidas extraordinarias para que los locales pudiesen ampliar sus terrazas o instalarlas en las plazas de aparcamiento, sin apenas pagar impuestos por ello. Como en decenas de ciudades en todo el mundo, las ‘terrazas covid’ se convirtieron en un salvavidas para los clientes, que podían volver a salir a la calle e ir a un bar reduciendo al mínimo las probabilidades de contagio, y para los locales que volvieron a abrir.

Instalación de terrazas sobre plazas de aparcamiento

La medida fue un éxito. En este tramo de la calle Ponzano, todos esos restaurantes tienen hoy terraza en la calzada o en la acera. En toda la calle las terrazas se han multiplicado por 10: han pasado de 4 a 47.

Terrazas previas al confinamiento

Esta calle no es una excepción. Su barrio, Ríos Rosas, es donde más han crecido las terrazas: se han triplicado, pasando de 54 a 171. Sucede lo mismo en otros barrios del distrito de Chamberí, que suma 451 terrazas más que en marzo de 2020, más del doble.

El fenómeno se ha concentrado en el centro de la ciudad, donde las terrazas ya formaban parte del paisaje, pero también ha llegado a zonas más alejadas. Para muchos vecinos ha empeorado los conflictos ya existentes debidos al ruido, la suciedad y la ocupación del espacio público; para otros, que no tenían terrazas en sus calles, los ha creado desde cero.

El dilema de Madrid es ahora cómo hacer convivir los problemas que generan las casi 7.000 terrazas actuales, con sus 64.000 mesas que pueden acoger más de 200.000 clientes, con una pandemia que vuelve a golpear en invierno cuando la gente más se arremolina en interiores. En el siguiente mapa puede comparar, calle a calle, las licencias para terrazas concedidas antes de la pandemia con las actuales, tal y como constan en los datos públicos del Ayuntamiento.

Terrazas previas a 2020

Nuevas terrazas

Pulsa para explorar »

Terrazas previas a 2020

Nuevas terrazas

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.

Suscríbete

Los miles de nuevas terrazas de la ciudad han supuesto una buena alternativa para poder compaginar ocio y protección frente al virus. Ganaban todos: los clientes, que podían evitar los interiores, y los locales, que sortearon las restricciones de aforo ofreciendo más sitio al aire libre. Pero, con el paso del tiempo, el juego ha cambiado. El ruido, la suciedad, la reducción de plazas de aparcamiento e incluso los altercados se han convertido en un problema diario para muchos vecinos. En el otro lado, los hosteleros sacan a relucir los más de 2.700 puestos de trabajo que se han generado, solo en Madrid, gracias a la expansión de sus negocios por las calles.

El 31 diciembre concluye la norma provisional que ha permitido mantener las terrazas como hasta ahora. Estaba previsto aprobar ya una ordenanza para regular cómo seguirían, pero tras la nueva ola de casos de covid todo apunta a que se prorrogará la provisional, señalan fuentes del Ayuntamiento. El borrador de la futura ordenanza, por su parte, contempla la prolongación de las concesiones durante dos años más, pero no en todos lados: se quitarán mesas y sillas en las plazas de aparcamiento de las que se consideren “zonas saturadas”, en las Zonas de Protección Acústica Especial (ZPAE) —solo tres, en los distritos de Centro, Tetúan y Moncloa—, y en las zonas ambientales protegidas.

La calle Ponzano, la que ha visto nacer el mayor número de terrazas covid de Madrid, tiene todos los requisitos para ser considerada saturada. Recorrerla un viernes por la noche es una carrera de obstáculos. Los datos oficiales dicen que de las cuatro terrazas que existían antes de la pandemia se ha pasado a 47, pero este diario ha contado un total de 49, todas menos una situadas en plazas de aparcamiento. “Por la noche es infernal”, reconoce un camarero de un bar de Ponzano, que admite que muchos clientes se quedan por la calle “hasta la una o las dos de la madrugada”. Es viernes a mediodía y acaba de servir a Pepe, un cliente de toda la vida “un queso especial, de la carta, para el vino”. “A esta hora viene gente del barrio”, añade. En su establecimiento, con tanto trabajo, han contratado a un camarero más. Según la asociación Hostelería Madrid, que aglutina a empresarios del sector, las terrazas covid “garantizan la continuidad de 948 pymes” en la ciudad.

Pero el ruido no es el único problema de las terrazas. “Con ellas también se ha duplicado el número de camiones de suministros, por lo que hay más tráfico y más atascos, y el doble de desperdicios, sin que hayamos notado que se haya aumentado la limpieza porque está todo mucho más sucio”, se queja Pilar Rodríguez, miembro de la Asociación vecinal El organillo de Chamberí y del movimiento SOS Chamberí. Desde que hay registros públicos, en 2016, en Chamberí el número de terrazas se ha duplicado: de menos de 400 a unas 800. Según los cálculos de las asociaciones vecinales, hoy unas 300 terrazas están ubicadas sobre plazas de aparcamiento.

La desaparición de plazas de aparcamiento, que en un primer momento recibió el visto bueno de la opinión pública por ceder espacio a los ciudadanos, es una protesta generalizada en todos los barrios donde las terrazas se han multiplicado. “Hay problemas para aparcar en la calle en zonas de edificios antiguos, que a menudo no tienen aparcamiento subterráneo”, protesta Emilio Ruiz, de la asociación vecinal Goya Dalí, en el distrito de Salamanca, el segundo donde más han crecido las terrazas en Madrid. “Y además seguimos pagando lo mismo que antes de la pandemia al Ayuntamiento por las plazas para residentes”, añade.

“Si alguien viene a ver la ciudad, solo ve sombrillas”

Saturnino Vera, miembro de la asociación de Vecinos Cavas-La Latina, comparte los argumentos de sus vecinos de Chamberí y Salamanca. El crecimiento de las terrazas ha sido tal que “ya es imposible pasear en pareja y, ya no digamos si además llevas un carro de un bebé”, explica. Y también ve un problema en las denominadas “mesas de baja capacidad”, mesas altas apoyadas en la pared que continuarán existiendo según la nueva ordenanza. “En torno a ellas, un fin de semana por la noche puede haber arremolinadas 10 o 12 personas, que colapsan el paso”, cuenta Vera. “Y crean graves problemas para los invidentes, porque tienen más dificultad para identificarlas”, añade Maite Gómez, de la asociación vecinal Pasillo Verde Imperial, en Arganzuela.

Las terrazas han engullido también el paisaje urbano: “Si alguien viene a ver la ciudad, solo ve sombrillas”, cuenta Saturnino Vera. La ordenanza anterior prohibía que se taparan edificios de interés cultural, pero la nueva norma ha flexibilizado la medida y ahora muchos negocios tienen permisos especiales para instalar veladores u otro tipo de estructuras. También lo ha notado Félix Sáchez, de la asociación de vecinos Retiro Norte: “El barrio de Ibiza tiene dos de los pocos bulevares que hay en Madrid; y el espacio donde los niños del barrio aprendíamos a patinar o a montar en bici ahora está lleno de veladores para las terrazas”.

Cuando las normas actuales se incumplen, la policía municipal no da abasto. Todas las asociaciones de vecinos consultadas confirman que la policía les ha confesado que están “desbordados”. “Les llamas y, o no vienen o llegan tarde”, confirma, entre otros, Emilio Ruiz. La desesperación, según Maite Gómez, representante del distrito de Arganzuela, lleva a los vecinos a “arrojar agua por las ventanas, y a veces a lanzar también el jarrón”.

La solución pasa, según vecinos y hosteleros, por buscar un equilibrio que respete el descanso de los ciudadanos y que permita la continuidad de bares y restaurantes así como la garantía de disfrutar de un ocio seguro al aire libre. Todo apuntaba a que muchos detalles de la nueva ordenanza se afinarían este 30 de diciembre en el pleno municipal (la definición de “zona saturada”, por ejemplo, está todavía en el aire). Pero lo más seguro es que se debatirán más adelante, al menos cuando se haya aplacado la sexta ola de coronavirus en la región.

Félix Sánchez, vecino de Ibiza, duda de la reversión de las medidas actuales: “La construcción de veladores y estructuras duraderas nos hace temer que muchas terrazas han venido para quedarse”. Y se pregunta: “Si se mantienen durante dos años, hasta 2023, ¿quién obligará en un año electoral a los dueños de bares y restaurantes a renunciar a sus inversiones y a sus ganancias?”.


Source link