Cuando aterrizó en la NBA, ese jovencísimo chico espigado de Sant Boi no le temía a nada. O si lo hacía, no dejaba que se le notase. Pau
Gasol llegó en 2001 a la mejor liga de baloncesto del planeta preparado para comerse el mundo. Los Memphis Grizzlies se hicieron con él en la noche del Draft, después de traspasar a Shareef Abdur-Rahim por el catalán, al que habían seleccionado los Atlanta Hawks en tercera posición.
Desde el primer momento quedó claro que la primera temporada de Pau en la NBA iba a tener poco de novato. El el español se hizo enseguida con los mandos de la franquicia de Tennessee y lideró a su equipo con 17.6 puntos, 8.9 rebotes y 2 tapones por encuentro. En una plantilla que contaba con jugadores como Jason Williams o Shane Battier, Gasol mostró enseguida destellos de lo que sería capaz de hacer.
La temporada rookie de Pau Gasol fue sensacional, lo que le permitió convertirse en el primer extranjero en alzarse con el ROY, el galardón que se otorga al mejor novato de la temporada. Pau fue el único integrante de los Grizzlies en disputar los 82 partidos de temporada regular y dejó varias secuencias que tardarían en abandonar el imaginario general del público.
Anotar es fácil
Pau demostró enseguida que los puntos se le caían de las manos. Sus casi 18 tantos por encuentro supusieron el máximo de cualquier jugador de los Grizzlies aquella temporada y los rivales se dieron cuenta de todas las armas que poseía el pívot catalán. Tras haber conquistado Europa, había dudas sobre el físico de Gasol y la viabilidad de su juego en la NBA. Poco tardó en acallar a los escépticos y demostrar que tenía hueco en la liga para muchos años.
Su temporada de novato supuso una concatenación continua de records en Memphis. Superó de largo la marca anterior de rebotes lograda por Bryant Reeves en los noventa (730 de Pau, 570 de Reeves), la de tapones lograda por Roy Rogers (169 frente a 163) y la de partidos como titular, una marca que tenía precisamente el hombre que hizo posible su llegada a Memphis, Abdur-Rahim.
El rey de los novatos
Los números de Pau sobresalían también sobre sus compañeros de camada. Fue el máximo anotador y reboteador de todos los rookies esa temporada, segundo en minutos y octavo en asistencias por encuentro, algo sorprendente teniendo en cuenta su posición (y que compartía equipo con “Chocolate Blanco’ Williams). Además, lideró a su generación en dobles-dobles, tapones y porcentaje de tiros de campo; un arrase total.
Gracias a Pau, entre otros, la NBA volvió a poner su ojo en el viejo continente y es que nadie antes había logrado el premio ROY viniendo desde Europa. Ni siquiera Dirk
Nowitzki, otro de los grandes jugadores europeos de la historia, logró hacerse con el galardón. Tras Gasol llegarían otras selecciones tempranas como la de Darko Milicic, segundo en 2003, Fran
Vázquez undécimo en 2005, o Andrea Bargnani que fue elegido primero en 2006.
Un año de highlights
82 partidos dan para mucho y Gasol se encargó de asombrar a toda la NBA durante su año rookie. Su mejor encuentro aquel año llegaría ante los Rockets, en un partido en el que se fue hasta los 32 puntos, 14 rebotes y 4 asistencias. Pero no fue su única exhibición sobre el parqué, y es que nos dejó algunas acciones para el recuerdo realmente sensacionales. Difícil de olvidar es su mate por línea de fondo ante Kevin Garnett, uno de los grandes nombres de la liga. Esa jugada ayudó a poner su cara en la liga, a que todos supieran quién respondía al nombre de Pau Gasol.
El premio al Rookie of the Year se otorgó casi por unanimidad, con Pau logrando 117 de los 126 votos repartidos. Tan solo Richard Jefferson, Jasoln Richardson, Jamaal Tinsley y Andre Kirilenko consiguieron arrebatarle algún voto. Después de su logro como internacional, su hazaña la han repetido más recientemente Andrew Wiggins (Canadá), Karl-Anthony Towns (República Dominicana), Ben Simmons (Australia) y, más recientemente, Luka
Doncic (Eslovenia).
Sin duda el impacto de Pau Gasol en la NBA fue indiscutible. Durante más de una década el español copaba los rankings de mejores jugadores de la liga y su carrera tocó el cielo cuando, tras recalar en los Lakers, consiguió levantar el título de campeón en 2009 primero y en 2010 otra vez. Su inclusión en el Hall of Fame es algo contra lo que existen muy pocos argumentos y su huella en la NBA es imborrable. Todo se remonta a esa temporada 2001-2002, aquel año en la que ese blanquito delgadurrio de Sant Boi decidió comerse el mundo.
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