Eliminatoria abierta. Más que abierta, de hecho. El buen hacer de un valiente Mirandés propició que la Real Sociedad fuese incapaz de lograr este jueves un resultado con el que poner pie y medio en la final. Muchos pensaban que así sería, que el cuadro ‘txuri urdin’ pasaría por encima del rojillo. Pero nada más lejos de la realidad. Este Mirandés de Iraola demostró que si está en semifinales no es tan solo gracias al hecho de haber disputado los anteriores cruces a partido único en Anduva. Y precisamente allí, donde cayeron Celta, Sevilla y Villarreal, será donde se decida quién estará en La Cartuja. ¡Menudo partido de vuelta se avecina! Cuando unos y otros amanezcan este viernes faltarán 19 días. Y las mismas noches. Pero la impaciencia provocará que parezcan muchas más. 500, diría Sabina.
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Porque desde que dejó de rodar el balón anoche en Anoeta hasta que lo haga en Anduva el próximo 4 de marzo, serán casi innumerables las veces que jugadores de Real y el Mirandés consulten con la almohada qué hacer para lograr el billete para la gran final. Y visto lo de ayer, no parece que vaya a ser un encuentro que se resuelva a favor de unos u otros con claridad.
Espoleada por 35.194 que rozaron el lleno en las gradas, la Real Sociedad arrancó bien, con paso firme y decidido hacia esa ansiada final en la que no están hace 33 años. Ansiada o desconocida, porque de entre todos los que jugaron ayer solo Monreal había nacido entonces, y a buen seguro que ni lo recuerda (1 año tenía). Pero ya lo dijo Iraola en la previa. “Da igual el rival, en Miranda (de Ebro) siempre se cree”. ¡Y vaya sí se cree! Ciegamente confía este equipo en colarse en la final en la que nadie les esperaba. Están literalmente a un gol. Con un 1-0 les basta. Tan cerca y tan lejos a la vez.
Mickaël ‘Makélélé’ Malsa
Dentro de la gran actuación que protagonizó el Mirandés, cabe destacar la actuación de un futbolista: Mickaël Malsa. El centrocampista de Martinica se convirtió en dueño y señor de la zona ancha. Y no era fácil teniendo en cuenta que por allí andaban los Mikel Merino, Martin Odegaard y compañía. Pero acompañado por Jon Guridi, que también estuvo muy bien, Malsa se disfrazó de Claude Makélélé para trabajar en la presión privando de fluidez al juego de los de Imanol Alguacil llevándose además prácticamente todos los balones divididos que disputó.
Curiosamente, ni siquiera vio tarjeta amarilla a pesar de que acumula 11 en los 17 partidos que ha disputado en LaLiga Smartbank desde que llegó a Anduva el pasado verano. Por cierto, lo hizo libre. ¡Qué gran acierto el de aquel que recomendó su fichaje!
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