Ningún realista olvidará el día de Nochevieja de 2022 a 2023. Y no porque su equipo ganó con cierta comodidad a Osasuna con dos goles de Brais y Sorloth que fueron auténtica delicatessen. O no sólo por eso. En el minuto 86 de partido se vivió uno de los momentos de mayor emoción de la historia del Estadio de Anoeta: 35.000 personas, txuri urdin y rojillos, ovacionaron a don Mikel Oyarzabal Ugarte, que volvía para el fútbol 289 días después de lesionarse. Vuelve Mikel, vuelve el fútbol, vuelve la Real. Dame más champán. Fiesta adelantada en Anoeta. Y la escuadra txuri urdin tercera.
La entrada al campo del ’10’ coronó una tarde gozosa, calmada, para los guipuzcoanos, que terminaron imponiendo su jerarquía ante Osasuna, que casi ni remató a puerta. Los de Imanol pasaron el rodillo en una segunda parte en la que insistieron hasta anotar la sentencia. Y luego se centraron en dulcificar el retorno de su capitán. Si llegar a marcar, se cae el estadio.
El homenaje era a Imanol
En los prolegómenos del encuentro, hubo un doble homenaje: a los mejores bertsolaris del momento, esos genios de la rima y la improvisación, y a Imanol Alguacil, el estratega realista que acometía su partido número 201 en el primer equipo. Un tifo gigante con la imagen del entrenador oriotarra vestido con frac se alzó en la Grada Zabaleta y no se replegó hasta que comenzó el partido. Y desde luego quedó claro que los dos técnicos, Imanol y Jagoba, se habían pasado semanas enteras analizando cada detalle del encuentro. Mientras el planeta veía el Mundial, ellos revisaban el Big Data del partido de Anoeta.
Imanol: la opción valiente
Y durante 20 minutos nada hubo en el encuentro que se escapara de los discos duros de los entrenadores. Todo estaba previsto, anotado, estudiado. Hasta los dos tímidos acercamientos fueron virtuales, en jugadas anuladas por fuera de juego. Imanol, entre las alternativas que manejaba, apostó por la más valiente: ante la ausencia de Merino, decidió cambiar de sistema, del 4-4-2 al 4-3-3, con el fin de que Kubo y Momo Cho pudieran acompañar a Sorloth en ataque, con Zubimendi, Brais y Silva por detrás. Jagoba sí que se puso el traje de la prudencia, con cinco defensas y tres medios para sujetar todo el bloque y Aimar Oroz con Chimy en punta.
Y durante 20 minutos nada hubo en el encuentro que se escapara de los discos duros de los entrenadores. Todo estaba previsto, anotado, estudiado. Hasta los dos tímidos acercamientos fueron virtuales, en jugadas anuladas por fuera de juego. Sólo el talento pudo escaparse de esa jaula de Ipads y pizarras. El genio único de un futbolista que no cesa de crecer y de destrozar las redes rivales. Brais Méndez decidió acabar con los bostezos de los 32.000 espectadores presentes en Anoeta y reventó el cuero con una jugada reservada sólo para los elegidos.
Un gol con rosca de genio
Todo nació en un saque de banda destinado, como todo en el partido, a dormir el sueño de los justos. Pero ahí nació la rebelión primero de Kubo, escorado en la banda y habilitado por Aritz, y luego de Brais, su aliado en asuntos de magia. La doble combinación nipón-gallega terminó con un balón profundo al ‘killer’ de Mos, que se limpió de la oposición de Juan Cruz recortando con la derecha y mató con una suerte de rosca al palo largo con la zurda cayéndose hacia atrás. El cuero impactó en la madera antes de entrar llorando a gol. A los amantes de este deporte también se le caían las lágrimas, pero de emoción.
Quiso reaccionar Osasuna con un Chimy ‘on fire’ en pleno pique con Zubimendi, pero su cabezazo tras un centro de Manu Sánchez lo atajón fácil Remiro. No es fácil crear peligro con dos perros de presa del nivel y el estado de forma de Zubeldia y Le Normand.
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Y así se llegó al descanso, sin más sobresaltos que un disparo de Peña desde Pamplona. Remiro hizo el escorzo de tratar de pararlo sólo para entrar en calor. Tras el descanso, ambos equipos decidieron quitarse el corsé y soltar lastre. Y en el ida y vuelta, el que se terminó comiendo la segunda uva fue la Real, con un tanto que fue un prodigio coral finalizado por Sorloth.
Antes de eso, los realistas ya habían coqueteado con la fiesta total en media docena de ocasiones, en pleno frenesí técnico y ofensivo de los Silva, Kubo, Sorloth y compañía. Las más claras un balón al segundo palo de Kubo al que no llegó Silva y un chut de Brais que salió haciendo mobbing al palo.
Vikingol
Pero el que marcó Sorloth, haciendo de Sorloth además, con las venas de hielo de Trondheim. Rico habilitó a Silva y éste a Brais con una magistral dejada de tacón. La asistencia profunda del gallego y la definición picando el cuero del noruego fueron pura delicatessen. Por la tarde, goles en el césped; por la noche jamón del bueno y ostras en la mesa.
Como era previsible, Osasuna comenzó a freír el área con balones centrados desde la distancia, sobre desde el flanco derecho, y en uno de ellos, el cabezazo de Darko Brasanac pegó en el brazo de Zubeldia, aunque colocado de manera natural, por lo que no hubo lugar al penalti. 100 metros más allá fue increíble que Sorloth no embocara el tercero tras el centro de Navarro.
Quedaba el colofón, la 12º uva, la salida al campo de Oyarzabal que lo opacó todo. Ongi etorri, Mikel.
Real Sociedad: Remiro; Aritz, Zubeldia, Le Normand, Rico; Zubimendi, Brais (Illarra, min.79), Silva (Ander Martín, min.79); Kubo (Gorosabel, min.79), Sorloth, Cho (Navarro, min.74).
Osasuna: Aitor; Peña; Unai García (Brasanac, min.65), David García, Juan Cruz (Ez Abde, min78) , Manu Sánchez; Torró (Rubén García, min.65), Moncayola, Moi Gómez; Oroz (Kike García, min.57), Chimy Ávila (Barja, min.77).
Goles: 1-0: Brais (min.21). 2-0: Sorloth (min.64)
Árbitro: Pizarro Gómez. Amonestó a Unai García (min.56), Brais (min.67)
Espectadores: 34.847 espectadores en Anoeta.
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