Europa no perdona a los inocentes. Y la Real lo fue y mucho en el Olímpico de Roma. Se trataba de evitar descuidos y grietas ante un equipo de Mourinho que es el equipo que mejor lo aprovecha y de golpear en las escasas ocasiones que se tuvieran. Suspenso en ambas. La Real concedió muchísimo sin balón, con algunos errores que nunca cometía hace unos meses y, además, mostró una falta de pólvora y de tino en ataque que comienza a ser alarmante. Las tuvo, claro, que las tuvo, pero las pifió. El 2-0 final le deja herida de muerte, pero Anoeta dictará sentencia el próximo jueves.
No fue peor que su enemigo en el juego con balón, pero sin dominar las áreas es imposible prosperar en Europa y sujetar una posición de Champions en la Liga. Ahora mismo, seguir vivos en Europa y superar la primera eliminatoria en Europa en 25 años exige una auténtica machada el día 16 en un Anoeta que estará abarrotado. “La mejor venganza es ser diferente de quien te causó el daño”, decía el emperador Marco Aurelio. Todavía está viva la Real y luchará con sus armas. Coliseos más altos han caído.
Silva y gol tempranero
Imanol, con todos sus cracks ya en plenitud por primera vez durante el curso, decidió prescindir de Oyarzabal, su buque insignia, y Brais, su ‘killer’ del principio de la temporada. El retorno de Silva y de su magia inmortal era impepinable y el entrenador quería un viejo rockero txuri urdin en el campo y por eso eligió a Illarramendi. Meritocria en estado puro. “Nuestra vida es lo que nuestros pensamientos crean”; decía Marco Aurelio. El técnico de Orio fue a muerte con su filosofía y su modus operandi habitual, con el rombo mágico en la medular.
Y quizá por esa razón, la Roma de Mourinho le pegó una dentellada en la primera ocasión en la que la Real se desabrochó como consecuencia de una pérdida en la banda de Rico cerca del área local. No había pasado nada reseñable hasta ese minuto 12, salvo ese momento mágico de cuando los aficionados romanistas cantan a capela su himno: ‘La identidad no se discute, se ama’. Se para el mundo.
La Real se pasaba el cuero con cierta facilidad, aparecía Silva, ya bullía Kubo…pero cuando Rico perdió el esférico ante Karsdorp, no tenía la cobertura de Illarra y Dybala recorrió el campo como si fuera un potrero de Laguna Larga. A Mou le brillaba el colmillo. Abraham tiró el desmarque y Zubeldia cometió el impropio error de seguirle en lugar de dar dos pasos hacia adelante y dejarle dos metros descolgado en fuera de juego. Más lógico fue que el azkoitiarra se comiera luego el amago del inglés, asistente de un El Shaarawy, que remató a lo Cruyff, de espaldas, en pleno salto.
Reaccionó bien la Real al golpe, que fue duro y provocó el delirio de los 65.000 romanistas presentes en su coliseo. Los realistas, sin perder su esencia y trazando rondos en la zona ancha, comenzaron a llegar con ambición gracias a las correrías de un alma irreductible como la de Kubo.El nipón, con la diestra, se topó con el palo como consecuencia de una buena triangulación con Gorosabel y Merino. La Real empezaba a lucir su espada de gladiador. Aunque estaba desafilada.
Otro centro del asiático con una endiablada rosca estuvo a punto de colarse tras el fallido intento de despeje de Smalling, pero el cuero salió a centímetros por la parte exterior del poste y no entre los 7,32 metros entre palo y palo. La Real quería merecer el empate, pero la reactiva Roma de Mourinho no se quitaba la daga de entre los dientes, agazapada tras la mayor posesión de una Real más propositiva.
Dos errores en salida de Remiro provocaron algunos conatos de infarto en la parroquia realista y Zubeldia de nuevo habilitó en este caso a Pellegrini, que remató un disparo de Dybala. La Real estaba incurriendo en todo eso que se había propuesto evitar antes del partido.
El misil de Rico
Los de Imanol salieron decididos a buscar el empate a la segunda mitad, en la que imprimieron un punto más de ritmo a la circulación. Y la volvieron a tener, en este caso en el pie izquierdo de Rico, que firmó un zambombazo combado que obligó a lucirse a Rui Patricio. Llegaba Illarra al balcón del área, pero ahí le costaba desbordar. No es su fuerte. Sí, la volvía a tener la Real, transmitía cierto poderío, pero la que casi marca es la Roma en un balón largo mal defendido: Belotti disparó a la escuadra.
Una banderilla de fuego
Cobraron frescura los guipuzcoanos con la entrada de Oyarzabal, Brais y Cho. Y Merino gozó de una ocasión clamorosa. El centro de Brais fue casi poético, pero el navarro no supo con qué apéndice rematar el esférico.
Y fue la Roma la que volvió a golpear. Una carrera que Turrientes no pudo parar, un córner al segundo palo, Remiro que no sale, Brais que no se entera. Y Kumbulla clavó la banderilla de fuego.
Queda Anoeta. Hace falta un milagro.
Roma: Rui Patricio; Karsdorp, Smalling, Llorente (Kumbulla, min.46), Mancini, El Shaarawy (Wijnaldum, min.60); Pellegrini (Spinazzola, min.60), Matic, Cristante; Dybala (Bove, min.87), Abraham (Belotti)
Real Sociedad: Remiro; Gorosabel (Sola, min.82), Zubeldia, Le Normand, Rico; Zubimendi, Illarramendi (Brais, min.74), Merino, Silva (Turrientes, min.82); Kubo (Cho, min.74) y Sorloth (Oyarzabal, min.66)
Goles: 1-0: El Shaarawy (min.12). 2-0: Kumbulla (min.86
Árbitro: Sandro Schärer (Suizo). Amonestó a Zubeldia (min.70), Gorosabel (min.79), Zubimendi (min.84), , Matic (min.93), Oyarzabal (min.93)
Árbitro: Sandro Schärer (Suizo). Amonestó a Zubeldia (min.70), Gorosabel (min.79), Zubimendi (min.84)
Espectadores: 61.608 en el Olímpico de Roma
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