Corría el 21 de julio de 2017. A las siete y media de la tarde, para ser exactos. Cristhian Stuani puso los pies sobre Girona sin tener ni idea del recorrido que iba a hacer en el club donde ha brillado por excelencia. El club lo anunció con su foto y con el eslogan que utilizó para la primera temporada en Primera, ‘Benvinguts a la història’. Lo que no sabían en las oficinas de Montilivi era que gran parte de los éxitos y de la historia que estaba por venir la iba a escribir él a base de goles, esfuerzo y sacrificio.
Algunos cuestionaron su nivel, pero poco tiempo les pudo durar el argumento. Estaban ante el jugador que iba a cumplir 200 partidos con la rojiblanca, ante el jugador que iba a transformarse, con más de 100 goles, en el máximo anotador de la historia del club.
Fueron 200 momentos y otros 200 que seguirán sucediendo con Stuani, dentro o fuera del campo. El debut en Primera del Girona frente al Atleti con doblete, los goles al Real Madrid, los testarazos inquebrantables… Cristhian ha sido capaz de levantar del asiento en más de un centenar de ocasiones. Multipliquen por número de aficionados y tendrán el resultado total de alegrías que el charrúa ha dado sobre el verde. ¿Pero cuántas ha dado fuera de él?
El aficionado es consciente de todo lo que ha dado Stuani por el equipo, pero por encima de todo ha querido relucir algo que no tienen todos los goleadores. Cercanía, ejemplo, compromiso y un sinfín de adjetivos que salen por boca de todos aquellos que lo han disfrutado con el cuadro catalán.
El descenso a Segunda fue de lo peor que le pudo pasar al club. Cristhian decidió quedarse y no una, ni dos. Tres veces bajó al barro de la categoría de plata por devolver a su equipo donde merecía. El capitán decidió quedarse allí donde le habían dado todo y fue uno de los actos más recordados por la afición.
Intenso como el romero en abril y representando en ráfaga a una ciudad pequeña pero con mucho por demostrar. Cristhian se ha ganado a cada uno de ellos y raro sería no ver una estatua con el paso del tiempo por las inmediaciones del feudo ‘gironí’. El único capaz de hacer vibrar de ilusión cada vez que salta al campo, juegue más o juegue menos. Si sale de inicio se apretará el brazalete, si lo hace desde el banquillo calentará como un chaval de 18 años. Girona señaló a Stuani para ser mejor y Stuani escogió al Girona para sembrarlo de honor.