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24 horas en Motril, placeres en la Costa Tropical

En el resto de España, un aguacate es un aguacate. En Motril cultivan, distinguen y aprecian cuatro variedades: Bacon, Fuerte, Hass y Reed. En el resto de España, un pálido es alguien blancucho, un sueco, un monje o, a lo peor, un vampiro. En esta ciudad granadina es un ron. En el resto de la Península hace frío en invierno. Aquí, no.

9.00. Mañana de churros y paciencia

Cojan número y siéntense a esperar en la terraza, porque hay cola para desayunar los churros que hacen desde 1946 en la cafetería Toledo (calle de la Victoria, s/n) (1). Da tiempo a entrar en el vecino mercado municipal de San Agustín (2), aunque solo sea para ver a cuánto está el kilo de la muy deseada quisquilla de Motril. A veces supera los 100 euros y, antes de la crisis, llegó a los 300. Podemos también acercarnos al santuario de Nuestra Señora de la Cabeza (3), donde se guarda y se venera la imagen de la patrona. Según la leyenda, una nave que venía con ella de Oriente en 1510 sufrió tal tempestad que los marineros le prometieron construirle una ermita allí donde los pusiese a salvo. El templo, en su cerro, rodeado de pinos carrascos y palmeras, es la foto más bella y repetida de la ciudad.

10.00. Memoria de un ingenio

Hubo un tiempo en el que toda la vega de Motril estaba plantada de cañas de azúcar, las cuales se estrujaban en prensas de madera gigantescas, como quillas de galeones. Una de ellas se admira en el Museo Preindustrial de la Caña de Azúcar (calle de Zafra, 6; 958 82 22 06) (4), en la Casa de la Palma, donde hubo un ingenio desde el siglo XVI hasta el XVIII. Montero (5) fabrica ron de caña desde 1963, aunque ahora con materia prima importada, porque lo de plantar no renta. “En Motril no se pide un ron, se pide un pálido”, es su lema. Y es verdad. Hay visitas en español a las once y las doce de la mañana.

12.00. ‘Kumquats’, lichis y papayas

Los rentables cultivos de frutas exóticas han sustituido a las plantaciones de caña de azúcar en Motril y en todo el litoral de Granada, conocido por esto y por su clima como la Costa Tropical. Cerca de Almuñécar, la finca ecológica San Ramón (6), además de bonitas vistas a la bahía de La Herradura, ofrece visitas guiadas y degustaciones para conocer de dónde salen y a qué saben kumquats, lichis, aguacates, babacos, pitahayas, mangos, chirimoyas, papayas, guayabas, carambolas… Más cerca, Matagallares (677 62 15 39) (7) ofrece lo mismo en Salobreña, un pueblo a nueve kilómetros de Motril tan blanco y tan apiñado sobre un peñasco que parece un iceberg en un mar tropical.

14.00. Dejen hueco para el postre

A base de ron y chirimoyas no se puede vivir, así que, para comer, probaremos otra especialidad local: el pulpo seco. Secado al sol, como antiguamente en los barcos, dorado a la plancha y servido sobre una ensalada de col, hace que el pulpo a la gallega pueda parecer fofo e insípido. El bar El Paso (8) sirve el mejor. Otra opción es el restaurante Museo del Azúcar (Azucarera de San Fernando, 6) (9), que ocupa parte de la antigua azucarera del Pilar, con monstruosas ruedas dentadas y chimeneas estratosféricas. Platos como las setas a la plancha con queso azul y miel de caña o el milhojas de foie, membrillo, queso de cabra y caramelo de ron nos recordarán dónde estamos. De postre, otra cosa muy típica: la leche rizada de la heladería Perandrés (10). Se parece a la leche merengada, pero no lleva clara de huevo. Solo leche, azúcar, limón y canela. Se toma con cucharita y, al derretirse, con paja.

15.30. Tarde para navegar

Después de comer se está de vicio navegando en un velero. Veremos, al fondo, Sierra Nevada; más cerca, los montes cuajados de aguacates y chirimoyos, y en primer término todo lo que el mar baña desde el blanco faro de Sacratif (11) hasta la vecina Salobreña (12), aún más blanca. Nadando o remando en una tabla de paddle surf desde el barco cabe acercarse a las playas más apartadas, como la de la Rijana o la de la Joya, donde el bañador es opcional. O al peñón de Salobreña, donde los más osados se lanzan al mar desde 20 metros de altura. El velero se puede alquilar, con o sin patrón, en Marina Motril.

17.00. El refugio de la focha moruna

Un paseíto de 15 minutos desde el puerto y nos plantamos en la Charca de Suárez (Camino de Perlaíllo, 17) (13), único humedal de la costa de Granada. Ocho lagunas salpican este espacio de 14,6 hectáreas donde habitan más de 160 especies de aves, 51 de ellas amenazadas. Como la focha moruna, que estuvo a un tris de extinguirse; se soltó aquí en 2013 y ya supera los 30 ejemplares. Es negra, con el pico blanco y cuernos rojos. La caña de azúcar, que en su día fue el cultivo más importante de la vega de Motril, traído por los musulmanes desde el sudeste asiático, mantiene aquí una extensión que endulza la vida de la ranita meridional y el canto del ruiseñor.

21.00. Cenas que suenan a mar

El fuerte del restaurante Kisquilla (14), como anuncia su nombre, es el molusco local. A pocos pasos están el campo de golf Los Moriscos (15) y el restaurante homónimo. De 10, la comida. De 11, el olor y el sonido del mar, ahí al lado. También cerca, en Playa Granada, se encuentra el beach club Hoyo 19 (hoyo19beachclub.es) (16), donde todo el mundo, juegue o no al golf, viene a tomar un trago al final del día.

23.00. Descanso entre palmeras

Si lo queremos todo junto (playa, cena, diversión y cama), el hotel Impressive (17) es un resort de dos alturas, estilo pueblo andaluz, con 50.000 metros cuadrados de jardín, piscina, restaurante, spa y programa de animación agotador. A cinco kilómetros de la arena, Casa de los Bates (18) es un alojamiento de seis habitaciones en una mansión centenaria con una terraza increíble (el Mirador de África) y un jardín botánico del siglo XVIII aún más increíble en la parte de atrás. “Eres más viejo que las palmeras de los Bates”, les dicen en Motril a los que son carrozas.

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