El 26 de diciembre de 1995, hace hoy 25 años, la mítica camiseta con el dorsal número ‘15’ de Juan Antonio San Epifanio, Epi, subía a lo alto del Palau Blaugrana en medio del adiós agradecido y unánime de toda una afición azulgrana que rindió tributo a una leyenda histórica. Fue un momento mágico, irrepetible, que puso un nudo en la garganta de los 8.000 barcelonistas que abarrotaban el santuario barcelonista, con un Epi que ya no pudo contener las lágrimas cuando el número ‘15’ que vistió durante sus 18 temporadas en el primer equipo azulgrana ascendió a las alturas. “Estoy muy emocionado, un momento como éste muy pocos deportistas lo pueden vivir. He estado 21 años en este club, pero me gustaría jugar 21 años más, porque con esta afición se puede llegar al fin del mundo”, señaló entrecortadamente.
Poco después, tras un partido de homenaje que enfrentó al Barça y a una selección de estrellas europeas, Epi repasaba su carrera. “No me puedo quedar con una cosa, es imposible. Todo ha tenido en su momento una gran importancia para mí, desde todos los títulos que he conseguido con el Barcelona, hasta la medalla de plata en Los
Angeles, o ser portador de la antorcha olímpica, o mejor jugador del 84. o el homenaje de la ACB, o el último título, el momento en que me han dado la orden olímpica y muchísimas más cosas que me olvido. Ese todo es tan maravilloso que no me puedo quedar con una sola cosa”, reconocía.
Si el homenaje de la retirada de su dorsal fue perfecto, su último partido se puede considerar como la manera ideal de colgar las botas como profesional. ‘Epi’–o ‘SuperEpi’ o ‘El Súper’, como le solía llamar el ex seleccionador español Antonio Díaz Miguel– lo dejó el 21 de mayo de 1995 en el Palau Blaugrana, vistiendo los colores del Barça, ganando un título, el de la Liga ACB, en un quinto y definitivo partido y saliendo a hombros de sus compañeros.
No cabe un mejor adiós posible una de las más grandes leyendas que ha dado el baloncesto europeo, un grandísimo referente en las décadas de los 80 y 90, la gran estrella de un Barça que con él al mando comenzó a coleccionar títulos y de una selección española que por primera vez asomó la cabeza de manera consistente en el elite mundial con aquellas medallas de plata en el Eurobasket de Nantes en 1983 y en los Juegos Olímpicos de Los Angeles en 1984.
Aquel último partido supuso su título número 21 (7 Ligas ACB, 10 Copas, 2 Recopas, una Copa Korac y un Mundial de clubs) de una carrera absolutamente alucinante, el colofón perfecto a 19 temporadas de azulgrana, todas ellas con el dorsal número 15 a la espalda. Además, con la selección española disputó ocho Eurobaskets, 4 Juegos Olímpicos y 3 Mundiales, y conquistó en total 3 medallas, jugando un total de 239, todo un récord histórico hasta que Juan Carlos Navarro lo superó en 2017.
Todo eso lo consiguió un chaval que llegó al Barça con 15 años procedente del Helios de Zaragoza como añadido al fichaje de su hermano Herminio, Epi I. “Yo era un petardazo”, ha asegurado él mismo varias veces. Sin embargo, tenía talento, personalidad, orgullo y una capacidad de trabajo arrolladora. Ya con 19 años se había convertido en una pieza importante en el equipo sénior del Barça y debutaba con la selección española absoluta, el 26 de abril de 1979, en un partido amistoso de preparación para el PreEuropeo frente a Cuba en Móstoles.
A partir de ahí, el estrellato con momentos tan icónicos como los 54 puntos que metió en un encuentro contra el Joventut (en una época en la que no había triples) después de dos prórrogas, cifra que sigue siendo récord de la ACB después de tantos años, aquella canasta decisiva ante la URSS en semifinales del Eurobasket de 1982 y aseguraba la medalla de plata, sus 28 puntos ante Estados Unidos en el Mundial de Colombia de 1982, la primera vez que España lograba batir al gigante americano, su misión como último relevista de la antorcha olímpica en los Juegos de Barcelona 1992, su Orden del Mérito Olímpico otorgada por el COI o su inclusión en el Hall of Fame de la FIBA en 2016.
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