España arrancó con derrota su andadura en el Europeo sub 21 después de sucumbir ante una Italia que estuvo con el cuchillo entre los dientes durante los 90 minutos. El equipo de Luis de la Fuente se fue evaporando tras un arranque fenomenal coronado con el golazo de Ceballos (8’). La intimidación de Italia, que jugó al borde del reglamento durante muchos tramos, fue minando la moral de la tropa española, de más a menos tras una media hora inicial en la que bordó el juego.
A partir de la jerarquía del madridista y de Fabián, dominadores absolutos del escenario, España escondió el balón y lo movió a su antojo para desesperación de Italia, que solo perseguía sombras. España dio un recital de juego colectivo, circulando el cuero con velocidad, por dentro y por fuera, a uno o dos toques, poniendo en órbita a todos los jugadores para hacer el campo enorme, inabarcable para una Italia desesperada a la que solo le quedaba el recurso de las patadas. Ceballos, indetectable entre líneas, cortocircuitó el sistema defensivo de Italia.
Italia reacciona
Italia tardó media hora en reaccionar y comparecer en el partido. En cuanto dejó a un lado las patadas y las maneras barriobajeras, España levantó un pelín el pie del acelerador. Lo suficiente para que el equipo de Di Biagio empezará a inclinar el campo hacia la meta de Unai Simon a partir del juego directo sobre Kean, que se merendó a Vallejo en el cuerpo a cuerpo.
El empuje del jugador de la Juventus espabiló a Italia y ahí emergió la figura de Chiesa por la banda izquierda. Desaparecido hasta entonces como el resto del equipo, el extremo de la Fiorentina solo necesitó un balón largo al pie para fabricarse él solo el tanto del empate. Con el cuero pegado cosido, dejó atrás a Martín y, dentro del área, se sacó un zurdazo que parecía un centro pero terminó en el fondo de la red para sorpresa del portero español, que dejó descubierto el palo corto.
El tanto espoleó a Italia e intimidó a España, que no avistó el campo rival en el resto de un primer tiempo que se le hizo muy largo.
En la reanudación la Rojita recuperó algo de iniciativa a partir de la frescura de Merino pero echó de menos algo de profundidad para amenazar la portería de Meret. Ni Oyarzabal ni Mayoral inquietaron a la retaguardia rival, que apenas tuvo trabajo.
Chiesa, punto y final
Italia, bien pertrechada, no bajó el pistón y siguió repartiendo patadas a diestro y siniestro con la connivencia del árbitro holandés, muy casero porque dio a alas a la dureza de Italia durante todo el choque.
Con Ceballos fuera de foco, a España le costó un mundo encontrar atajos hacia el gol. En un escenario donde aparentemente no pasaba gran cosa, Italia aguardó agazapada a la espera de la estocada final. Chiesa, el mejor de los locales, ajustició a los visitantes tras aprovechar un rechace dentro del área (63’).
España persistió sin contar ocasiones muy claras hasta que el VAR advirtió al árbitro de un penalti muy tonto cometido por Carlos Soler sobre Pellegrini. El jugador de la Roma no perdonó e Italia hizo valer su plan ante una España que se fue diluyendo hasta terminar desecha.
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