Podríamos decir que al argentino no le salió nada, o más bien poco. Vino con un estilo propio que convencía a muchos por acercarlo a los pensamientos ‘Bielsistas’, pero con un carácter más de fútbol europeo. El asunto es que el Toto no entendió nunca lo que tenía en la caseta y su propuesta dio mas volantazos que Sainz en el Dakar.
Arrancó queriendo llevar la iniciativa, ziabogó hacia el cemento más duro como propuesta y al final se quedo en tierra de nadie. No tuvo suerte, pero sobre todo no supo comprender que tenía y que podía hacer. Para algunos una pena, para otros un alivio.
Gaizka, cuando pasaba todo esto entrenaba al Bilbao Athletic, había decidido dar un paso atrás en su carrera , coger aire y estar cerca de casa. Después de varias experiencias en Primera y Segunda era tiempo de resetear. Es cierto que muchos ya apuntaban que era el relevo natural y que precisamente por eso Urrutia le había convencido para dirigir a los cachorros. El caso es que cuando menos te lo esperas llega la oportunidad y llegó. Una charla breve y decisión tomada. El primer equipo era para Garitano.
Las primeras decisiones fueron ordenar todo aquello, llamar a cada uno por su nombre y entenderles. Lo más importante, la aplicación del sentido común y cada uno en su puesto. El defensa a defender y el atacante a atacar. La hemorragia de goles se neutralizó y, de hecho, los números de partidos sin encajar gol subieron exponencialmente. No solo logró liberar al equipo de la presión del descenso, sino que hizo soñar hasta con la clasificación europea. Trascurrido este tiempo llegó la renovación por una temporada más.
De este curso poco negativo se puede decir. Pongamos pues en valor lo hecho hasta ahora y celebremos tener este cuerpo técnico al frente de los leones. Yo lo tengo claro: les renovaba.
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