Todo empezó con la enorme audiencia (13 millones de españoles) de la retransmisión en directo por TVE de la última partida del Mundial Kaspárov-Kárpov, el 18 de diciembre de 1987, desde el Teatro Lope de Vega de Sevilla. Menos de un año después, España ya era el país puntero en ajedrez como turismo cultural. Y todo indica que tras la pandemia lo será con mayor fuerza. Más de 500 jugadores de 43 países se reúnen ahora en Torrevieja (Alicante) para su VI Abierto Internacional.
Según el registro oficial de la Federación Española de Ajedrez (FEDA), en 2019, antes de la pandemia, en España se jugaron 610 torneos internacionales; de ellos, 380 fueron largos (una semana o más), y 230 de modalidades rápidas (uno o dos días). Si añadimos los 590 torneos oficiales (estatales o autonómicos, individuales o por equipos, de todas las edades y categorías), teniendo en cuenta que buena parte de ellos también generan un turismo interior, estamos en unas 1.200 competiciones, año tras año, antes del confinamiento.
Patricia Claros, promotora y organizadora de torneos, captó hace meses que el ajedrez se había puesto de moda, por el confinamiento y por la serie Gambito de Dama, una de las más vistas en la historia de Netflix. Y que, además, los aficionados de siempre estaban hambrientos de torneos presenciales y un poco hartos de jugar por internet durante dos años. Se lo comentó a Eduardo Dolón, alcalde de Torrevieja (y también diputado provincial de Deportes), quien recogió de inmediato el guante para potenciar el abierto de su ciudad, suspendido en 2020 por el covid y disputado con muchas restricciones en 2021.
Aunque Torrevieja sea una ciudad costera, quiere visitantes que busquen algo más que sol y playa: “El ajedrez encaja perfectamente con el turismo deportivo o cultural porque muchos jugadores vienen acompañados, lo que aumenta considerablemente las pernoctaciones. En principio lo planteamos como una inversión rentable, estimando unos 300 participantes. Hemos superado ese número con creces, de modo que estamos muy contentos”, explica el alcalde. En el torneo abierto, que se jugará de miércoles a domingo, se han inscrito 469 jugadores; si se suman los que disputaron el domingo pasado un torneo de partidas relámpago y no estarán en el abierto, el número total pasará de 550.
Además, el ajedrez está asociado a la inteligencia, lo que da una buena imagen a quien organiza o patrocina un torneo: “Eso influye, sin duda, -añade el alcalde-, y yo añadiría otro factor importante. En Torrevieja vive gente de más de 120 nacionalidades, y el ajedrez es muy universal. Por tanto, es un elemento aglutinador multicultural, y también sirve para que los aficionados puedan conciliar su vida familiar y deportiva. De hecho, hemos tenido grandes maestros residentes en Torrevieja”.
En Semana Santa había dos torneos abiertos muy tradicionales en España: el de San Sebastián, suspendido por la pandemia desde 2019 pero anunciado para 2023; y el de La Roda (Albacete), el más longevo, cuya edición 48 también empieza el miércoles, con 203 inscritos de 15 países, que llenaran los hoteles de esa ciudad de 14.000 habitantes, donde el ajedrez se imparte en los colegios desde 1980. Y en las semanas siguientes, habrá otros dos nuevos torneos internacionales en sendas islas de Baleares, el Open Chess Menorca (20 al 24 de abril; 137 inscritos de momento) y el Sunway Formentera (29 de abril al 8 de mayo).
Hay torneos de élite con gran prestigio mundial, como el Ciudad de León (partidas semirrápidas), cuya edición 35 se anuncia del 8 al 10 de julio, que además ofrecen otro, abierto, para que los aficionados puedan combinar sus propias partidas con ser espectadores de las que disputan las grandes estrellas. Lo mismo ocurría en el legendario de Linares (Jaén), una de las ciudades españolas más azotadas por la crisis económica desde 2008.
El de León será uno de los primeros de la temporada estival, que atrae a muchos extranjeros y permite jugar -si el cuerpo y el bolsillo lo aguantan- cada día, yendo de ciudad en ciudad, hasta octubre. Si hay que destacar solo uno en ese periodo debe ser sin duda el de Benasque, en el Pirineo de Huesca, un paraíso donde el abierto de ajedrez (cuya edición 41 se disputará del 6 al 15 de julio) “adelanta dos semanas la temporada turística de verano”, recalca su director, Juan Miguel Royo. En efecto, EL PAÍS ha podido comprobar varias veces a lo largo de muchos años que los hosteleros locales dan enorme importancia a ese certamen; entre otras razones porque, contrariamente a los esquiadores que llenan sus instalaciones en invierno, los ajedrecistas trasnochan (las partidas suelen ser por la tarde), y contribuyen así a la salud económica de bares, pubs y discotecas.
También es cierto que precisamente en Benasque no es fácil combinar los placeres nocturnos con las excursiones de alta montaña por paisajes bellísimos, pero hay gente para todo: en el torneo han llegado a tener 567 participantes que, sumados a sus acompañantes, suponen unas 2.000 camas ocupadas durante casi dos semanas. “El lema Turismo y Ajedrez podemos decir que nació en Benasque. Ojalá todos los ayuntamientos de España se dieran cuenta de su enorme potencial”, concluye Royo.
Tras el paréntesis de noviembre, casi vacío de torneos, llega otra temporada, corta pero intensa, desde el torneo del hotel Bali (hasta hace poco, el más alto de Europa), en Benidorm, que empezó en 2002, hasta el tradicional de Sevilla, con 41 ediciones (este año pasa a julio). Ese circuito pasa por el Prat de Llobregat (Barcelona), y en navidades Lorca (Murcia) así como Roquetas (Almería), entre otras ciudades. De los torneos de este periodo, el que más relevancia ha alcanzado en los últimos años ha sido el Sunway Sitges (Barcelona), justo antes de navidades.
Su director, Oskar Stöber, explica así el planteamiento empresarial: “El ajedrez es interesante como turismo cultural porque un torneo como el nuestro supone una estancia media de nueve o diez noches. Pero hacerlo rentable implica consolidarlo durante varios años y apostar por ello, sobre todo en temporadas bajas, en las que puedes llenar hoteles con ajedrecistas si los precios son atractivos. Y más aún si además cuentas con patrocinios institucionales o de otro tipo. En este sentido es importante disponer de tus propias salas de suficiente amplitud, lo que te ahorra muchos costes”.
Stöber tiene ahora esas ideas claras, pero el comienzo fue distinto: “Empezamos por una cuestión de imagen, porque nos gustaba la idea de asociar nuestro hotel con el ajedrez. Pero el número de participantes fue creciendo [450 en 2019; casi 400 en 2021], y una de las facetas muy positivas que hemos descubierto es que el ajedrez nos permite darnos a conocer en muchos países, más allá de Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y EEUU, que son los proveedores más importantes de los hoteles españoles. Por ejemplo, países exsoviéticos o India. Es una apuesta a largo plazo, pero seguro que muchos de los jugadores propagan después nuestra marca turística en sus países. No es tangible de inmediato, pero sí dejará retornos en unos años, además de generar empleo fuera de las épocas altas de turismo”.
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