China amenaza a Trump con represalias por la ley de apoyo a las protestas



China montaba en cólera y los manifestantes de Hong Kong gritaban de alegría después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, haya firmado la flamante ley en favor de la democracia y los derechos humanos en la antigua colonia británica. “Somos la mayoría”, gritaba exultante este jueves el activista y antiguo líder estudiantil Joshua Wong, en una asamblea en el centro del territorio autónomo para dar las gracias a Estados Unidos por aprobar la ley. El público asistente, al menos 10.000 personas, le aplaudía entusiasmado agitando banderas de ese país. En Pekín, en cambio, el Gobierno central amenazaba a Washington con “represalias” sin precisar, en un nuevo episodio del deterioro de la relación entre ambas potencias.

En China era ya jueves, día de Acción de Gracias, cuando Trump firmó la medida, que obliga a Estados Unidos a revisar cada año la situación de los derechos humanos y las libertades fundamentales en Hong Kong. Si encuentra que no se respetan lo suficiente, Washington tendría que retirar a la antigua colonia el estatus que le exime de las sanciones comerciales que EE. UU. aplica a China. Las personas consideradas responsables de las violaciones de los derechos humanos serán sometidas a sanciones.
La reacción de Pekín, que desde hacía semanas advertía a Estados Unidos que no diera ese paso, fue tan rauda como furiosa. En un comunicado, el Ministerio de Exteriores aseguró que su Gobierno “y el pueblo se oponen a firmemente a actos hegemónicos tan descarados”. El viceministro de Relaciones Exteriores Le Yucheng convocó al embajador de EE UU, Terry Branstad, para transmitirle la “firme oposición” de su país a lo que considera una medida con “intenciones maliciosas”. Pekín también instó a la primera potencia a “no seguir por ese camino erróneo, o China adoptará medidas de represalia y Estados Unidos tendrá que acarrear las consecuencias”.
Según el Gobierno chino, Estados Unidos “ha apoyado abiertamente a delincuentes violentos que han destrozado instalaciones, prendido fuego, atacado a civiles inocentes, violado el Estado de derecho y puesto en peligro el orden social”. En Hong Kong, un representante del gobierno autónomo acusó a Washington de “injerir abiertamente en los asuntos internos” de la antigua colonia al promulgar la nueva ley y de transmitir el “mensaje erróneo” a los manifestantes.
En la manifestación en la antigua colonia británica, en cambio, todo eran parabienes hacia Washington. Sonaba el himno estadounidense, ondeaban decenas de sus banderas y carteles con el mensaje en inglés “Thank you for standing with Hong Kong” (“gracias por apoyar a Hong Kong”). Una pantalla gigante emitía vídeos enviados por senadores y figuras religiosas estadounidenses, entre calurosos aplausos de los participantes. Según la Policía, asistieron 9.600 personas. Los organizadores multiplicaban esa cifra por diez para situarla en cerca de 100.000.
“Esperamos que una ley similar se apruebe en el Reino Unido y en Canadá”, sostenía Sunny Cheung, de la asociación de federaciones estudiantiles convocante de la asamblea.
Leo, un recién graduado universitario de 22 años que había enganchado una bandera estadounidense a su sudadera negra, expresaba su esperanza de que la nueva ley represente “un primer paso para recuperar el apoyo internacional a nuestra lucha por la libertad”.
La manifestación junto al Ayuntamiento hongkonés era la primera de importancia en el territorio autónomo desde los violentos enfrentamientos de hace once días en la Universidad Politécnica de Hong Kong entre manifestantes y Policía.
Las centenares de detenciones en el campus a raíz de esos enfrentamientos, y el aplastante triunfo de la oposición demócrata en las elecciones municipales del pasado domingo, habían creado una suerte de tregua en la violencia entre la Policía y los movilizados en las protestas antigobierno que vive Hong Kong desde hace casi seis meses. Durante la asamblea proestadounidense, la Policía no se hizo notar. El programa transcurrió sin incidentes.
Aunque quedó claro que, pese a la tregua no declarada, las tensiones continúan a flor de piel. Según explicaron testigos presenciales, la solicitud de documentación por parte de la Policía a dos jóvenes que salían de la asamblea desencadenó una algarada entre agentes y una muchedumbre que los increpaba. Varios jóvenes atacaron a golpes y dañaron uno de los vehículos en los que los policías intentaron abandonar la escena.


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