Al margen de que pienso que Pablo Machín está más que capacitado para liderar proyectos propios y no construidos por otros, opino también que su forma de trabajar no se ha adecuado a las urgencias que tenía el Espanyol. No se trataba de implantar una nueva manera de jugar que se quedara sólo en algunas sensaciones agradables, sino de conseguir resultados como fuera. Y con esos pobres cinco puntos sumados en sólo diez partidos está claro que el objetivo no se estaba cumpliendo. El Espanyol necesita ahora alguien que conozca bien la casa y sepa dónde meter el bisturí. Ahí están Raúl Longhi, Paco Flores, Pochettino, Luis García… Hay donde elegir siempre que el club y ellos quieran, claro.
Vaya por delante de que había razones para destituir a Machín, también lo es que el soriano es del tipo de técnicos que sabe exprimir los recursos que ofrecen sus plantillas. En varias fases de su etapa, el equipo ha dado muestras de poder revertir la difícil situación en la que se encuentra. Lo único que no ha acompañado son los resultados, que al fin y al cabo es lo que importa. La plantilla creía en su idea y la grada había conectado por fin con su técnico, tal y como se vio en el último encuentro en casa ante el Betis donde Machín parecía tener el poder de Simeone para revolucionar a la grada. Con su marcha, ahora todo este proceso tendrá que hacerse -otra vez- de nuevo, perdiendo un tiempo valiosísimo que ahora mismo el Espanyol no tiene.
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