Opinión impopular en proceso. Asistí como espectador al Athletic-Barça de la Primera Iberdrola y no me gustaron nada las sucesivas olas que se hicieron en San Mamés. Quizás sea por mi carácter purista del fútbol, pero me parece que sobraba. Sobre todo por el momento, con las rojiblancas perdiendo 0-1. La ola dio unas cinco o seis vueltas al estadio, el público dejó de atender a lo que sucedía en el verde y llegó el 0-2.
Mi concepto de una animación eficaz es aquella que va dirigida al terreno de juego y que repercute positivamente en el equipo local. No aquella en la que el objetivo parece ser que el espectador se entretenga y que el protagonista esté en la grada.
No sé qué les pareció a las protagonistas lo de ver la ola, pero me pongo en su situación y a mí no me haría demasiada gracia. Puedo llegar a entender que se haga en los prolegómenos, en el descanso o con un partido sentenciado. Y en este último caso tampoco lo tengo claro porque podría considerarse como una falta de respeto al rival. Como los “olés”. Hay más formas de animar y generar sensación de bullicio.
En el momento en el que la asistencia no sea la noticia principal y sí lo sea el resultado y lo que acontezca en el rectángulo de juego, se habrá dado un paso importante en el fútbol femenino. Con esto no quiero decir que no tenga importancia el ambiente ni que haya que dejar de resaltarlo porque reunir a 32.000 personas en San Mamés para un duelo de la Primera Iberdrola es noticioso. Eso sí, la guarnición nunca puede erigirse en el elemento principal del plato.
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