¿Se acuerdan de 2002? Por aquel entonces, un Athletic
novato en la Superliga ganaba su primer campeonato goleando en San
Mamés al Hispalis, decano del fútbol sevillano y actualmente en la Primera Nacional femenina. Fue el inicio de una brillante andadura con tres Ligas seguidas mientras San Mamés era pionero a la hora de la apertura de puertas a un fútbol minoritario y opacado entre campos de tierra y vestuarios en forma de contenedores de obra.
Recuerdo cuando hace unos años te contaban en Lezama cómo el avance del Barça las iba convirtiendo en un rival difícilmente batible. A día de hoy, con el objetivo de la Champions; las grandes del fútbol europeo aprovechan sus Ligas para rodarse y testarse mientras esperan su gran momento continental.
Por eso el enorme mérito del Athletic ganando la Liga en 2016. El contexto de la clasificación ha variado sensiblemente. Los clubes modestos se van retirando a categorías locales mientras que Barça y Atlético se consolidan a la espera del tercer gigante. Hemos pasado del fútbol primitivo al del dinero y la tele.
Y no todo es malo en este proceso. Las futbolistas por fin pueden tener su propio convenio después de muchos años tratando de compatibilizar su vida personal y profesional con aquel fútbol residual que apenas pasaba por un hobby pese a tanta dedicación y compromiso. La llegada de patrocinadores, la tele y la globalización, eso sí, ponen en un brete a clubes de cantera como el Athletic.
Salvo por el fichaje de
Irene
Paredes
por el PSG, no estábamos acostumbrados a que vinieran a fichar a Lezama. Nunca se habló de cláusulas ni de fichas. El progreso y el reconocimiento traen consigo debates hasta la fecha exclusivos del masculino. ¿Seremos tan vehementes o seguirá imperando cierto paternalismo?
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