Alberto de la Bella (Santa Coloma de Gramanet, 1985) habla de la Real con tal cariño que parece un aficionado más. Sus ocho temporadas le hacen asegurar que volverá a casa.
¿Cómo le va, sigue en Canarias?
Sí, nos quedamos aquí desde el día anterior al Estado de Alarma que se suspendieron los entrenamientos. Estamos en el sur de la isla con mi mujer y mis dos hijos.
¿Se está machacando en el gimnasio?
(Risas) La verdad que sí, nos han pasado un plan de entrenamiento y a mi también me gusta cuidarme, estoy trabajando con una clínica de Donostia que me pasa ejercicios diarios para mantener la fuerza y que cada grupo muscular esté en su tono adecuado.
¿Aprovechando para pasar más tiempo con los niños?
Por lo menos me quedo con eso, sí. Pintamos mucho, jugamos mucho tiempo… Para ellos es como estar de vacaciones porque pasan mucho tiempo con nosotros.
¿Cómo cree que acabará la temporada?
Ahora cuesta hablar de fútbol viendo las cosas tan importantes que hay sobre la mesa. Yo soy partidario de terminar la temporada, pero vamos a ver cómo se puede ajustar el calendario y si no se adultera la competición.
Movistar nos recordó hace unos días el 2-5 en Mestalla. ¿Qué se le viene a la cabeza?
No lo vi, pero el partido lo tengo grabado, no te preocupes. Son recuerdos buenísimos, le tengo mucho cariño a esa temporada y en especial a ese gol porque fue el primero en Primera.
De los héroes del ascenso van quedando pocos.
Sí, Zurutuza es el último superviviente creo. Mantenemos contacto con la mayoría, tenemos un grupo donde hablamos mucho y más estos días. Hay que dejar paso a los jóvenes, que aprietan que no veas.
¿Eran más que simples compañeros de vestuario?
Sin duda, fue una de las cosas por las que decidí quedarme a vivir en Donostia, por el grupo de amigos que he hecho a lo largo de tantos años. En verano nos juntamos para pasar unos días y para revivir todos esos momentos.
¿Cómo vivió el homenaje en Anoeta?
Fue un día espectacular que nunca voy a olvidar. Tengo que agradecer al club y a la afición por reconocer a un jugador que no es de la casa pero que siempre se ha sentido muy valorado, que te puedan despedir con la Insignia de Oro y Brillantes… No se puede pedir más. Lo que tengo ganas de verdad es volver a Anoeta como aficionado porque en el futuro le esperan buenas cosas a la Real.
¿Con qué se queda?
Elegiría dos momentos: el ascenso y la Champions. El primero porque devolvimos a la Real adonde merecía estar y en lo personal por llegar a la élite del fútbol profesional, con 23 años fue un salto importante en mi carrera deportiva. Y luego la Champions fue un premio y lo vivimos de esa manera, lo disfrutamos muchísimo porque no teníamos esa presión. Todos nos lo merecíamos y fuimos muy felices.
¿Cómo estaba viendo la temporada de la Real?
Ojalá termine la temporada y acabe de la misma manera que aquella en la que fuimos a Champions. Tienen un fútbol diferente, pero son más contundentes y expeditivos y en las dos áreas son muy eficaces. Muchos jugadores de la plantilla están consiguiendo su máximo nivel y eso hace que como grupo sean capaces de ganar en cualquier campo.
¿Con quién se queda?
Me quedo con muchos, pero este año se ha acertado con los fichajes. La aportación de Portu, Remiro, Isak, Nacho… Les ha dado un salto de calidad. Otros que ya estaban como Oyarzabal, Zubeldia y Merino son más importantes todavía y han terminado de explotar.
¿Cómo ve la final de Copa?
Otro premio a la gran temporada. El club tenía muchas ganas de poder disputar una final, el año pasado fueron las chicas y esperemos que este año sean ellos los que ganen. Me dan envida sana y estaré enganchado a la televisión si no me puedo desplazar a Sevilla. A todo el mundo le gustaría ganar un título con el club que ha sentido durante toda su vida y no me quiero ni imaginar lo que vivirían los que son de la casa.
Alberto de la Bella coincidió sólo tres meses con Imanol Alguacil, pero guarda un buen recuerdo: “Llegó tras la marcha de Eusebio y fueron tres meses intensos, pero ya se veía que le daba igual estar en el Sanse o en el primer equipo que él iba a exprimir y pedir el máximo a cada jugador y así saca el 100% de ellos”, cuenta. Añade que su intensidad es clave: “Nadie se relaja y todo el mundo tiene posibilidades de jugar si da el máximo y eso es primordial”
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