La grabación de la mini-serie documental The Last Dance, que detalla al milímetro la última temporada del segundo triplete de los Chicago Bulls de Michael Jordan, provocó las lágrimas del protagonista en un momento de la misma. Al final del séptimo episodio, cuando le preguntan a la leyenda sobre si su actitud dominante sobre la cacha y en el vestuario le costó la simpatía de algunos de sus compañeros y el público en general, la estrella tuvo que pedir una pausa a media respuesta.
“Mira, ganar tiene un precio”, responde Jordan. “El liderazgo tiene un precio. Así que apreté a gente que no quería ser presionada. Reté a personas que no querían ser retadas. Me gané ese derecho porque mis compañeros que llegaron después de mi no aguantaron todo lo que yo aguanté. Cuando te unías al equipo, vivías en un determinado estándar de juego. Y no iba a hacer menos. Si eso significaba que tenía que molestarte un poco, pues lo hacía. Pregúntale a mis compañeros. La única cosa que MJ no me pidió es hacer algo que él no p*** hacía”.
Esa actitud fue, sin duda, a favor de los campeonatos y en contra de su reputación tanto dentro como fuera de los pabellones. Jordan sabía muy bien lo que estaba haciendo en cada momento: “Cuando la gente vea esto dirán, ‘no era realmente un buen tipo. Quizás era un tirano’. Pues es cosa tuya. Porque nunca has ganado nada. Quería ganar, pero quería que ganasen ellos para ser parte de eso también. Mira, no tenía que hacer esto. Lo hacía porque es quien soy. Es como jugaba. Era mi mentalidad. Si no quieres jugar así, no juegues así”. Tras esta última frase fue cuando Jordan, visiblemente emocionado y con los ojos cristalinos, pidió un momento para sí mismo en el set de grabación.
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El último baile se estrenará en España el próximo 20 de abril a través de la plataforma Netflix. En el actual período sin competición debido al parón por coronavirus, la mini-serie documental promete devolver a los espectadores a la década de los noventa en la que Jordan transformó para siempre el significado de lo que entendemos por un deportista y, sobre todo, un ganador. Tanto para revivir emociones como para conocerlas por primera vez, la cosa pinta a sofá y palomitas.
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