La capital de Virginia se prepara para el arribo de miles de manifestantes proarmas y otros activistas que tomarán Richmond para protestar ante los planes de la mayoría estatal demócrata para aprobar una legislación que regule el uso y venta de armas de fuego.
El gobernador Ralph Northam declaró un estado temporal de emergencia en los días previos a la protesta y prohibió el porte de armas durante el evento, que tendrá lugar en el capitolio estatal. Se espera que en el mismo tomen parte miembros de algunos grupos supremacistas y que ello pueda dar lugar a una explosión de violencia similar a la que se vio en Charlottesville en el 2017.
La policía estatal de Virginia, la policía del Capitolio y la policía de Virginia trabajan de forma conjunta y planean desplegar una amplia presencia en la manifestación, con agentes uniformados y encubiertos. También tienen previsto regular el acceso a la plaza del Capitolio con solo una entrada y advirtieron a los asistentes que habrá retrasos para ingresar al recinto, dadas las medidas de revisión por seguridad.
La idea de las autoridades es evitar que se repita el episodio violento que tuvo lugar en Charlottesville, durante una de las reuniones más amplias de supremacistas blancos y grupos de la ultraderecha. Allí los manifestantes chocaron con grupos de oposición y en el enfrentamiento un hombre estrelló su auto contra la multitud, hiriendo a docenas y matando a una mujer.