El momento de la verdad para Segunda B


La crisis sanitaria ha devuelto a la palestra el debate sobre las señas de identidad, la estructura y el porvenir de Segunda B, una categoría muchas veces denostada que había recuperado parte del brillo con la potente entrada de los filiales de varios clubs de Primera y el descenso de estructuras históricas de Segunda. Así las cosas, las propuestas que han ido apareciendo sobre la mesa a raíz de la iniciativa de la Federación Española de otorgar ascensos sin descensos han puesto de manifiesto las diferencias de criterio que existen a día de hoy entre los protagonistas de la categoría de bronce.



De hecho, con la pandemia del coronavirus se han reabierto algunas heridas y han asomado discrepancias de calado, como la corriente que persigue una mayor profesionalización de la competición y que entiende que la idea de Rubiales de quitar los descensos y añadir 16 equipos más devaluaría su atractivo y debilitaría su fuerza hacia al exterior, perdiendo parte de su encanto.

Cabe recordar que en la actualidad la Segunda B está formada por 80 equipos divididos en cuatro grupos, con los dos representantes guipuzcoanos, Sanse y Real Unión, encuadrados en el segundo. La proposición de la RFEF de eliminar los descensos y habilitar que haya subidas desde Tercera elevaría la cantidad de equipos a 96 la temporada que viene, lo que obligaría a crear seis grupos de 16. El Sanse se mantendría por quedarse fuera del playoff de ascenso y el Real Unión también, por quedarse sin efecto el descenso a pesar de ocupar posición para bajar.

Por contra, el planteamiento que ha surgido desde más abajo y que ha cuajado entre varias entidades de Tercera es la de habilitar 28 ascensos, los 18 campeones de cada grupo y 10 equipos más, y dejar la categoría con 108 equipos: seis grupos de 18.

Ante este escenario, varias entidades de Segunda B han mostrado su rechazo más enérgico por entender que la aglomeración de clubs con presupuestos tan diversos les perjudicaría en exceso por las cantidades que han ido desembolsando. En ese bombo entraría una Cultural Leonesa que en boca de su director general Felipe Llamazares ya ha abogado por crear un grupo que se sitúe un escalón por encima de la Segunda B convencional para dar cabida a los descendidos de Segunda y los equipos clasificados para el playoff de ascenso que se han quedado sin premio. Asimismo, podría haber hueco para algunos de los equipos que se han clasificado en quinto lugar, justo por debajo del playoff.

En ese sentido, Llamazares entiende que “si lo que hacemos es ampliar clubs y debilitar la competición, los perjudicados vamos a ser los clubes mas potentes y los inversores que están metiendo mucho dinero en Segunda B, como sucede en las mayoría de equipos que estamos en ‘playoff’”. Curiosamente, el Sanse, en condición de quinto clasificado en el Grupo 2, podría tener un sitio en esta categoría.

Sin Liga de filiales a la vista

Esta idea de crear un grupo intermedio entre la categoría de plata y la de bronce se asemeja bastante a la vieja propuesta de crear una liga de filiales que equilibraría las fuerzas en Segunda B pero que dejaría escapar un importante tren, ya que el salto a Segunda podría ser demasiado acusado.

Al margen de las dificultades administrativas y deportivas, los propios clubs de Primera rechazan tajantemente esta idea por dejar de lado el aspecto formativo y de crecimiento que persiguen con sus futbolistas. En Inglaterra, por ejemplo, trabajan con una liga de filiales que no da los réditos esperados y no se descarta que en un futuro puedan adaptar la idea y el planteamiento que se rige por estos lares. Queda mucha tela por cortar aún.


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