Si uno cierra los ojos y tiene puesto de fondo la narración de Josean
Alkorta, todavía 39 años después, te puedes desplazar hasta Gijón como lo hizo Gipuzkoa entera para ‘tocar hierro’ por primera vez. El 26 de abril de 1981 siempre quedará marcado en el corazón de cualquier txuri urdin por ser el día en el que cambió la historia de la Real Sociedad. Los donostiarras consiguieron su primer título de Liga de la manera más agónica posible con un gol de Zamora en el minuto 89 que tumbó por completo la fiesta merengue. De alguna manera se hizo justicia después de que la campaña anterior, la de la imbatibilidad, el título de Liga se esfumara de nuestras manos con una única derrota en el Sánchez Pizjuán en la penúltima jornada.
La Real llegaba a la última jornada con sólo un punto de ventaja respecto al Real Madrid, segundo clasificado. Los de Alberto
Ormaetxea necesitaban un punto para alcanzar la gloria en un Molinón lleno de barro con miles de realzales empapados hasta los huesos en las gradas. La tarde no pudo empezar de mejor manera gracias al penalti transformado por Kortabarria después de que Maceda cometiera una clara pena máxima sobre Roberto
López
Ufarte. El zaguero no falló, llevando la alegría a los alrededor de 10.000 gargantas txuri urdin que poblaban las gradas. El encuentro se complicó y las sonrisas pasaron a ser caras largas: “Otra vez no, por favor”, retumbaban en las cabezas realistas
Mesa, con goles en el último minuto de la primera parte y en el primero de la reanudación, volteó el resultado para que la Real se quedara sobre el alambre. La historia quiso regodearse hasta que en el minuto 89 llegó el ansiado gol del empate. Enríquez
Negreira, trencilla de la contienda, ya miraba el reloj para trasladar el título liguero a Chamartín. Fue entonces, cuando sólo restaban 11 segundos del crono, Zamora enganchó el mejor derechazo jamás propinado por un jugador de la Real en sus más de 110 años de
historia.
Del lloro al éxtasis
Castro sacó de puerta y el cuero quedó en los pies de Larrañaga, que envió el esférico de nuevo al área. La zaga se defendió con uñas y dientes y esta vez el balón cayó en los pies de Olaizola, que construyó la mejor jugada de la historia txuri urdin. Olaizola encontró a Alonso y éste puso un nuevo centro que fue despejado por Castro. Del cielo fue Bixio quien, con mimo, recogió el balón para realizar el peor chut pero la mejor asistencia de su carrera. Aquel ‘Tango Plate’, balón del encuentro, recaló en las botas de Zamora para llevar al éxtasis a la grada de El Molinón. “Goooooollllll de Zamora!!!!”, se puede todavía escuchar en los pensamientos txuri urdin.
La locura se desató ya en Gijón y en toda una provincia, que vibró y celebró la primera Liga de la historia de la Real. Sin tiempo para más, el pitido final llevó a la gloria a jugadores, aficionados y compañeros de la prensa que presenciaron en directo el partido que cambió la historia del centenario club txuri urdin. Cuando fuimos los mejores.
En el museo de la Real no están ni la camiseta de Zamora ni el balón de la gloria. La primera desapareció. El segundo está a buen recaudo. Hace 39 años alguien lo chutó a la grada tras el gol y lo agarró el sanpedrotarra Ramón
Egaña. Ya en el campo le ofrecieron 30.000 pesetas por él, pero más tarde hasta 6.000 euros y un coche por el histórico cuero Adidas. Pero no lo vendió. Le hizo más ilusión celebrar el título, pero el balón es su mayor tesoro.
El capitán de la Real campeona, Luis Arconada, participó ayer en una charla en la web del club: “No hay nada como la sensación del primer título porque además de ganar la primera Liga se junta con lo que teníamos ya perdido con la anterior liga en Sevilla. Fue un final totalmente diferente al día de Atotxa contra el Athletic. Me quedo con el gol de Zamora. Es como si fuese el primer hijo, la Liga de Gijón tiene un sabor diferente”.
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