Hace 10 años, la muerte de Lorenzen Wright sacudió a la ciudad de Memphis y a la comunidad de la NBA. Después de que su madre avisara de que su hijo había desaparecido, las autoridades encontraron el cuerpo del exjugador en un bosque cercano a la población. Había recibido once disparos por todo el cuerpo, dos en la cabeza y dos en el pecho. El asesinato fue uno de esos casos abiertos en que los investigadores no dan crédito, no observan la pista que les llevará a resolver el crimen. De hecho, todavía hay muchas incógnitas a día de hoy a pesar de que los responsables del asesinato están cumpliendo condena en prisión.
No fue hasta el verano pasado que la viuda de Wright, Sherra, reconoció su papel como facilitadora del homicidio premeditado. Al reconocer los hechos, la exesposa reducirá la condena de cadena perpetua a 30 años de prisión, de la que podrá salir cuando haya cumplido el 30% de la condena. En 2017, siete años después del deceso del exjugador de los Memphis Grizzlies y los Atlantas Hawks, entre otros equipos, los investigadores dieron con el arma del crimen y procedieron a arrestar a Sheera y a un amigo de la familia, Billy Ray Turner, el cura de la iglesia local. Otro sospechoso en la complicada, Jimmie Martin, lleva años en prisión por otro homicidio.
Drogas, abusos e incógnitas
“Nunca pensé que sería sentenciada por asesinato o nada por el estilo, pero entiendo el tipo de vida que llevaba, el tipo de vida en que me vi imbuida vamos”, explicaba la exesposa al Commercial Appeal, un periódico de Memphis. “Esta es una de las cosas que conlleva este tipo de vida: asesinato, muerte, defunción. Podría decir muchas cosas. Maldad, crueldad, mentiras, secretismo, abuso”. Sheera nunca se escondió de los medios, y de hecho fue a buscarlos ella misma.
Primero defendió su hipótesis sobre el asesinato, ya que según su relato Lorenzen Wright no fue “un chico de póster” como todo el mundo imagina, sino que estuvo relacionado con el negocio de la droga y el blanqueo de capitales; posteriormente, escribió un libro, supuestamente de ficción, en el que una expareja de un jugador de la NBA huía a California con sus hijos -algo que ella hizo también en la realidad- debido a una larga historia de abusos; finalmente, durante el juicio, constató que su defensa ante los hechos es que había actuado a la contra, para devolverle todo ese sufrimiento a su exmarido.
Las últimas palabras de Wright quedaron registradas en una llamada al 911: “Hey, maldición”. Después vinieron los tiros. Tenía 34 años cuando ocurrieron los hechos, y llevaba una temporada retirado. Su último equipo habían sido los Cleveland Cavaliers de LeBron James, con quien compartió 16 encuentros en cancha. Sus compañeros más longevos fueron Shane Battier, Pau Gasol, Jason Williams y Mike Miller, de esos Grizzlies que representaron los primeros pasos y el crecimiento del pívot español en la NBA.
Un buen compañero
Hace unos años, Pau recordaba la mano reconfortante de Wright en su espalda después de uno de sus primeros partidos en la liga. “No te lo tomes tan mal”, le dijo Lorenzen a Pau. “Y no tengas miedo a equivocarte. Vas a cometer muchos más por el camino. Estoy aquí si tienes alguna pregunta”.
“Fue un momento increíble en mi carrera”, rememora Gasol en un artículo en The Players Tribune. “Ahora que soy un jugador veterano, significa mucho más. Cuando un veterano se toma el tiempo de estar por un novato, la cosa llega lejos. Lo hizo para mí. Ahora que reflexiono sobre ese momento, también hay tristeza. En 2010, me acuerdo de recibir la noticia de la muerte de Lorenzen”.
Wright fue un jugador de complemento durante su larga trayectoria. Fue elegido por Los Angeles Clippers en el séptimo puesto del Draft de 1996. En sus 13 temporadas en la liga, promedió 8 puntos y 6,4 rebotes en 23,8 minutos por encuentro. De su vida personal anterior a la tragedia, solo trascendió en los periódicos la muerte de una de sus hijas en 2003. “Cuando Lorenzen fue asesinado, la ciudad estaba en estado de shock. Nadie pensó que esto podría pasarle a uno de nuestros héroes”, explicaba Bill Adkins, otro amigo de la familia, a la revista People.
Dinero, hijos y documentales
Los seis hijos de la pareja viven todavía en California, donde se trasladaron con su madre después del asesinato y explicaron al Commercial Appeal que no necesitaban apoyo psicológico ni nada por el estilo, y que se tenían los unos a los otros. “Mis hijos saben quién es su madre, y también saben quién fue su padre”, declaraba la exesposa. Más allá de las incógnitas que todavía esconde el caso, los investigadores han determinado que el millón de dólares del seguro de vida del jugador, que estaban a nombre de su exesposa, no fueron el móvil principal del homicidio. El dinero, según las investigaciones, se lo gastó rápido y ostentosamente en los meses posteriores a su muerte.
Los investigadores quieren reconstruir la escena del crimen con los convictos, así que el caso seguirá trayendo cola en los años venideros. Sobre el caso se han producido ya varios documentales, y es que el género criminal es uno de los favoritos entre la población estadounidense. Los cabos sueltos probablemente darán para nuevos metrajes y titulares explosivos.
Sheera Wright, desde la cárcel, ya ha avisado: “No todo es lo que parece”. Según ella, la decisión de reconocer los hechos la tomó para facilitar la vida y el futuro de sus hijos.
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