Nuevas que un rato son esperanzadoras por los objetivos mentales que tenemos, pero que con el paso del tiempo varían porque dependiendo de quién hable el criterio es uno u otro. La última del martes fue la posibilidad de tener aficionados en los campos esta misma temporada. El caso es que en Las Palmas lo daban por hecho, con aforo reducido, obvio, pero se les negó la posibilidad en primera instancia.
Tengo la sensación de estar viviendo una vigilia. Las pasas canutas sin comer durante un tiempo y cuando acabas te hartas de todo en unas horas. Aquí pasamos del todo a la nada en medio minuto y no creo que sea bueno. Hemos estado comiendo pan hecho por nosotros y relacionándonos solo con nuestro entorno más cercano en casa durante meses y ahora la puerta se abre de par en par. ‘Mi no entender’, que decía el guiri.
Es realmente incomprensible porque hace un mes estábamos dudando de si habría futbol o no y hoy pensemos en abrir los campos. La salud es la primera premisa, pero la que nos incumbe a nosotros es la del aforo y el número de socios si esto sucediese. Imagínense el follón si unos pueden ir y otros no. Estaríamos hablando de una final de Copa permanente, con sorteos para ver quiénes son los afortunados que acuden a La Catedral para ver un partido de los once que quedan de Liga. No lo veo. Lío y más lío. Hay que acabar esta campaña, que pase el verano, observar la evolución y hablar de público más adelante.
El fútbol es de la gente, pero lo vivido es tan excepcional que este esfuerzo debe continuar y aquí somos todos responsables. Muchas veces las ganas nos pueden, pero ahora hay que ser más analíticos que nunca y apostar a largo plazo. Ya habrá tiempo de disfrutar en las gradas. Es más, creo que la mejor manera sería la de todos juntos.
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