A lo largo de los 830 kilómetros de litoral atlántico de Portugal hay olas para todos los gustos. Un nuevo paraíso para surfistas y windsurfistas europeos de todos los niveles, que alterna tranquilas calas con forma de media luna y arenales kilométricos de arena virgen para descansar bajo el sol. Las mejores olas rompen en la costa atlántica central, y aunque se incluyen algunas de las más grandes de Europa, hay muchos sectores accesibles para surfistas de cualquier nivel. Desde el cálido Algarve a las playas del norte, rutas por los mejores lugares para sacar la tabla y cabalgar las olas en Portugal.
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Windsurf en una de las playas de la Costa Verde, al norte de Portugal. Kevin Foy alamy
1 Costa Verde
La joya turística de la Costa Verde portuguesa es Viana do Castelo, y también lo es para los surfistas. Como ciudad, Viana es agradable, con un atractivo casco medieval –frondosos bulevares del siglo XIX, mansiones manuelinas, palacios rococós–, pero además es una animada ciudad universitaria y ofrece encantadoras playas a las afueras.
Para sacar la tabla destaca, sobre todo, Praia do Cabedelo, al sur de la ciudad. Enorme y en forma de media luna, está barrida por viento on-shore (desde el mar hacia tierra) durante todo el año, muy apreciado por windsurfistas y kitesurfistas, y perfecta para principiantes y surfistas de nivel medio gracias a las condiciones (parecidas a las de una laguna) creadas por el cabo sur y el rompeolas del puerto (al norte). Además, es una playa espectacular para todos (amante o no de la tabla), flanqueada por bosque y un cinturón dunar. Y si se visita en agosto, se puede disfrutar de psycho-blues y rock duro a mediados de mes en el Sonic Blast Nusic Festival,en la cercana localidad de Moledo, al norte, con olas y viento de primera.
También se puede practicar buen kite y surf tradicional en Esposende, 17 kilómetros al sur de Cabedelo, aunque las condiciones son variables.
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Curso de surf en una playa de Costa Nova, en Aveiro (Portugal). Igor Markov alamy
2 Figueira da Foz y Costa da Prata
Parece increíble que algunos enclaves del litoral portugués sigan siendo casi desconocidos. Desde el faro de Barra, el más alto de Portugal, al sur de Aveiro, comienza la fabulosa sucesión de arenales que forman la Costa da Prata. Cuanto más hacia el sur, más espacio ocupan las dunas y los bosques, y menos pueblos encontramos.
A medio camino en dirección a Figueira da Foz conviene hacer un alto en Praia da Tocha, y concretamente en el Bar Ti Chico, más conocido como O Piolho: un local con encanto, herencia de los años 70 cuando Tocha era un paraíso para hippies, que desde décadas reúne a lugareños y turistas.
De playa en playa se llega hasta Figueira, uno de los destinos playeros más populares entre los portugueses, y también uno de las nuevas referencias surfistas. Praia de Cabedelo, la más popular, cuenta con escuelas de surf y diversos restaurantes. Un poco más allá, la playa da Cova Gala ofrece, además, buenos paseos entre bosque y dunas para bajar la comida.
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Surfistas sobre las olas gigantes de Nazaré, al norte de Lisboa. Francisco Salgueiro alamy
3 Nazaré y sus playas
Al norte de Lisboa, Nazaré es uno de los rincones de veraneo más populares y también más pintorescos del país. En verano está hasta arriba de gente, pero en cualquier otra época del año se puede disfrutar de este lugar con muy poca gente.
Hacia el norte, a pocos kilómetros, hay alternativas para el surf, como Praia do Petrogao, ancha, bordeada de dunas e impresionantes rompientes tanto de izquierdas como de derechas. Otra destacada es la playa de Vieira, bordeada por el Pinhal de Leiria, un gran pinar mandado plantar por un monarca visionario (el rey Dinis) hace unos setecientos años que protege más de 100 kilómetros de costa. La playa es ancha, de arena dorada y oleaje constante, y si vamos entre semana podremos disfrutarla con total tranquilidad.
La tercera elegida, con buenas olas y menos surfistas, es la playa de Sao Pedro de Moel, pueblo de ambiente relajado y maravillosos atardeceres, al sur del enorme Pinhal de Leiria.
Pero al sitio al que todos van a surfear es Nazaré. Hasta hace pocos años era un sitio de vacaciones un poco soso, con un paseo marítimo de puestos de souvenirs y poco más. Pero cuando el surfista estadounidense Garrett McNamara descubrió las olas gigantes de Nazaré –llegan a los 30 metros debido a un cañón submarino de cinco kilómetros de profundidad que apunta hacia la Praia Norte– todo cambió: difundió fotos de su hallazgo y el pueblo se convirtió en lugar de peregrinación para surfistas de todo el mundo. Después, cuando sus olas gigantes regresan a la calma, Nazaré vuelve a ser un tranquilo pueblo de pescadores.
Para tener una buena perspectiva de este espectáculo surfero hay que subir al Promontório do sitio (un ascensor sube hasta arriba), a unos 110 metros de altura.
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La playa de Foz do Arelho, en la región portuguesa de Óbidos. Mauricio Abreu Getty
4 Lourinha, Foz do Arelho y Sao Martinho do Porto
Entre Nazaré y Peniche, hay diversos enclaves surferos menos conocidos (y más tranquilos) como Lourinha, donde se puede disfrutar casi a solas de las olas de las playas de Areal y Areia Branca (ideal para principiantes y bodyboarders), bordeadas de dunas.
Otra propuesta es Foz do Arelho, una amplia y preciosa playa de arena respaldada por un estuario, perfecto para el windsurf. Es un lugar sorprendentemente poco urbanizado, estupendo para tomar el sol y contemplar a los pescadores locales, o tomarse algo en la hilera de tranquilos bares y restaurantes que hay junto a la playa.
También es agradable y tranquilo el pueblo de Sao Martinho do Porto, próximo a Nazaré, con una bahía en forma de medialuna que resulta ideal para unas vacaciones en familia y practicar deportes acuáticos.
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Un surfista en una playa de Peniche (Portugal). Kseniia Ivanova Getty
5 Peniche
Ubicado en una pequeña península, Peniche es un pueblo muy visitado por su larga playa y un centro histórico amurallado que incluye una fortaleza del siglo XVI. Eso sí, aquí se viene, sobre todo, a surcar las olas, especialmente desde que su playa de Supertubos (Praia da Medao), al sur del puerto, fuera incluida en el Campeonato del Mundo en 2009 y 2010.
La playa tiene unas condiciones estupendas para practicar, durante todo el año, tanto surf clásico como kitsurf, y durante el campeonato mundial toda la península vive un ambiente muy especial, con surfistas de todos los puntos de planeta, muchos medios de comunicación y espectadores.
Hay alojamientos especiales para surfistas, como el hotel boutique Surfers Lodge (en la carretera de Baleal a Ferrer), y otros que combinan la oferta del surf con clases de yoga y comida sana, como el Buddha Retreats.
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Cursillistas en la playa de Baleal, al norte de la península de Peniche. Ivan Nesterov alamy
6 Baleal
Al norte de Peniche, Baleal uno de los pueblos con más encanto de la zona, con una fantástica franja de arena dorada pálida protegida por dunas y con una de las mejores playas para principiantes. Hay varias escuelas de surf muy prestigiosas que alquilan también todo el equipo necesario (balealsurfcamp.com, maximumsurfcamp.com, penichesurfcamp.com), pero el lugar es perfecto para limitarse a contemplar la playa, mirar a los surfistas o subir una foto a Instagram desde el Bar da Praia, justo al comienzo de la bahía de Baleal. El local abre todo el día y buena parte de la noche (hasta la madrugada) y los fines de semana tiene actuaciones muchicales. Un poco más tranquilo es el Bar do Bruno, al sur del aparcamiento, un chiringuito con barbacoa y muy relajado.
En Baleal hay también propuestas para amantes del yoga y la meditación, como los retiros del centro Apura y alojamientos únicos en antiguas casas señoriales, como la Casa Das Marés o el Surf Castle, un llamativo castillo blanco en lo alto de un acantilado que domina la lengua de arena de Baleal.
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Playa en Ericeira, una de las grandes zonas surferas de Portugal. Ricardo Gandum Getty
7 Ericeira
Siguiendo la costa hacia el sur surgen nuevas mecas surferas, como el pintoresco y soleado Ericeira, uno de esos pueblos encalados sobre un risco al borde mismo del Atlántico. Los lisboetas acudir los fines de semana y es famoso tanto por sus espectaculares vistas al mar desde acantilados de roca arenisca y playas doradas, como por sus restaurantes de mariscos. Un imán para los surfistas.
Ericeira es una de las cuatro Reservas Mundiales de Surf del mundo –junto a las californianas Malibú y Santa Cruz y la australiana Manly Beach–,algo que la protege de cualquier actuación que pueda modificar los bancos de arena que generan sus olas. Su oleaje constante –el más potente está en Praia da Ribeira d’Ilhas– y son famosos sus rompientes de arrecife, entre los mejores del mundo. Otra praia imprescindible para los surfistas es la Praia dos Coxos, cuyo rompiente de derechas forma unos fantásticos tubos, mientras que los surfistas menos expertos disfrutarán del desafío de Praia de Sao Sebastiao.
Entre Peniche y Ericeira están además las preciosas playas de Santa Cruz y la estilosa Noah Surf House invita a hacer una parada para disfrutar de la puesta de sol o tomarnos algo desde la terraza, contemplando el océano y escuchando música en directo. En esta zona surgen diversos alojamientos encantadores (laneeezericeira.com, areiasdoseixo.com, chillinericeira.pt, bluebuddhahostel.com) convertidos en puntos de encuentro surferos.
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La playa del Guincho, cerca de Cascais (Portugal). Ricardo Rocha Getty
8 Praia do Guincho
Lisboa tiene infinidad de playas cercanas –algunas a menos de media hora– pero para los surfistas hay una muy especial, la de Guincho, largo arenal batido por olas y con vistas a verdes colinas, acantilados, bosques y dunas; casi parece mentira que la capital portuguesa queda tan cerca.
La playa forma parte del parque natural de Sintra-Cascais (cuenta con una protección especial) e invita a disfrutar de natualeza en estado casi puro, además de hacer algún curso de surf (moanasurfschool.com, guinchosurfschool.com).
Otras referencias surferas cerca de Cascais son Carcavelos, con su kilómetro y medio de arena blanca (a solo 20 minutos en tren desde Lisboa), y, al otro lado del estuario del Tejo, la franja playera de la Costa da Caparica: 15 kilómetros ininterrumpidos de arena.
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Praia dos Alteirinhos, en Zambujeira do Mar, en la costa del Alentejo. Albrecht Weisser Getty
9 Surf en el Alentejo
La invitación a disfrutar de las cosas sencillas de la vida que ofrece esta región portuguesa se extiende a su litoral, que incluye además buenas playas para surfistas. Comporta, al norte, es el sitio de moda. Esta pequeña localidad en el talón de la península de Tróia se ha convertido en la meca del veraneo para muchas celebrities que encuentran (todavía) privacidad y ambiente relajado. El otro punto de veraneo de moda está al sur, en Vilanova de Milfontes, un pueblo que conserva su autenticidad pese a ser ya un demandado destino vacacional.
Y puestos a escoger localidades con encanto, conviene no perderse Zambujeira do Mar, al sur, ya casi en el Algarve, que durante la mayor parte del año dormita y pesca. Eso sí, se anima mucho en verano con la llegada de los senderistas de la Ruta Vicentina, festivaleros que acuden a la Festa do Sudoeste (agosto) o amantes de la irresistible combinación de yoga, surf y sol.
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Surfistas en la pasarela de acceso a la playa de Amado, en la región del Algarve. Pawel Kazmierczak alamy
10 Las olas del Algarve
Al sur el sol está asegurado, y las olas también. Entre Odeceixe, al norte, y la punta de Sagres, hay más de treinta playas con buenas condiciones para hacer surf, entre arenales interminales, acantilados y pequeñas calas. La playa de Odeceixe, suele figurar en cabeza de los listados de las playas más bonitas de Portugal: está rodeada por acantilados y es un sitio encantador y solitario, aunque cada vez más conocido. Parada inevitable para surfistas es también la playa de Amado, con sus chiringuitos, escuelas de surf y un ambiente que nos hace viajar a California, pero con más andaluces que estadounidenses alrededor. También son muy frecuentados Bordeira y Carrapateira, un pueblo con aire antiguo donde se sigue socializando en el bar de la plaza y en los bancos al sol que hay fuera. Pero si hay un lugar que hay que mencionar ante los surfistas es Aljezur y su playa Arrifana, con viento norte y olas divertidas. Es el centro neurálgico de la comunidad surfera, con tiendas, albergues y bares para los amantes de la tabla.
Hacia el norte quedan Amoreira y Monte Clérigo, dos playas poco explotadas perfectas con buenas olas, pueblos agradables y arenales amplios resguardados entre acantilados, y hacia el sur se llega a Beliche y Tonel, cerca de Sagres, cabo mítico ligado a las grandes exploraciones portuguesas del siglo XV, donde el litoral gira hacia el este. El pueblo no es especialmente bonito, pero hay que llegar hasta el faro y hacerse la foto, rodeados de un entorno magnífico. Si continuamos por la costa sur del Algarve, en dirección a Lagos, todavía resta una parada interesante: Salema, playa de arena blanca con buena oferta de alojamientos ecológicos y propuestas de yoga y surf.
Cuándo surfear en Portugal
En el sur del país, las mejores olas llegan en invierno, entre noviembre y marzo. Hacia el norte, la primavera y el otoño suelen ser las épocas más propicias, cuando las olas oscilan entre los 2 y los 4,5 metros de altura. Como es temporada baja, se paga menos por el alojamiento y las playas están mucho más vacías. Eso sí, hay en verano también hay buenas olas (entre 1 y 1,5 metros de media) y, pese al gentío de algunas playas, basta con alejarse un poco para hallar una cala para uno solo. Más información en las webs especializadas surfingportugal.com y surftotal.com
Más información en la guía Lonely Planet de Portugal y en lonelyplanet.es
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