La nueva normalidad no va con Bale. El delantero galés evidenció la misma apatía y la misma nulidad en el juego que antes del parón por la pandemia de coronavirus. En los 30 minutos que estuvo sobre el terreno de juego en el reestreno liguero ante el Eibar sustituyendo a Rodrygo, el Expreso de Cardiff volvió a pasar totalmente desapercibido, algo que ya fue la norma en los partidos previos a la suspensión de la competición.
Por si fuera poco, Bale acabó el choque tocado y en el entrenamiento de este lunes para preparar el partido del jueves ha trabajado al margen de sus compañeros por una sobrecarga. Su presencia en el choque frente al Valencia es una incógnita, pero a tenor de su pobre rendimiento parece complicado que Zinedine Zidane vuelva a recurrir a él.
En la media hora que jugó, Gareth Bale no hizo nada destacable, tal y como reflejan los datos de Opta. A pesar de que el Eibar dejó mucho espacio a su espalda en busca del 3-2 que le metiese de lleno en el partido, ni el galés ni Vinicius fueron capaces de hacer daño al contragolpe. Al brasileño, aunque fallón, se le vio implicado y voluntarioso, nada que ver con la falta de ambición que mostró el Expreso de Cardiff.
Aunque el Madrid bajó mucho su nivel en el segundo tiempo, Bale fue incapaz de tirar del carro del ataque blanco. Solo pudo completar 7 pases de los 11 que intentó, perdió cinco balones y, lo que es más grave, no generó ni una sola ocasión, no chutó a portería, no regateó y no dio ni un pase clave.
Unos guarismos que invitan a pensar que la actitud del galés no ha cambiado a pesar de que en la nueva normalidad de la puerta cerrada no recibirá los pitos de su propia afición. Con público o sin él, Bale es incapaz de activarse. Es su vieja normalidad.
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