Para Dresser, el presidente optó por la actitud del conservadurismo más duro: “Sálvate a ti mismo porque el gobierno no te va a ayudar”.
El decálogo publicado por Andrés Manuel López Obrador el pasado 13 de junio es algo totalmente improcedente, que no tendría lugar en la boca de un presidente laico, dijo el académico Sergio Aguayo durante la Mesa Política de Aristegui en Vivo.
“Es un texto propio de un pastor, de un predicador que se sube a un púlpito y habla a su grey para exhortarla a ser buena, pero no a un presidente que es responsable último de la salud pública de un país de 135 millones de habitantes”, subrayó.
“Lo que más me llamó la atención es el silencio de quienes son partidarios de Andrés Manuel López Obrador en las columnas de opinión y me llamó la atención el tono crítico o, lo más común, evadir al tema”, dijo Aguayo.
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El sábado, a través de un video, el primer mandatario presentó a través de un video el documento titulado Decálogo para salir del coronavirus y enfrentar la nueva realidad. En este, López Obrador indicó que ya es tiempo de que la población siga su propio criterio en la aplicación de las medidas sanitarias para disminuir los contagios de Covid-19 y enlistó 10 acciones.
1. Mantenerse informados de las disposiciones sanitarias; 2. actuar con optimismo; 3. rechazar el egoísmo e individualismo; 4. dar la espalda al consumismo; 5. promover la cultura de la prevención; 6. defender el derecho a disfrutar la naturaleza; 7. alimentarse bien y natural; 8. practicar algún ejercicio; 9. borrar conductas discriminatorias y 10. seguir un ideal.
“Un decálogo improcedente, absurdo que ha recibido la crítica generalizada y el silencio impactante de quienes lo respaldan en las páginas de los periódicos y de quienes lo acompañan en la responsabilidad de acompañar a México”, agregó.
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Por su parte, la politóloga Denise Dresser consideró que la postura presidencial es una peligrosa abdicación de responsabilidad y calificó lo presentado por AMLO como consejos de instructor de yoga, no de un líder en medio de la peor debacle de nuestros tiempos.
“Como el gobierno optó por no pelear de manera agresiva, contundente ahora enfrentamos una crisis en los dos frentes: sanitaria y económica, y el gobierno parece haber perdido el control tanto de la estrategia como de la narrativa”, dijo.
Dresser sostuvo que el punto en el que se encuentra el país es por una combinación de errores y omisiones.
“Me parece que la principal responsabilidad recae sobre el presidente que no entendió la gravedad de la pandemia, que siempre ha buscado minimizar su efectos. Había que seguir recorriendo el país en las giras, comiendo en las fondas, besando a las niñas, en campaña permanente. Y, en su visión, a México lo salvaría el detente, la fuerza moral, la familia solidaria y no la ciencia, no la evidencia, no los ejemplos de otros países, no los programas de apoyo a los más pobres o miembros del sector informal como el ingreso básico universal o las políticas contracíclicas”, expuso.
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Para Dresser, en México no se ordenó un confinamiento drástico desde los primeros días como sí ocurrió en otros países como China o europeos. Asimismo, comentó que no se dedicó dinero a la compra oportuna de cubrebocas y equipo, ni se explicó la importancia del cubrebocas, ni se preparó la reconversión hospitalaria, ni se educó al personal de salud desde las primeras semanas.
“Se tuvo que haber cerrado masivamente y crear condiciones para reabrir seguramente. En vez de una estrategia bien pensada, bien ejecutada, en México tuvimos a López-Gatell y sus contorsiones, a Sheinbaum y sus concesiones políticas, al gobierno federal peleándose con los estados en lugar de colaborar con ellos, a funcionarios de salud dando explicaciones confusas en conferencias ininteligibles y a un presidente que en medio de la pandemia parte de denostar a muchos mexicanos cuando debería unirlos”, enfatizó.
La analista criticó que en el país se presenten semáforos que cambian de color sin explicaciones creíbles, que se anuncien picos de contagio que después no ocurren, que se reconozcan subregistros de muertos e infectados sólo después de ser señalados por la prensa internacional y que haya una estrategia económica improvisada que obligará a los pobres a salir de nuevo a la calle a trabajar, a infectarse porque el gobierno federal no les proveyó apoyos económicos para que se quedarán en casa.
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“Eso evidencia a un presidente que ha optado por la actitud del conservadurismo más duro sálvate a ti mismo porque el gobierno no te va a ayudar, externó.
En tanto, el historiador Lorenzo Meyer advirtió que en el país hay dos polos que tiran en direcciones opuestas. El primero, conservar la salud encontrándonos lo menos posible con nuestro prójimo, tratando de que el resto de la humanidad casi desaparezca excepto en actividades muy esenciales como luz y agua, así como los camiones que recogen la basura, los servicios de paquetería y los supermercados.
“En general este es un aislamiento porque no sabemos dónde está el enemigo, puede estar ahí a unos metros de nosotros y no hay defensa clara”, expresó.
El segundo tiene que ver con la economía, las necesidades tanto individuales como colectivas.
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“Algunos, como es mi caso, podemos darnos el lujo de seguir recibiendo la pensión, algunos otros ingresos y mantenernos en nuestra casa, pero así no se puede en el largo plazo. El largo plazo requiere una actividad económica más contundente, la cual tiene riesgos y no hay fuerza capaz de lograr que en este momento la economía colectiva vuelva a adquirir el dinamismo que necesitamos que adquiera sin tener riesgos”, apuntó.
No obstante, reconoció que desgraciadamente no todos tiene la posibilidad de hacer esto e indicó que entre más abajo está la persona en la escala social, más peligrosa se convierte su vida cotidiana.
“Hay alguien que va a tener que pagar más por esta apertura y está en la base de la sociedad. Es una injusticia más de las muchas en las que nos movemos y vivimos”, agregó.
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El historiador señaló que cuando las autoridades mexicanas dicen que aquí no se hará nada por la fuerza, sino por convencimiento es porque en el país no se puede hacer de otra manera, ya que no existe la capacidad institucional para meter a la fuerza a todos en casa.
“Más vale hacer de una necesidad una virtud y decir: ‘este es un país de mayor libertad’. Es una situación en la que todos tenemos que hacer un esfuerzo por minimizar el contagio, sabiendo que no hay de otra, no hay una posibilidad de detener a este virus, que en algún momento podrán venir las vacuna, entonces la situación cambiará. Ahí sí habrá responsabilidad muy directa tanto del sector público para conseguir las vacunas como del individuo para vacunarse”, manifestó.