No hay nadie más resolutivo en el actual Atlético de Madrid que Marcos Llorente, un elemento esencial en nueve de los últimos trece goles de su equipo, transformado en un recurso ofensivo incontestable, cuyo fenómeno ha desatado la mejor racha de la temporada, cuatro triunfos consecutivos, y ha reforzado al conjunto rojiblanco en la inexcusable tercera posición mientras se dirige hacia el Camp Nou, a dos días vista.
Ya no es medio centro. Ya no juega casi nunca ahí. Su reinvención en la banda derecha o en la delantera, inimaginable hace unos meses por demarcación natural, no por cualidades, ha generado un impacto formidable en el Atlético y en LaLiga Santander, revelado como un hombre cuya velocidad de conducción, atrevimiento, desborde, vértigo y giro, ya sea entre líneas o por el extremo, han disparado al equipo rojiblanco hacia su objetivo prioritario.
La tercera plaza, hace poco cuanto menos dudosa, es suya a falta de seis citas para el cierre del torneo, además con un margen que era impensable, cuatro puntos, tal y como se habían desarrollado las 27 jornadas previas al parón por la pandemia del covid-19. Y espera la Liga de Campeones en una final a ocho cuya sede ha sido fijada en Lisboa para el próximo mes de agosto y en la que el conjunto rojiblanco está ahí, entre otras cosas, por Marcos Llorente.
El pasado 11 de marzo, el centrocampista surgió en el segundo tiempo desde el banquillo, como recambio de Diego Costa, y convirtió el padecimiento del equipo madrileño, sostenido por un impresionante Jan Oblak, e incluso una eliminación invariable en una gesta que permanecerá en el tiempo en el club, en los jugadores y en cada aficionado con dos goles en la prórroga, con sendos tiros desde fuera del área; otra de sus virtudes más llamativas.
También dio la asistencia del 2-3 a Álvaro Morata. No fue casualidad tal despliegue. El paso de los partidos ha sido una confirmación absoluta para la consolidación del ‘14’ rojiblanco. Es su número en el Atlético probablemente porque había sido el que lucía Gabi Fernández, un medio centro de referencia en la era Simeone, y después Rodrigo Hernández, también en ese puesto.
DECISIVO EN SEIS GOLES DESDE LA VUELTA A LA COMPETICIÓN
La reanudación de la competición ha ratificado la eclosión del futbolista madrileño, que ha intervenido de una manera decisiva o al menos transcendente en seis goles en los últimos cinco duelos del equipo o en seis de los nueve tantos más recientes de su conjunto. Contra el Osasuna entró desde el banquillo, marcó un gol y dio otros dos (a Morata y Carrasco) -de sus cinco primeros toques surgieron tres tantos ese día-; ante el Levante, con un desbordante giro y un pase que entre Diego Costa y Bruno González terminó en la red y en el 0-1; y frente al Alavés con las dos acciones que originaron el 1-0, cuando fue objeto de falta, y el 2-0, cuando fue derribado dentro del área en un penalti que admite un intenso y discutido debate.
Pero este sábado no sólo fueron esas dos jugadas. Su entrada al terreno de juego, instantes antes de la hora de partido, cambió el duelo de forma radical: deshizo el atasco de su equipo con una valentía para ser vertical, para encarar y para desbordar que no había demostrado nadie en todo el duelo frente al inaccesible entramado defensivo de Asier Garitano, que había desconectado a los rojiblancos, enredándolos en pases interiores siempre en desventaja.
En total, el 2-3 de Liverpool incluido, Marcos Llorente ha sido un elemento determinante en nueve de los últimos trece goles del Atlético, repartidos en los últimos seis choques, aunque su devenir en el equipo rojiblanco ya había virado tiempo antes, cuando, pasito a pasito, varió la intranscendencia de sus primeros meses en el equipo -había disputado nada más 17 de los primeros 32 encuentros oficiales del bloque de Diego Simeone, sólo 5 desde el once- a una irrupción más constante, más sustancial y hoy definitiva.
EL DERBI DEL 1 DE FEBRERO O EL PRINCIPIO DEL CAMBIO
Hay una fecha reconocible en el calendario, cuando sí se percibió que había cambiado algo para él: el pasado 1 de febrero, cuando ocupó un puesto en el once, perfilado en la banda derecha, en el derbi contra el Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Fue su primer partido completo de la temporada. Era el trigésimo tercer duelo oficial del conjunto rojiblanco.
“Tiene una energía y una vitalidad que el equipo necesita, sobre todo en estos momentos. Hizo un partido completo. Creo que con más cosas buenas que regulares. Eso suma en consecuencia de lo que va a venir”, decía entonces Diego Simeone.
Y lo que vino para Marcos Llorente fue muy diferente a todo lo anterior. En los trece partidos siguientes hasta hoy, ha jugado doce de los encuentros, siete de inicio. Ha marcado cuatro goles y ha asistido en otros cuatro. Ha superado cada estadística de todo el semestre anterior, revelado mucho más como un recurso ofensivo, sin rastro del medio centro de contención.
“Cuando los jugadores te transmiten herramientas, los entrenadores tenemos que estar preparados para aprovecharlas. Yo veía que hacía goles, goles, goles… Y un chico que hacía goles había que aprovecharlo, porque el gol es muy importante dentro del fútbol. Marcos en su vida se imaginó poder jugar de delantero, pero viéndolo entrenar todos los días y sus condiciones técnicas, físicas y de contundencia en cuanto a los remates, despertó la opción compartiéndola con él de hacer un esfuerzo para buscar una alternativa”, expresó Simeone.
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