El derbi de las lamentaciones

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Messi y Griezmann celebran uno de los tantos al Villarreal.Maria Jose Segovia / AFP7 / Europa PressA Griezmann le llamaban el posturitas cuando llegó al vestuario del Camp Nou. Tampoco le ayudó que festejara con confeti su gol de presentación contra el Betis. Ha sido durante mucho tiempo un cuerpo extraño para los veteranos que aguardaban a Neymar. Vagó por el frente de ataque, siempre negado, hasta acabar en el banquillo y sufrir un escarnio cuando tuvo que salir en los últimos cuatro minutos del partido contra el Atlético ante el asombro de Simeone. El Principito se había convertido en un jornalero de un equipo que no para de devorar delanteros que no encajan con Luis Suárez y Messi. Hasta que llegó de manera sorprendente el partido de La Cerámica.Justo en el partido más exigente por la forma del Villarreal, en el momento de mayor pesadumbre barcelonista y cuando se anunciaba su capitulación ante el VAR y el Madrid, una jornada que ni pintada para el victimismo culé, apareció la mejor versión de Griezmann y del Barça después de la intervención de Setién. El discurso sereno del entrenador se impuso a la crispación en una noche en la que ni siquiera hubo reproches por el cambio de Luis Suárez.La actuación azulgrana fue tan irreprochable como inesperada por la excelente respuesta colectiva e individual, como si la diferencia entre ganar y perder fuera todavía decisiva y hubiera tiempo para recuperar también a Griezmann, más delantero que nunca y tan amigo de Messi como Suárez. El Barça tuvo la fuerza y la gracia de quien se juega el título. No había rastro del campeón extraviado en cancha ajena, futbolísticamente esterilizado, paralizado por el VAR. El+7 del Madrid tuvo un efecto estimulante para el Barça. La mano de Setién fue decisiva para el despliegue del recuperado tridente porque Messi se situó de enganche, en la punta del rombo, mientras en ataque formaban Suárez y Griezmann.El francés dejó de ser un futbolista tan solidario en su esfuerzo como invisible para Messi y los volantes azulgrana a pesar de la ausencia de Riqui Puig. Los barcelonistas se estiraron con saña hacia el portal de Asenjo. La pelota salía limpia y fluida de su cancha, la movía bien y rápido en la medular y profundizaba por los costados sin necesidad incluso de que interviniera el 10. Así ocurrió al menos en la jugada del 0-1. Una larga posesión acabó con una apertura de Sergi Roberto para Jordi Alba y el centro del lateral fue atacado en el primer palo por Griezmann y mal defendido por el pie de Pau Torres.En foto, Javi Calleja, entrenador del Villarreal, durante una rueda de prensa. En vídeo, Calleja, entrenador del Villarreal, y Setién, entrenador del FC Barcelona, hablan tras el partido de ayer. FOTO: AS / VÍDEO: EFEGriezmann se sentía feliz y dichoso, tal que fuera Neymar, integrado finalmente con Suárez y Messi. Los tres delanteros no pararon de combinar, rematar casi siempre alimentados por Sergi Roberto. Messi no participó en el 0-1 y, en cambio, su intervención fue decisiva en el 1-2 cuando asistió a Suárez y en el 1-3. El uruguayo coronó con una rosca precisa desde fuera del área la asistencia del capitán ante el asombro de Asenjo. La fluidez y riqueza ofensiva azulgrana contrastaba con sus desajustes defensivos, especialmente en el achique de espacios y a la hora de tirar el fuera de juego, como se advirtió en el 1-1.Al Villarreal le alcanzó con un pase para descerrajar a los centrales del Barça. Alcácer asomó en campo barcelonista y cambió el juego de lado para Cazorla, cuyo remate fue rechazado por Ter Stegen y remachado por Gerard Moreno. Las transiciones del equipo local contrastaban con las llegadas frecuentes de los barcelonistas en un partido precioso y fuera de guión porque hacía muchas jornadas que el Barça no funcionaba tan bien en ataque y el Villarreal no había encajado más que dos goles en los seis partidos post pandemia (2-2 contra el Sevilla).Un tuya-mía deliciosoEl tercer gol fue una exquisitez por los movimientos de Messi y el toque de Griezmann. El francés y el argentino tocaron el balón el uno para el otro hasta que el capitán se frenó y taconeó para la llegada del francés. Y el Principito coló el cuero con una vaselina deliciosa, imposible para Asenjo.El gol tuvo un efecto terminal porque el Villarreal se rindió y el Barcelona se adornó en la elaboración del juego, igual de fiable con el 4-3-3 que con el 4-4-2 que se inventó Setién para rehabilitar a Griezmann. Acaso faltó el gol de Messi (anulado) y en cambio se dio el habitual de Ansu Fati. Aunque puede que la victoria no le alcance para LaLiga, el partido le valió al Barça para encontrar un plan de juego que incluye a Griezmann. El buen juego posicional, sobre todo de los volantes, permitió al tridente jugar por dentro y Griezmann fue por fin compañero y no estorbo del rey Messi.


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