La Real se volvió a calzar las botas para reanudar la trepidante actividad de julio. Cuando más flaquean las fuerzas, cuando más aprieta la dureza del calendario, en el momento cumbre de cumplir objetivos, cualquier impulso, por pequeño que sea, es un soplo de aires fresco. Martin
Odegaard saltó ayer al José Luis Orbegozo de Zubieta con una extensa sonrisa, levantando el pulgar de su mano izquierda, transmitiendo refuerzo moral con su visible felicidad. Mientra, el cuerpo técnico sigue dosificando a la estrella, que se entrenó por su cuenta en Zubieta.
El renqueante jugador noruego, por lo tanto, no se ejercitó junto al resto de sus compañeros en el primero de los dos entrenamientos para detallar el plan de ataque contra el Granada. La práctica fue leve, sólo compuesta por un número reducido de futbolistas. El resto se ejercitó en el interior de las instalaciones.
Alexander Isak también se entrenó con el grupo después de terminar físicamente molesto el choque contra el Levante. Abandonó el Camilo Cano de La Nucía aplicándose hielo en su musculatura y con ampollas, pero su concurso no corre peligro en esta próxima jornada. Con dos golazos que han valido cuatro de los últimos seis puntos en juego, la Real también apela al espectacular delantero sueco en busca y captura de la anhelada plaza europea.
La sesión matinal volvió a estar nutrida por una amplia representación del Sanse, con la presencia incluida de Robert
Navarro, al margen de habituales como Arambarri, Djouahra
Pacheco o Lobete. La Real lamenta las bajas seguras para mañana de Zaldua, Illarra, Januzaj, Guevara y Luca
Sangalli, con la duda de Zurutuza.
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