Así funciona y estos son los riesgos del videochat de Tinder

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Tinder está llevando a cabo su particular desescalada. Tras la pandemia de la covid-19 y los confinamientos llevados a cabo en multitud de países, la aplicación de citas ha lanzado una nueva función para que los usuarios puedan hacer videollamadas antes de quedar en persona o para no quedarse sin citas ante un posible confinamiento en los próximos meses. Aunque no se conoce la fecha concreta, la app dispondrá de esta optimización en España este verano. La mitad de los usuarios de Tinder en EE UU ya han tenido al menos una cita por videollamada durante el mes de junio.
La aplicación de citas ha limitado las formas de conectarse a una videollamada. Solo puede empezar a utilizarse cuando los dos usuarios hayan dado el visto bueno. El botón para iniciar la conversación por vídeo está disponible para ambos, pero solamente se activa cuando los dos participantes lo hayan pulsado. Además, ninguno de ellos sabe si su interlocutor lo ha pulsado o no previamente. El videochat también se puede desactivar en cualquier momento, y si los usuarios deciden usarlo, deben aceptar una serie de permisos especiales. Al finalizar, se puede dar una valoración o seguir charlando por escrito.
Medidas de seguridad
Multitud de cibernautas han encontrado fotos falsas o robadas mientras merodeaban por Tinder y no se han dado cuenta hasta que han quedado en persona con su cita. Para evitar este tipo de engaños, Tinder ha implementado la verificación de fotos a través de un algoritmo de Inteligencia Artificial para las videollamadas. Si el usuario pulsa en ‘Verificar tu perfil’, la aplicación pide que imitar una pose. De esta manera, intentan garantizar que no se suplante a otra persona. “Los usuarios verificados tendrán un indicador azul en su perfil para que sean fácilmente distinguibles”, ha explicado Tinder en un comunicado.
Sin embargo, a través de los llamados deep fakes se podría suplantar la identidad de los consumidores. “Es una herramienta de libre disposición que consigue la cara de cualquier persona. Habitualmente se hace con un político o personaje famoso pero se puede utilizar con cualquiera. Se pueden hacer guiños y muecas a tiempo real. Por ejemplo, en abril se hizo viral una videollamada en Zoom en el que uno de los participantes se hizo pasar por Elon Musk”, explica Eusebio Nieva, director técnico de Check Point para España y Portugal.
Originalmente Tinder se ideó para conocer a personas ubicadas cerca del usuario, aunque ahora se puede cambiar la configuración e interactuar con gente de otros lugares del mundo sin importar a cuanta distancia estén. Lo que se conoce comúnmente como hacer un match sucede cuando dos personas se gustan mutuamente tras leer una pequeña descripción y ver unas cuantas fotos de cada usuario. Si esto ocurre, pueden iniciar una conversación escrita o, a partir de ahora, por vídeo.
Extorsión y suplantación de identidad
A priori, hacer un videochat con desconocidos no parece demasiado seguro. Pese a que Tinder ha implementado multitud de medidas, los expertos en ciberseguridad alertan sobre los riesgos de esta práctica. “Esta función tiene los mismos problemas que cualquier app en la que se permita el acceso a un dispositivo con una cámara web, con la connotación de que la app no sirve para la docencia o charlar con los amigos, sino que la interacción es con desconocidos”, explica José Luis Vázquez Poletti, profesor en el departamento de Arquitectura de Computadores y Automática de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Otras aplicaciones de citas ya han incorporado este avance. Bumble lanzó una función de chat de voz y vídeo en junio de 2019, y Hinge implementó las videollamadas a nivel mundial el mes pasado. “Este tipo de apps pueden sufrir ataques directos como la recopilación de videos para extorsionar a los usuarios con sus imágenes o el hackeo de la aplicación para conseguir los datos de los usuarios, como ocurrió con la app de citas Ashley Madison”, dice Vázquez Poletti. Y también ataques indirectos. “Es lo que se conoce como eWhoring. Se recopilan muchas horas de contenidos sexuales de personas y se venden como paquetes en la deep web para enganchar a incautos a otro tipo de redes sociales pidiendo dinero o simplemente suplantando la identidad de otra persona”, añade Vázquez Poletti.
Toda aplicación es hackeable. “Aunque Tinder asegure que no se puede guardar el vídeo nadie puede asegurarlo al 100%. Es lo que prometía Instagram con las stories o Snapchat, pero ahora existen multitud de herramientas para poder grabar la pantalla o hacerte con cierto contenido. Además existe un problema extra, los menores de edad pueden entrar en la aplicación solo confirmando que son mayores de 18 aunque no sea así”, dice Vázquez Poletti. Aún están por verse las posibles vulnerabilidades específicas de esta función. “Como la app aún no ha lanzado esta optimización, no está claro si el cifrado es de extremo a extremo o si alguien podrá meterse en medio de la conversación, distorsionarla o extraer información”, añade Nieva.


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