Dimite el primer ministro de Túnez tras ser acusado de corrupción


Túnez está descubriendo día a día lo difícil que es fraguar acuerdos en las verdaderas democracias. Las elecciones legislativas del 6 de octubre dibujaron un Parlamento muy fragmentado donde los islamistas de Ennahda fueron el partido más votado, con solo 54 de los 217 escaños disponibles. En ese contexto no iba a ser fácil consensuar un Ejecutivo de coalición. Han sido necesarios 143 días de negociaciones, cuatro meses y medio, para que en la madrugada de este miércoles el Parlamento otorgara la confianza al Gobierno del primer ministro Elies Fajfaj. Lo hizo tras 14 horas de debate, con 129 votos a favor, 77 en contra y una abstención, sobre 207 diputados presentes.
El Gobierno dispone de una treintena de ministerios, la mitad de ellos repartidos entre cinco partidos políticos y la otra mitad asignados a personalidades independientes. Solo seis mujeres integrarán este Ejecutivo donde Ennahda ha obtenido seis carteras.
Durante el debate de la moción de confianza, los diputados de la oposición criticaron el hecho de que los miembros de este Gobierno de coalición han estado haciéndose la guerra durante semanas y tratándose con los peores calificativos. El diario La Presse evocaba en su editorial el ambiente de “desconfianza, de sospecha y de vacilaciones” que reinaba incluso entre los diputados que han votado a favor del Gobierno. [Los diputados] anunciaron que su confianza será una confianza condicionada, su apoyo a las orientaciones del Gobierno será un apoyo crítico, incluso severamente crítico (…) Pondrán un ojo sobre el jefe del Gobierno y sobre sus ministros, incluso sobre los ministros que representan a su propio partido”.
Ennahda, que ha sido un partido clave en la transición del país desde la Primavera Árabe de 2011, fracasó en enero cuando presentó ante el Parlamento a su candidato para primer ministro, Habib Jamli. La economía del país necesitaba medidas urgentes y los partidos no lograban formar Gobierno.
Para desbloquear la situación, el presidente del país, Kais Said, que no pertenece a ningún partido y se muestra muy conservador en cuestiones sociales, designó a su propio candidato: Elies Fajfaj, un ingeniero social demócrata de 47 años, que fue ministro de Finanzas entre 2012 y 2014 y pertenece a un pequeño partido conocido como Ettakatol. Fajfaj afirma que la heterogeneidad de su Gobierno es su fortaleza. Y sostiene que sus prioridades son la lucha contra el crimen y el terrorismo, la inflación, la pobreza, la corrupción y el paro.
Fajfaj llevaba varias semanas intentando sumar los votos que le permitieran liderar un Gobierno de coalición. Pero Ennahda exigía que ese Gobierno tendría que estar integrado por el segundo partido que obtuvo más votos en las legislativas, Qalb Tunis, formación liderada por el magnate Nabil Karoui. Ni el presidente del país ni otros partidos políticos querían que esa formación integrara el Gobierno. Ennahda amenazó entonces con salirse de la coalición. Y el presidente, Kais Said, advirtió que si el Parlamento no aprobaba la formación del Gobierno disolvería la cámara y convocaría elecciones anticipadas.
Finalmente, casi a las tres de la madrugada de este miércoles, el Parlamento otorgó su confianza al Ejecutivo presentado por Fajfaj, con 129 votos a favor. Teniendo en cuenta que el mínimo de votos exigible era de 109, se supone que Fajfaj goza de un buen respaldo. Pero el problema es que en el seno de su Gobierno hay visiones políticas muy distintas.
Si difícil ha sido formar este Gobierno con fuerzas tan dispares más difícil será afrontar los retos económicos del país, con un desempleo del 15%, una deuda pública que superó hace meses la barrera del 77%, una inflación próxima al 7% y un sector público demasiado costoso para los criterios del Fondo Monetario Internacional (FMI).


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