Nada menos que un 19 de julio acabó la Liga más extraña que recordaremos. Al menos eso espero, ojalá esta sea la única liga de la pandemia y no la primera de varias.
¿Cómo explicar qué le ha ocurrido al mundo desde el verano pasado? Un año que el Atleti ganó en pre-temporada 7-3 al Real Madrid en Nueva York; en el que nos acostumbrarnos a ver estadios vacíos con maquillaje de videojuegos; en el que el Barça destituyó inexplicablemente al entrenador que iba líder en el campeonato; en el que el Atleti eliminó al todopoderoso Liverpool pero cayó en la Copa contra la Cultural Leonesa; en el que Athletic de Bilbao y Real Sociedad llegan a la final de la Copa del Rey pero se niegan a jugarla; en el que el campeón del mundo con Francia fue suplente del fichaje improvisado del Leganés; en el que Mágico González volvió a hacer su magia dando toques con un rollo de papel higiénico; en el que Zidane logró que sus viejos rockeros resurgieran para ganar la liga con un Benzema estelar; en el que Marcos Llorente se reconvirtió en un gran jugador de ataque; en el que el Valencia quedó primero de su dificilísimo grupo de Champions pero el Atalanta les metió cuatro en octavos; en el que me dolió en el alma volver a ver aduanas entre Portugal y España; que en el que el gran Javier
Aguirre casi logra el milagro de la permanencia con el Leganés (¡ay esa mano de Jovic!); en el que fueron normales cinco cambios por partido, parones para beber agua y jugar cada tres días en pleno verano; ¡en el que el árbitro Clattenburg confesó que había perjudicado gravemente al Atleti en la final de Milan! ; en el que las retransmisiones deportivas quedaron vacías para siempre sin el grandísimo Michael Robinson que en paz descanse; en el que demasiados amigos se nos han ido demasiado pronto; en el que la Supercopa de España se jugó en Arabia Saudita; en el que el eterno Vicente
Calderón se fue para siempre y tuve que despedir la última grada del Manzanares con una videollamada; en el que el Barcelona envió al Espanyol a segunda en un derbi catalán; en el que Michael Jordan volvió a acaparar todos los titulares; en el que el queridísimo Cádiz volvió a primera y el Granada se clasificó para Europa League; en el que muchos jugadores tuvieron que bajarse el sueldo un 70%; en el que el Liverpool ganó su primera Premier
League en 30 años con 20 puntos sobre el segundo; en el que no hubo Eurocopa ni Juegos Olímpicos y por lo visto no habrá ni Balón
de Oro; en el que Gareth Bale “troleó” al madridismo con la bandera de Gales y el golf; en el que Fernando Alonso volvió a la Formula 1 con Renault; en el que tendremos que ver a la NBA con Mickey
Mouse en Disneylandia; en el que tras ganar la Champions el 23 de agosto Enrique Cerezo pidió públicamente a los aficionados que por favor no fuesen a Neptuno a celebrar.
Bueno eso todavía no ha pasado. ¡Pero admitiréis que solo puede ser ese el desenlace! El año en el que el Atleti de Simeone vuelve a Lisboa para ganar la Champions a partido único y el gran Cholo y el gran Mono
Burgos se despiden con un abrazo a las orillas del Tajo. Está siendo un año loco y de locura algo entiende el Atlético de Madrid. Ya solo falta rematarla con la gran conquista en mi tierra.
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