Ha sido un año raro, raro, raro. Empezó la temporada con un San Mamés eufórico, con Aduriz, el viejo pistolero, anotando de chilena el gol de su vida para dar al Athletic la victoria ante el Barça. Las lecheras ya hacían cuentas mientras bajaban por las entrañas del campo.
Luego, comprobamos con pena que el ‘Zorro’ ya no estaba para correr tras las gallinas, y que Sanjo y Beñat eran poco más que sombras para Gaizka Garitano. Y Susaeta ya no estaba. Unai López, Córdoba y Unai Simón pronto se convirtieron en habituales.
La defensa sostuvo al equipo en los peores momentos. Yuri y Capa se han hecho con las bandas, arriba y abajo. Yeray e Iñigo Martínez han cerrado el área. Por delante, Dani García no tiene competencia, y Unai López se ha consolidado.
Muniain ha sabido manejar los tiempos y ha madurado, aunque le falta más remate.
Raúl García, Rulo, inconmensurable a lo largo de la temporada.
De Iñaki Williams, qué decir. Para mí, es el jugador franquicia del club rojiblanco. Aporta muchos intangibles, aunque tiene la tarea pendiente del gol.
Tras ellos es el momento de Vencedor, de Sancet, de Larrazabal, de Guruzeta, de la nueva sangre de Lezama.