A las 10 de la noche de este martes todos los teléfonos móviles de Nueva Zelanda han emitido a máximo volumen la señal de alarma enviada por el Gobierno de Jacinda Ardern, unos pitidos largos y estridentes, que suenan aunque el teléfono esté silenciado, acompañados del siguiente mensaje: “Se han detectado casos positivos de covid en una casa en la región de Auckland. Si vives en Auckland, quédate en casa”.En una conferencia de prensa urgente, la primera ministra ha anunciado el confinamiento inmediato de la ciudad más poblada del país y sus alrededores, una medida que afecta a más de 1,66 millones de personas. Bares, restaurantes, comercios no esenciales y centros públicos están obligados a cerrar, igual que todos los centros educativos (en Nueva Zelanda agosto cae en medio del tercer trimestre escolar). Además, se pide a los ciudadanos que trabajen desde casa y a las empresas donde esto no sea posible que se apliquen con rigor los dos metros de distancia entre personas.Con este confinamiento, en principio de sólo tres días, el gobierno neozelandés quiere impedir a toda costa la aparición de un posible brote de covid. Justo esta semana el país celebraba el hito de sobrepasar los 100 días sin ningún caso del virus entre la población. Una buena racha que se ha roto con la detección de cuatro positivos en una misma familia del sur de Auckland.La primera ministra ha pedido a los habitantes que se queden en casa para cortar la cadena de transmisión: “Actúen como si tuvieran covid, y como si la gente a su alrededor tuviera covid”. Y ha añadido: “Por favor, no corran al supermercado esta noche… No hay ninguna razón para salir corriendo a hacer ninguna compra esta noche”. Un ruego que muchos ciudadanos han ignorado. Los supermercados que abren hasta tarde en Auckland han vivido las mismas escenas de caos que sufrieron en marzo con el primer confinamiento. Entre los productos comprados por pánico habrá mascarillas: por primera vez desde el inicio de la pandemia el Gobierno recomienda su uso cuando no se pueda mantener la distancia suficiente.El regreso de la covid es una noticia alarmante para los neozelandeses, que hasta ahora gozaban de una vida muy similar a los tiempos anteriores a la pandemia. El Gobierno consiguió eliminar la transmisión comunitaria el 8 de junio y mantiene las fronteras del país cerradas desde marzo. Hasta este martes los únicos casos de la enfermedad (22) eran de personas que habían vuelto a Nueva Zelanda y están en cuarentena.Es precisamente este factor ―que las fronteras estén cerradas a cal y canto— el que pone en un aprieto a Jacinda Ardern. La primera ministra gozaba de una gran popularidad por su gestión de la covid, pero ahora no puede explicar como el virus ha logrado escaparse de los hoteles de cuarentena y se ha colado otra vez entre la población. Estos últimos meses se han registrado algunos incidentes con ciudadanos que han burlado la vigilancia policial y han salido de los hoteles. La oposición acusa al Gobierno de ser el responsable de los fallos que han permitido la nueva incursión del virus.Cuando la covid entró en Nueva Zelanda a principios de año, Ardern puso en marcha un plan para erradicar el virus que ha sido elogiado por la Organización Mundial de la Salud. La enfermedad sólo ha causado 22 muertos en el país. La líder laborista se juega mucho más esta vez, porque en tan sólo cinco semanas se celebran elecciones generales en Nueva Zelanda. No sólo necesita detener el virus para el bien del país, también si quiere ser reelegida como primera ministra.Información sobre el coronavirus- Aquí puede seguir la última hora sobre la evolución de la pandemia- Así evoluciona la curva del coronavirus en España y en cada autonomía- Buscador: La nueva normalidad por municipios- Preguntas y respuestas sobre el coronavirus- Guía de actuación ante la enfermedad
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