¿Estamos preparados para que un jugador sin cláusula se vaya?

A un escéptico de la eficacia de las cláusulas de rescisión como yo, que concluyó como un fracaso aquella política de subirlas al límite para terminar siendo ejecutadas y pagadas, le cuesta entender el auténtico beneficio del extremo opuesto. Como si su corta y limitada expansión, hasta la fecha, apenas situasen al contrato sin cláusula en una moda un tanto puntual. Me sigue faltando pedagogía y a ser posible sin spam sensiblero.

Que me expliquen el escenario real de un profesional que quisiera cambiar de aires con contrato en el Athletic, pero sin rescisión cuantitativa. Si tienen letra pequeña, si será siempre factible un hipotético pacto entre caballeros, si acabar litigando entre las partes en un juzgado beneficiaría a alguien.

Entiendo el cambio como respuesta a un palmario fracaso estratégico, pero intuyo que me siguen faltando datos. Tampoco compro el relato mágico del agradecimiento como motivo para eliminar la cláusula. En el campo profesional no entiendo el debe ni el reproche, si las dos partes cumplen me cabe el orgullo de estar, pero no la factura del agravio ni el ajuste de cuentas.

El mercado global y cierto cambio de valores situaron al Athletic ante la encrucijada de no saber cómo defender sus intereses, de no encontrar varita para conservar talento con el argumento del sentimiento. Si un jugador quiere marchar lo hará. ¿Estaremos preparados para aceptarlo también sin cláusula?


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