Serena Williams, durante el partido contra Sakkari en Nueva York. / ROBERT DEUTSCH (REUTERS)Se avecina el US Open, o sea, rampa mayor, y los tenistas apenas han tenido tiempo de coger ritmo de competición y las sorpresas se suceden en el laboratorio de Flushing Meadows, donde ahora se disputa el Masters 1000 de Cincinnati por causa de fuerza mayor. Falta tono, no hay chispa y pesan las piernas. El regreso de la raqueta apenas destapa certezas, pero la pasada madrugada reveló una: Serena Williams, derrotada por la heroica Maria Sakkari (5-7, 7-6(5) y 6-1), sigue rodeada de fantasmas en Nueva York, a priori territorio más que propicio para ella (suma allí seis trofeos); sin embargo, derramó lágrimas los dos últimos años y en la edición que se avecina el desenlace puede ser bien similar, salvo pronunciado giro de timón.No las tiene todas consigo Williams, que arrancará el US Open más que advertida. Tras cinco meses de parón, su vuelta a la pista subraya la sensación de que cada día que pasa su juego es más quebradizo y su mente más abordable. La desquiciaron en dos noches impestuosas Naomi Osaka y Bianca Andreescu, privándole ambas de su 24º major, aquel con el que ascendería al cielo de los cielos en compañía de la ultralaureada Margaret Court. Y ahora puede repetirse la historia, porque la estadounidense no está fina y pese a que la espantada masiva de las top en el cuadro neoyorquino invite a pensar erróneamente en su condición de favorita, lo cierto es que su tenis va en declive y el reloj mira irremediablemente hacia adelante.Si hace un par de semanas fue su compatriota Shelby Rogers (116ª del mundo) la que le apartó de forma abrupta en los cuartos de Lexington, en esta ocasión fue la guerrera Maria Sakkari, una jugadora de físico envidiable y nivel creciente, como así lo demuestran su progresión de la temporada pasada. Es la 21ª en el ranking, y en esta última intervención le sacó los colores a Williams con una demostración de resistencia y pundonor. Llegó a estar la norteamericana a solo dos puntos del triunfo (7-5, 5-3 y 30/30), pero la griega, de 25 años, no se rinde ni por todo el oro del mundo. Remó y remó, hasta terminar infligiéndole un sonrojo importante a su rival la primera vez que se enfrentaban.Llegará, pues, Serena advertida al grande que arranca el próximo lunes. Ahora bien, ¿lección aprendida? No hay respuesta. Sufrió hace dos días contra Arantxa Rus y cedió de mala manera ante Sakkari. “Esto no ayuda mentalmente”, reconoció Serena tras las 2h 17m de partido. “Cuando sabes que podías haber ganado y no lo haces, y tus piernas estaban cansadas y ahora mucho más… Literalmente, debería haber ganado. No hay excusa. Es una mala situación. Es como salir con un chico que sabes que apesta. Debo averiguar cómo ganar estos partidos de nuevo”, se reprochó la legendaria Williams, que en exactamente un mes, el 26 de septiembre, contabilizará 39 primaveras.Murray cede ante RaonicLas pasó canutas ella, pero no así Novak Djokovic. El serbio, dice, está cada vez mejor de unas molestias en el cuello y si el primer día logró una victoria funcionarial, esta vez se paseó por delante de Tennys Sandgren, vencido por 6-2 y 6-4. “Casi no siento dolor, estoy sorprendido de lo bien que estoy recuperándome”, valoró el número uno, el único miembro del Big Three que asiste en Nueva York, dadas las ausencias de Rafael Nadal (por decisión propia) y Roger Federer (recuperándose todavía de una intervencuión en la rodilla derecha).Mientras, Roberto Bautista, ya el único representante español en ambos cuadros, se repuso ante Karen Khachanov (4-6, 6-3 y 6-2) y se medirá al fiero Daniil Medvedev (doble 6-3 a Aljaz Bedene). La jornada deparó también los avances de Stefanos Tsitsipas (doble 7-6 a John Isner) y Reilly Opelka (6-3 y 7-6 a Matteo Berrettini), y la despedida de Andy Murray frente a Milos Raonic por un doble 6-2.En el cuadro femenino, llama la atención la progresión de Victoria Azarenka, reverdeciendo viejos tiempos (6-4 y 7-5 a Alize Cornet), y el buen hacer de Naomi Osaka (6-3 y 6-1 a Dayana Yamstremska) en esta reaparición. Asimismo, Ons Jabeur (6-3 y 6-0) sigue enarbolando la bandera del tenis árabe, como única y cada vez más incisiva representante.
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