LOUISVILLE, Kentucky – Las políticas migratorias del gobierno de Donald Trump y el coronavirus amenazan con causar estragos en el hipismo estadounidense, generando una severa escasez de personal, según advierten figuras de esa actividad en momentos en que se prepara para un Derby de Kentucky a la medida de la pandemia.
La carrera más importante del hipismo estadounidense, reprogramada para el 5 de septiembre en el Churchill Downs de Louisville, no ha sido muy afectada por la falta de personal hasta ahora.
Pero preparadores y activistas dicen que el decreto de Trump que extiende la suspensión de la entrega de cierto tipo de visas de trabajo genera incertidumbre en un sector que depende en buena medida de la mano de obra inmigrante.
“No pienso seguir en este negocio, y mucho menos crecer, si no puedo contar con una mano de obra estable año tras año”, afirmó el preparador Dale Romans.
Romans, segundo en la tabla histórica de preparadores con más victorias en Churchill, dijo que el problema es sencillo: si los extranjeros no pueden entrar al país y no hay interesados en tareas fundamentales como alimentar y atender a los caballos, “no hay nadie que haga el trabajo”.
La cantidad de trabajadores disponibles es difícil de calcular, lo mismo que el impacto del coronavirus.
Aquí los detalles
El sector usa el programa de visas H-2B para contratar inmigrantes legalmente, pero a menudo termina contratando extranjeros sin permiso de residencia ya que el cupo de 66,000 visas con frecuencia no alcanza para satisfacer sus necesidades. La suspensión se prolongó hasta fin de año y, combinada con la pandemia, hacen que resulte más complicado cruzar la frontera, donde se están registrando menos cruces ilegales que el año pasado.
Se trabaja todo el año, incluso con mal tiempo o pandemias.
En los días previos al Derby los trabajadores que duermen detrás del hipódromo se levantan temprano en la mañana para preparar a los caballos. Generalmente atienden cuatro o cinco animales cada uno, limpian los establos, sacan a caminar a los caballos después de los entrenamientos y se aseguran de que están bien y de que comen.
Las condiciones de trabajo y la paga baja preocupan a Evi Peña, director de comunicaciones del Centro para los Derechos del Migrante. En los dos últimos años, dos centros de entrenamiento tuvieron que pagar decenas de miles de dólares a los trabajadores migrantes por sueldos perdidos y malas condiciones de vida.
La pandemia aumenta los riesgos y los cuidadores y los hipódromos deberían ofrecer más garantías a los trabajadores, según Peña.
Peña sostiene que los trabajadores con visas H-2B tienen menos protecciones que los que son ciudadanos. Corren peligro de quedarse sin trabajo, de perder el estatus inmigratorio y tal vez la oportunidad de volver a ser contratados bajo ese programa si se quejan.
En general los trabajadores migrantes son considerados gente muy confiable, que cuidadores y dueños de caballos contratan año tras año. Algunos dicen que los estadounidenses a menudo se van después de trabajar unos pocos días.
Los sueldos bajos son un problema, de acuerdo con Elizabeth Jensen, vicepresidenta del Proyecto de Educación Equina de Kentucky, una organización que apoya el sector hípico del estado.
“Estamos trabajando con los patrones para hacerles entender que las cosas no son como hace 20 años”, manifestó. “Compiten con Amazon y otra gente que puede ofrecer más dinero”.
Los peones de Churchill Downs contratados bajo el programa H-2B ganan unos $11.50 la hora, según información del Departamento del Trabajo. Los empleados de Amazon ganan un mínimo de $15 la hora. Ambos pagan más que el sueldo mínimo de Kentucky, que es de $7.25 la hora.
Para Romans, la dinámica de los establos hace que resulte difícil crear horarios que satisfagan las exigencias de los trabajadores estadounidenses.
“Un caballo tiene que comer tres veces al día. Deben entrenarse durante ciertas horas porque las carreras se corren por la tarde”, explicó Romans. “Es básicamente imposible contratar gente que no tenga que estar allí, con condiciones más cómodas”.
Una escasez de personal puede tener consecuencias graves para el sector. La cantidad de trabajadores disponibles determina la cantidad de caballos que puede tener un cuidador. De esto depende a su vez la cantidad de caballos de cría que se pueden vender y al mismo tiempo la cantidad de caballos de carrera con que contarán los hipódromos.
Este mes el Departamento de Estado fijó nuevas pautas que permitirán el ingreso de más trabajadores extranjeros. Pero la temporada está encima y es poco probable que se puede conseguir la gente necesaria, según Elizabeth Conley Buckley, abogada de inmigración de Lexington.
“Esta excepción al decreto presidencial no va a ayudar porque no consiguieron las visas”, afirmó. “Se las han tenido que arreglar con lo que consiguieron, estudiantes universitarios, jornaleros… lo que encuentren”.
A las dificultades con las visas se suma la pandemia, que limita el ingreso de personas del extranjero. Mucha de la gente que trabaja para los clientes de Buckley viene de Guatemala, que sigue prohibiendo los viajes.
Laurie Mays, de la Cámara de Comercio de Kentucky, está a cargo de conseguir trabajadores de la zona para el sector hípico. Pero dice que siempre harán falta inmigrantes.
“No hay suficiente gente, incluso si incorporas trabajadores de la zona”, expresó. “El hipismo es muy exigente, necesita mucho personal. Los caballos no saben de feriados. No les importa cómo está el clima”.